jueves, 26 de diciembre de 2013

La comuna



No sé si tendrá que ver algo el hecho de que mi familia paterna tenga un hotel, o el que mi abuela materna se pasara los inviernos preparando tortillas para un regimiento (entre primos, parientes, amigos y allegados) cuando se iban a esquiar a la sierra de Madrid, o que en mi casa desde pequeñitos siempre tuviéramos familia y amigos que se quedaban a dormir o la suma de todo ello; sea como fuere, el caso es que soy muy hospitalario.
Siempre lo he sido, por ejemplo en Turín cuando vinieron los chicos del barrio a la casa de los pitufos, o en Baños cuando medio Madrid vino a pasar las fiestas y mi tío bautizó el piso con el título de este post.
Ahora, que vivo en un espacio pequeño y bastante limitado de recursos me temía que no habría sido capaz de organizar las navidades, sin embargo esta Nochebuena 6 personas cenamos en casa y 5 nos quedamos a dormir.
Hannah y Cristina, ex compañeras de piso que se marcharon hace unos meses y me avisaron de que regresarían por Navidad, se presentaron con dos amigos, Dinah desde Melbourne y Chris desde Francia para unirse a la fiesta.
Afortunadamente la confianza da asco y fueron ellas las que cocinaron porque la primera sorpresa de la Nochebuena fue que me tocó trabajar por la mañana en el café y la cachonda de la jefa decidió que iba a ser un día tranquilo así que le dio libre a casi todo el personal. Total, que desde las 7 de la mañana a las cinco y media de la tarde estuve metido en la cafetería.
Mientras, las chicas hicieron la compra, prepararon el menú y decidieron el lugar de la cena (que no era otro que el jardín del que ya os hablé, donde tenemos una mesa grande tipo picnic o merendero). Pasta fresca hecha en casa y tiramisú para desafiar a las circunstancias.
Cómo consiguieron prepararlo en una casa que carece de mesa para estirar la masa, de olla para hervir la pasta y de cafetera para preparar el café es un misterio que aún hoy se me escapa, por mucho que lo viera con mis propios ojos.
Pero si ya se junta con que Dinah se trajo la guitarra y Chris nos confesó que tocaba en dos grupos antes de venir, la fiesta solo podíamos acabarla cantando Wonderwall como en el Karaoke (o incluso peor).
Se veía venir la lluvia, y el 25, que queríamos ir a la playa de barbacoa, amaneció el diluvio. A pesar de todo, fuimos a casa de los amigos de un amigo de un amigo, que organizaron una barbacoa navideña muy simpática. Echamos la tarde y nos volvimos a casa a ver una peli porque con la que estaba cayendo, no teníamos el cuerpo como para mucha celebración.
Bien como experiencia, pero eché de menos la clásica e interminable partida de mus con los primos.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Decir que no

Si me conocéis, sabréis lo que me cuesta decir que no. Que se lo pregunten a Carlos y a Patricia, que me embarcaron en La Nave de Penélope y De qué color SOS, proyectos de teatro social en Madrid y Granada, mientras vivía y trabajaba en El Salugral (con una combinación de transporte publico y privado que en más un par de ocasiones obligó a mi madre a "acompañarme" al volante), o cuando vivía y trabajaba en Tetuán pero a la vez ensayaba para ir al festival de Almagro con el grupo de teatro de la Uni (con olvido de pasaporte, cruce en ferry y odisea para llegar a Ciudad Real).
Al teatro nunca podré decirle que no. Pero al trabajo si. Así que ayer, ni corto ni perezoso le digo al gerente de la cafetería restaurante, "mira, estoy trabajando en los cruceros por la bahía y no tengo vida, así que me voy"
¿Os lo imagináis? Yo tampoco. Lo que en realidad le dije fue más bien. "Te seré sincero, estoy cansado porque trabajo en los cruceros y me gustaría tener menos turnos en el restaurante, además ahora que vienen las fiestas tengo visitas de amigos y compromisos sociales así que no voy a poder estar disponible todos los días, espero que esto no os cause demasiados problemas"
BBQ con palillos
Supongo que soy un sentimental y le cojo cariño a la gente, al ambiente, al puesto de trabajo, tanto que la única forma de que me marche es cambiar de país, como hice en Italia, Marruecos o Bélg... ah, no, que en Bélgica lo que pasó es que el Cervantes no me renovó el contrato y de hecho ahí me quedé unos cuantos meses más sin trabajar.
Para quien lea entre líneas, "cambiar de país"... ¿querrá decir que se vuelve? ¡Oh, no! el pelma este regresa a España, dirán por ahí. O también: Espero que se deje ya en paz de tanto blog cuando vuelva, que se está poniendo ya un poco cargante.
Preguntado por esto diré que no tengo nada que añadir.
También fui a cenar a un restaurante cubano
Pero ya que os interesáis, esta semana he estado en un par de sitios increíbles, de barbacoa surcoreana en casa de Sun porque le conseguí trabajo en los cruceros y quería agradecérmelo y en el Palmer Co. un pub estilo jazz años 20 que es una auténtica pasada, de los mejores garitos que he visto en el centro de Sydney (por supuesto chic y estiloso, pero a la vez con un toque bohemio. Empata con el ya mítico Pichuco's australiano, que está en las afueras y sigue siendo el número 1 en el ránking de visitas (también porque de vez en cuando trabajo allí.

