En lugar de escribir una entrada y matar dos pájaros de un
tiro, el clásico dos en uno, voy a dividir la entrada de hoy en dos
capítulos, porque es fin de semana, porque llevo una semana de retraso y porque
tengo bastantes anécdotas que contar (y porque me da la gana, que parece que
hay que explicarlo todo, oye).
Llevaba como un mes con la cosa de preparar el evento, que si Bingo por aquí que si
Schmingo! por allá, pero sin mucha gana tampoco. ¿Cómo? Resulta que las guerrillas internas
estaban desgastando un poco la ilusión del grupo y mi circunstancia personal
tampoco contribuía demasiado, por implicación en varios fregaos que detallo a
continuación:
El programa del taller |
Me invitaron a un seminario-taller sobre cómo desarrollar
posibilidades de prácticas en Sydney para estudiantes internacionales. Lo de siempre, trabajar de gratis para una empresa que luego no te contrata, con el
agravante de que aquí no puedes quedarte bajo el estatuto de estudiante en
prácticas a menos que las prácticas formen parte del plan de estudios (lo que
significa exactamente lo que estáis pensando, que además de trabajar gratis,
tienes que pagar las tasas del curso, que como ya os habré comentado son 10
veces más caras que para un estudiante local).
Lo mejor del taller fue el networking; conocí a algunos miembros de
TAFE, la escuela en la que estudio, y que nos invitaron a un cocktail en la parte de atrás de la Ópera, que es posiblemente el lugar más increíble de
la ciudad para ver el atardecer. Por supuesto, no tengo ni una foto para
documentarlo porque “esa cámara tan guapa que tengo” pesa un riñón y da una
pereza ir cargado con ella a todos lados que nunca saco buenas fotos.
Tras ello, y con 4 días de antelación, me llaman de TAFE dos
veces (una mi profe de derecho, que es responsable de estudiantes internacionales;
y otra la mujer que conocí en el taller) para invitarme a un encuentro con el
evaluador que va a otorgar el premio a la mejor institución educativa para estudiantes
internacionales de Australia: Un almuerzo-presentación de las virtudes