Las navidades se presentan ajetreadas, el hecho de que haya 30 grados a la sombra genera una sensación de 25 de julio más que de 25 de diciembre y el plan de los expatriados es reunirnos en alguna playa para bañarnos e ir de picnic. Más detalles y fotos en el próximo post. Felices fiestas... (con Freixenet o con McWilliams, que es el champán de aquí).
Ah, se me olvidaba, como paro poco por casa... está muy bonito el jardín y a veces subo y paso 3 minutos o así (el tiempo que tardo en tender la ropa).

martes, 10 de diciembre de 2013

Las oportunidades

“A veces, esperando, las oportunidades no se ven”

Quería haber escrito el post esta mañana pero no tuve tiempo. Por la tarde fui a la asociación de estudiantes porque aún tengo que entregar unos papeles para que me den un certificado y la responsable me hizo la pregunta del millón. ¿Qué piensas hacer ahora?
En estos días, con el regreso de Hannah, estoy acariciando la idea de otro road trip, esta vez con destino a Melbourne, y con un poco de suerte sin coche destrozado y consiguiente penalización. Sería en febrero porque diciembre y enero los pasaré en Sydney, ahorrando para este y otros posibles viajes y disfrutando los eventos que se avecinan: los fuegos artificiales de fin de año y el concierto del día de Australia (que trae a lo más granado del panorama musical, o por lo menos a los que están dispuestos a venir hasta Australia).
La pregunta iba con segundas, porque lo que quería saber la mujer era si yo estaría disponible para un par de propuestas: ejercer de “embajador” y glosar a los nuevos estudiantes las ventajas y posibilidades de participar en la asociación de estudiantes, participar en el comité que organiza las jornadas de  y ganarme unos dineros empaquetando el regalo de bienvenida de los nuevos estudiantes (una bolsa con un diario, un bolígrafo, un llavero-linterna – esta fue idea mía – y un bloc de post-it).
Y de paso intentar venderme los cursos de Tafe que podría hacer si decido prolongar mi estancia con otro visado de estudiante. Muy interesantes, para qué nos vamos a engañar, pero más interesante sería que me saliera un trabajito bueno como el de Daniel, de lunes a viernes, de 10 a 14, que me pagaran 2500 al mes…
Hay quien dice que van a Roma...
Sin embargo, lo que encuentro son voluntariados marchosos, en los que no me pagan pero me lo paso bien, los dos últimos son, el pasado fin de semana en el parque olímpico con motivo de las carreras de V8 Supercars, que incluían una gran variedad de coches que no sabría distinguir (parecidos a Fórmula 1, parecidos a coches de Rally, parecidos a los Micro Machines…
Hubiera sido más divertido sin tener que trabajar porque me habría podido quedar el fin de semana viendo todas las carreras (aunque eso me hubiera costado perder al menos un 60% de capacidad auditiva) o el madrugón no me habría costado un susto como el que tuve en el tren (que me olvidé el móvil en el asiento y me fui tan contento a casa, suerte que es cutre y está roto, porque gracias a eso lo encontraron en la estación siguiente y lo pude recuperar).

Y el mega evento que todos estábamos esperando, ¡¡Fin de Año!! Me han ofrecido estar en el punto informativo el día 31 por la mañana y a cambio me dan una entrada para ver los fuegos artificiales en primera fila, en la tribuna  reservada para la gente que paga. A ver si lo grabo en vídeo.

martes, 3 de diciembre de 2013

Mi casaaa, teléfonooo, interneeet



Ya estoy instalado en mi nueva choza, choza porque las hormigas se pasean por la alfombra como Pedro por su casa (que digo yo que ya se podrían pasear por la alfombra de Pedro, que no sé que les ha dado con la mía, pero en fin, no nos quejaremos).
La ubicación es inmejorable, ahora que trabajo en los cruceros de noche y en la cafetería de día, me pilla todo a 10 o 15 minutos en bicicleta y como el curso y el festival de Newtown ya se terminaron no tengo que pegarme esas arriesgadas palizas de casi una hora sobre las dos ruedas.
La vista desde la puerta de casa
Tampoco es que me haya pasado nada especialmente interesante en la última semana, así que os hablaré de la casa. Tiene un jardín muy bonito que por lo visto diseñó su propietario para que cada estación ofreciera colores distintos con el florecer de varias plantas y árboles, y también tiene un huerto y un gato.
Cuando fui a Bruselas, me tiré el primer mes en un casoplón de nota cuidando de un gato y también tenía huerto, y el huerto, como el de esta casa, tenía tomates y calabacines que entonces utilicé para hacer gazpacho y crema de calabacín y que aquí aún no he probado pero como diría aquél “tienen una pinta…”
Este giro orgánico y bio-eco-natural del contaminado hacinamiento de la ciudad al reposado ritmo de barrio es tan extremo que no tengo internet, más que el que le robo a mis vecinos (por cierto que esto también tiene sabor belga, vivir dos años gorroneando internet tiene su mérito) y que por supuesto va despacísimo y apenas funciona cuando llueve. O sea, que ando desconectao.
Con este complejo panorama el blog lo tengo descuidado pero al mismo tiempo, me he dado cuenta que es la única cosa que mantengo desde que llegué: de casa he cambiado tres veces, el trabajo lo encontré más tarde y el curso terminó la semana pasada. ¿Querrá decir esto que yo de mayor quiero ser bloguero? Y si así fuera ¿eso qué es lo que es? Para mí, un ejercicio de disciplina y sobre todo la excusa perfecta para no mandar e-mails colectivos, para Víctor me imagino que algo parecido, el de Marta un catártico y ocasional exabrupto satírico (que a muchos nos gustaría leer más a menudo) y para Edu, un espacio más del complejo mundo hacia el que evoluciona su profesión, cada vez más difícil. Pero como los tres son unos grandes, aquí comparto unos enlaces muy suculentos:
El de Victor: elhombresintrenza.blogspot.com
El de Marta: morenaenapuros.blogspot.com
El de Edu y compañía: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/minutoloco/
Buen provecho.

martes, 26 de noviembre de 2013

“No me llames Pancracio, llámame Antonio”

Al grupo de teatro, todo
Lo primero es lo primero, la gente aquí se ha cansado de intentar aprenderse mi nombre y como ninguno es español, parece sencillo encontrarme una semejanza con Antonio Banderas. Como os podréis imaginar, pronunciar “Antouniou” es mucho más sencillo que “sorry, sho… what?” y así treinta veces. Es curioso que me hayan puesto Antonio porque aquel solo “a capela” que causaba furor en el público durante las representaciones de La Cueva de Salamanca ya me bautizaba con este simpático nombre.
Me encantaría compartir esos momentos inolvidables de teatro en los que me ha tocado cantar con mis aptitudes musicales (es la única materia que me quedó para septiembre en el cole, con eso lo digo todo) desde Katiuska (gracias al sentido común del Patata pusimos playback) hasta el foro con el grupo que nunca se llamó Loh Antoniah (que yo salvaba intentando recitar), sin olvidar mi fugaz carrera como estrella de rock interpretando a Robe Iniesta con la complicidad y el talento de Pequeña Piltrafas y su estrella invitada (Carlo, ereh mu grande).
Pero quiero seguir repasando la semana con todas sus novedades: encontré casa y me mudé el miércoles. Para ser el paraíso es un poquito estrecho pero despertarse y ver el mar y las barcas de vela no tiene precio. Y hay un jardín interior con una mesa de esas que se encuentra uno en los merenderos para el desayuno o almuerzo. Ahora solo me queda encontrar el tiempo de sentarme tranquilo a desayunar.
Porque ya tengo otro trabajo (ocasional), en los cruceros por la bahía, sirviendo copas y cervezas a distintos grupos de gente con una plantilla joven de gente majísima (uno de ellos es quien me bautizó Banderas últimamente) y mayoritariamente griegos. Mejor pagado y más divertido de la cafetería, pero de momento mantengo las dos cosas, porque son compatibles.
Y también porque me pusieron una multa el otro día en el autobús. Lejos quedan los días italianos en los que no pagaba el billete (shh, Jordi, no se lo digas a nadie). Lo de la semana pasada fue por no detenerme a leer las reglas. Resulta que los autobuses tienen varias zonas, como en Madrid: A, B1, B2… Y yo estaba viviendo en casa de mi amiga y tomando el autobús con tarifa zona A, porque me parecía a mí que era la correspondiente y porque salía más barato, claro.
No me entretengo en detalles, porque todos sabéis cómo se pone y se recibe una multa. Sólo añadiré que en esta ocasión no me fueron útiles mis estrategias teatrales para escaquearme de la contravención, que están muy severos ahora con el tema (se conoce que la crisis se acerca y aquí también necesitan recaudar). Tan es así que a una compañera de trabajo le cayó otra multa similar antes de ayer.
Mal de muchos…

lunes, 18 de noviembre de 2013

Todo lo bueno se acaba

El curso, los eventos de clase, el festival de Newtown vivir de gorra al lado de la playa...
Pero eso si, los trabajos, los exámenes, el curro, eso parece infinito, y de hecho todavía me queda una semana de fuego.
Yo ganando un premio
De momento, celebrar que los eventos salieron bien, los de toda la clase, que aquí somos un equipo y no estamos para criticar más a los unos porque si tal y a los otros porque si lo siguiente. Fui a la fiesta de disfraces de superhéroes, que estuvo divertida, y gané un cesto de productos Barilla (pasta, diferentes salsas, un mandil y una taza de desayuno, todo muy cuco, así que quedé requetebién con mi madre de acogida (aunque es intolerante al gluten, ahora que lo pienso, igual tendría que hacerle un regalo). La fiesta estuvo muy bien y había un grupo de música en directo. Como os podréis imaginar me marqué unos bailes muy personales para deleite del personal.
Yo pasado por agua
Luego está el festival de Newtown, que estuvo pasado por agua por la mañana y me pilló el temporal rellenando botellas del líquido elemento para repartir entre los voluntarios. Aparte de acabar, como decía el poeta, hecho una sopa, me lo pasé muy bien y yo creo que le saqué partido a un evento que es increíble, el sábado a las 2 de la tarde el parque está vacío, el domingo a las 9 de la mañana hay 300 stands, 3 escenarios de música, un taller de reparación de bicis, exposiciones de artistas locales y 150 voluntarios correteando. Y esta vez no me abrí la cabeza recogiendo, que ya es un progreso.
Yo friendo una tortilla papas
Para terminar, las buenas noticias: ¡encontré casa! (aunque me mudo el próximo martes). El lugar, curioso, muy cerca de la antigua casa, en el mismo barrio rico de Kirribili. En realidad la casa la encontró Fernando, que si no es por él aún estaría viviendo de acople en casa de mi compi de clase (la casa donde hice la empanada que tanto éxito ha recogido en Facebook).
La historia de la casa es la siguiente: se trata del piso de abajo de una casita de tres plantas, completamente independientes entre ellas. En el piso de arriba vive la dueña que es una mujer muy agradable y bien parecida con la que estuvimos hablando un rato el día de la inspección. Dejó caer así a la ligera que su trabajo era escribir, pero no me quedó muy claro. Total que me olvido de ello y ayer me manda Fernando un enlace a su página web, resulta que es conocida, ha sido actriz, modelo, ha escrito para tele y cine, ha vivido en Nueva York, tiene un libro sobre su experiencia en los States y, como diría José Luis Moreno, ha estado en Londres, wuwuwú).
Si todo lo bueno se acaba, habrá que empezar algo nuevo.
Yo he venido aquí a hablar de su libro




sábado, 9 de noviembre de 2013

El discurso

El discurso
A mi hermano, que me enseñó a usar “vaya chapa”. Happy Birthday!
Mi madre de aquí
¿Cómo voy a encontrar casa si no tengo tiempo ni para buscarla?
El lunes me convertí oficialmente en homeless y puede que sea una de las mejores cosas que me han pasado en Sydney. Una compañera de clase me ofreció su casa la semana pasada con la vehemente aseveración de que su madre me había preparado el cuarto y todo. Como no me gusta abusar, intenté encontrar una solución antes pero no había casas disponibles y entre presentar los trabajos que tenía (y aún tengo) que entregar y preparar los exámenes, que empezaron esta semana, el tiempo no me ha sobrado.
Por si alguien se preocupó, así me entretuve tras el golpe
Como guinda del pastel está el Festival de Newtown, que será este domingo y ahora que llegó el apretón final (el rush, como dicen aquí) nos tiene muy atareados (esta semana son 3 días los que voy a ir allí). El trabajo pagado, el de camarero, lo sigo reduciendo al mínimo para vivir, porque la semana no tiene tantas horas.
Pero lo más interesante de esta semana es que teníamos la fiesta de despedida para estudiantes internacionales en TAFE. Me llamaron la semana pasada para confirmar mi presencia porque me habían nominado para un premio y les dije que claro que iba y que muchas gracias (que soy yo muy cumplido). Pero el lunes me llamaron de nuevo:
-          Hola, Zósimo, soy Helen, de la Sección de Estudiantes Internacionales. Quería preguntarte si podrías hacer el discurso de agradecimiento del miércoles en representación de los estudiantes internacionales.
-          Ah, pues estupendo, ¿qué tengo que hacer? ¿me preparo un discurso o me lo dáis vosotros y lo leo?
-          Bueno, te comento, lo suyo sería que hablaras durante, digamos 1 minuto, sobre tu experiencia aquí, lo que te ha gustado de tu curso, el voluntariado o experiencia laboral en tu sector y todo eso. Y por supuesto, el Vote of Thanks a la institución, a los coordinadores de estudiantes internacionales, a todos los profesores y, si quieres, a los tuyos en particular.
-          ¡Un  minuto! Helen, hija mia, que yo tengo mucha labia y en un minuto no me da tiempo a nada.
-          Bueno, si quieres, puedes hablar un poquito más, pero el discurso es el cierre de la ceremonia y va justo antes de los canapés y las cervezas…
-          Mensaje recibido, o sea, que me toca la chapa final que nadie escucha. No problems.
¡Qué nos gusta un festorro!
De prepararlo ni hablamos, 10 minutos antes de que empiece la ceremonia y en la parte de atrás del cuestionario de evaluación, mientras mis ex compañeros de piso comentan la jugada en voz alta, al oído y en una desconcentrante mezcla de inglés, español e italiano.
La ceremonia, como siempre, un plomo, los nominados, en realidad, somos ganadores y el director del College nos da un certificado de excelencia en un excelente marco made in Todoaunleuro y una sudadera con capucha muy molona y corporativa.
Otra foto de la noche del bingo
Y llega el momento, me acuerdo de todos los años de teatro y agradezco mentalmente a todas las personas que me han apoyado, visto, dirigido o involucrado en proyectos teatrales su ayuda, porque no estoy nada nervioso.
Creo que no tardo mucho más de dos minutos, con la espontaneidad que me caracteriza, cierro la charla con un “vaya chapa que os estoy soltando, mejor me callo” seguido de un Thank you, como podría haber sido seguido de un Excuse me, y me bajo a comer.
A la gente le ha gustado, en el aperitivo de después unas estudiantes japonesas se me acercan a felicitarme y todo (¡qué bien me vienen las enseñanzas de Kentaro!). Las profes también me felicitan y hasta mi madre aussie a la que por supuesto invité a la ceremonia, dice que ha sido muy bonito y muy sincero.
Yo me alegro, claro, y como sigan así se me va a subir a la cabeza. Francamente, no me acuerdo de nada de lo que he dicho y tengo la vaga impresión de que ha sido un enmarañado conjunto de frases inconexas.
Pero tengo un jersey nuevo.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Y ahora, ¿qué?

Buena pregunta.
Y así podría acabar mi entrada de hoy, porque de respuestas, como siempre, ando algo escaso.
Por suerte me hago buenas preguntas, muchas y variadas, así que material para colgar el tercer post de la semana me sobra. Empecemos, como en la pirámide de Maslow, por el escalón más básico:
Los arbolitos primaverales cerca de casa
Desde hace ya tiempo, mis necesidades básicas aquí están cubiertas. Tan es así que me decidí hace algo más de tres semanas a mudarme al barrio rico. Para el que no dé crédito, aquí tengo unas cuantas fotos de muestra.
No contaba yo, sin embargo con un pequeño detalle: en el mundo hay mucha gente y algunos son propietarios de las casas en que vivimos de alquiler, y algunas veces a los propietarios les da por tener hijos que se van a vivir a Canberra y deciden volver. Y esos propietarios tienen buen corazón y no van a dejar a sus hijos sin un techo así que deciden que los inquilinos “esos que tan bien me venían cuando mi churumbel estaba en la capital” ahora sobran.
La cocina, superdotada
Resumiendo, que nos han largao del piso. Y ahora, ¿qué? A empezar de nuevo, que si búsqueda, que si mudanza, que si centro, que si periferia, que si apartamento caro con sauna, spa, gimnasio y piscina o casita en las afueras con parquecito y aire puro, que si 150 o 200 (o 250), etc. Y yo que soy un emprendedor nato y decidido, pues no sé qué hacer ni dónde mudarme.
A todo esto, el aviso me lo dan con 2 semanas de antelación y el evento de por medio, seguido de trabajos y exámenes toda esta semana; resultado: cero en búsqueda detenida de apartamento ideal. Solución, o escoger lo primero que se me ofrezca (incluyendo el apartamento del que huí en verano) o buscarme un hotel/hostal/casa de amigo mientras me dura la caza del alojamiento perfecto.
La bahía enfrente del parque al lado de casa
Una vez encuentre casa (la segunda necesidad según Maslow) podré pasar a la tercera, la afiliación, que tiene su miga. Dice wikipedia: amistad, afecto, intimidad sexual. No haré más comentarios, que ya os encargáis en facebook o en privado de afilar el cuchillo al respecto (en que hora se me ocurrió contar la anécdota de la brasileña)
El cuarto peldaño, el del reconocimiento y el éxito, ya lo tengo ganado: las notas son buenas, los profes me piropean y me han elegido de los mejores estudiantes internacionales del cole, aunque tampoco es que tenga mucho mérito, desde que he llegado aquí he asistido a más ceremonias y entregas de premios que la estatuilla de los Oscars. A cualquiera le dan un premio (y a cualquier cosa le llaman premio, ya os contaré si cae algo).
El comedor al lado de la cocina
Y el último, el de la autorrealización, dice Maslow (siempre según wikipedia) que se alcanza cuando se encuentra una justificación o un sentido válido a la vida mediante el desarrollo potencial de una actividad, o sea el clásico ¿qué quieres ser de mayor? Bien, si alguien sabe lo que significa ser mayor y sobre todo sabe lo que quiere, mi más-lowiana enhorabuena.

Yo, por mi parte, os dejo con Búnbury.




jueves, 31 de octubre de 2013

Una en dos: Segunda Parte

 Y llegó el gran día, Bingo Schmingo! Y coincidía con el cumpleaños de mi madre, que por cierto, estuve hablando con ella toda la semana preocupadísimo por si me olvidaba de llamarla con todo el follón. Y ella, como es ella: “no pasa nada, Zó, tu si estás liao a lo tuyo y yo ya me doy por felicitada y hablaremos otro día”. Por supuesto, me acordé, pero vayamos por partes:

La previa
Como en los partidos de fútbol, el día de antes sólo se hablaba de Bingo Schmingo! Llevábamos vendidos a trancas y barrancas unos 80 billetes y cumplíamos justito el mínimo esperado. Además el presentador de la gala nos había dado la semana preguntándonos constantemente detalles sobre su papel e información sobre los juegos y actividades preparadas. Ahí nos pilló el toro, le dimos la información demasiado tarde y poco se pudo hacer para remediarlo.
Como anécdota curiosa, diré que el pollo en cuestión es amigo de una de las integrantes (o miembras) del grupo, que no es la coordinadora pero se ha pasado el semestre intentando serlo, y de ahí que hicieran grupo para criticar el trabajo de la coordinadora (o jefa) y de la responsable de logística.
Como soy muy diplomático, me tocó estar en el medio de la tormenta y si bien logré mantener la amistad con ambas, no tuve tanto éxito a la hora de acercar posturas y enterrar el hacha de guerra. Y como no fumo, ni hablamos ya de la pipa de la paz, claro.
Durante las 48 horas previas al evento, los interesados se multiplicaban y la lista de asistentes no paraba de crecer: el techo era 120 y parecía factible hablar de Sold Out. Y así fue, a las 8 de la tarde, la profesora ordenó cerrar la taquilla. La función podía comenzar.

El gran día
Pero antes, un poco de preparación. Llegamos a las tres de la tarde a colocar la sala, en la bolera que habíamos alquilado, de todo menos facilidades, y la peña pasando de nosotros. El caso es que preparamos una serie de mesas y sillas que acogían a 90 personas y añadimos algo más a los lados, hasta llegar a 100. Obviamente, a las 7 de la tarde, con los asistentes llegando en masa, nos tocó sacar más mesas y más sillas y preparar last minute todo lo necesario.
Saludando al personal
Por fortuna se nos ocurrió poner en las mesas unos cubos de Rubik como parte de la decoración (la idea del bingo era que fuese muy ochentero) y tuvimos a la gente entretenida destrozando los cubos hasta las ocho y media que empezó el show. Con la correspondiente media hora de retraso, como los buenos conciertos de rocanrol.
Y empezó la fiesta, y era estresante porque teníamos que recuperar el tiempo perdido, y el presentador era muy salao, pero un poco lento y aquello tenía pinta de que no se iba a resolver y en el descanso decidimos eliminar un juego y cuando regresamos no nos hizo caso y de mala manera tocó recortar los bingos y en el último tuvimos dos ganadores y luego la rifa, que había 10 premios y aquello parecía interminable.
Y para rematar, a la “coordinadora en la sombra” le dio por sacarnos a todos al escenario a saludar y marcarse un discurso de agradecimiento cuando ya estábamos 15 minutos por encima del final previsto y la mitad de la gente ya se había marchado de sus asientos. Y tras esta lamentable imagen, todo terminó

Pero la profe nos dijo que había estado bien, o sea, que no suspendo!

After party
Caput, capitis, claaaro
Tras el éxito a recoger y, si nos queda fuerza nos vamos de juerga. Venga, hecho, ¡vamos a darle vida! Total que me emociono para retirar mesas y sillas lo más rápido posible y en un clamoroso fallo de cálculo me estampo contra una puerta de cristal. Valiente imbésil.
Eso sí, aquí son de un exagerado que da miedo, llamando a la ambulancia y todo, como si esto fuera yo que sé.
Para vuestra tranquilidad, el golpe, en lugar de dejarme tonto (más de lo que estoy es imposible) me ayudó a recordar el cumpleaños de mi madre, ahí entendí por qué se dice caer en la cuenta y se acompaña con una palmadita en la frente.
Por supuesto, nada de fiesta, a casita a dormir y mañana será otro día.

lunes, 28 de octubre de 2013

Uno en dos: Primera Parte

En lugar de escribir una entrada y matar dos pájaros de un tiro, el clásico dos en uno, voy a dividir la entrada de hoy en dos capítulos, porque es fin de semana, porque llevo una semana de retraso y porque tengo bastantes anécdotas que contar (y porque me da la gana, que parece que hay que explicarlo todo, oye).
Llevaba como un mes con la cosa de preparar el evento, que si Bingo por aquí que si Schmingo! por allá, pero sin mucha gana tampoco.  ¿Cómo? Resulta que las guerrillas internas estaban desgastando un poco la ilusión del grupo y mi circunstancia personal tampoco contribuía demasiado, por implicación en varios fregaos que detallo a continuación:
El programa del taller
Me invitaron a un seminario-taller sobre cómo desarrollar posibilidades de prácticas en Sydney para estudiantes internacionales. Lo de siempre, trabajar de gratis para una empresa que luego no te contrata, con el agravante de que aquí no puedes quedarte bajo el estatuto de estudiante en prácticas a menos que las prácticas formen parte del plan de estudios (lo que significa exactamente lo que estáis pensando, que además de trabajar gratis, tienes que pagar las tasas del curso, que como ya os habré comentado son 10 veces más caras que para un estudiante local).
Lo mejor del taller fue el networking; conocí a algunos miembros de TAFE, la escuela en la que estudio, y que nos invitaron a un cocktail en la parte de atrás de la Ópera, que es posiblemente el lugar más increíble de la ciudad para ver el atardecer. Por supuesto, no tengo ni una foto para documentarlo porque “esa cámara tan guapa que tengo” pesa un riñón y da una pereza ir cargado con ella a todos lados que nunca saco buenas fotos.
Tras ello, y con 4 días de antelación, me llaman de TAFE dos veces (una mi profe de derecho, que es responsable de estudiantes internacionales; y otra la mujer que conocí en el taller) para invitarme a un encuentro con el evaluador que va a otorgar el premio a la mejor institución educativa para estudiantes internacionales de Australia: Un almuerzo-presentación de las virtudes de la escuela en el que querían incluir algo exótico como la presencia de estudiantes que verificaran el discurso oficial.
Peliculón: La gran belleza
Posibilidad de meter baza en la charla: menos del 1%. Cuando me preguntaron, contesté lo mejor que pude (sin mencionar la odisea inicial de tener que cambiarme de curso que tan graciosa me parece ahora) y me dediqué a disfrutar de la comida, que el restaurante de la escuela es muy bueno.
Y para rematar, las prácticas en el Festival de Newtown, que son todos los miércoles de 9 a 5, el trabajo en el café-restaurante que es sábados y domingos, el festival de cine italiano (que fui a ver La gran belleza y me gustó mucho), ayudar al resto de compañeros del curso con sus eventos…
Total, que llegó el día del evento y todo lo tranquilos que estábamos todos se nos pasó de golpe con el frenético sprint final... Pero eso es materia de otra postal.

miércoles, 16 de octubre de 2013

EnCasillaDos

El otro día escribí el post más divertido de la historia de los blogs (o blogues) porque me quedé tirado en la calle después del trabajo sin llaves de casa y como único entretenimiento tenía el móvil. Fíese usted de las nuevas tecnologías... Por supuesto todo lo que escribí se perdió en el agujero negro digital donde van todos los documentos buenos que tienen la suerte o desgracia de no ser guardados en el disco duro. Podríamos hablar del aborto digital pero tampoco estoy tan enfadado como para escribir una tesis al respecto.
Los compis de clase, ayudando en la difusión #fotosquenovienenacuento
Lo que contaba entonces, con mucha más gracia que ahora, era la incómoda situación de quedarme sin llaves de casa dos días seguidos y la mala suerte de vivir con nada más que otras 3 personas (posiblemente lo único que echo de menos de mi casa en el centro es que se podía entrar a cualquier hora con o sin llaves).
El caso es que la primera semana en mi nueva morada me deparó una serie interminable de eventos en el centro y los alrededores de Sydney, por lo que tampoco he tenido tiempo para descubrir el barrio.
Si a eso le sumamos el ajetreo del mes de octubre con el evento y el voluntariado en el Festival de Newtown el resultado es que lo único que he ganado con el cambio son unas piernas duras como el acero, porque me paso el día cruzando el Harbour Bridge en bicicleta (de momento despacito y viendo como todos los demás ciclistas me superan sin despeinarse mientras yo sudo como un pollino).
Creo que también contaba en el post que nunca publicaré algo sobre la quinceañera situación de que una chica brasileña me diera su numero de teléfono escrito en un papelito a la salida del autobús, sobre el excelente paquete de productos italianos que me agencié en el Festival de Cine Italiano (Barilla, Lavazza, y tantas otras marcas de similar caché) y la posible visita del próximo viernes al equipo de fútbol de Sydney, con la intención de echarme una foto con Alessandro Del Piero.
La reflexión, visto que el post de entonces trataba de nuevo desgraciados avatares de mi vida, es que estoy encasillado, tanto como Antonio Resines (o su alter ego Carlos Escaño) y tanto como empanadillados estaban aquellos cómicos. Y la moraleja es que las entradas más divertidas son las que se escriben en el momento, sin darle muchas vueltas (por cierto, estupenda excusa para dilatar mis posts semanales).
Oíiiii, fijaT!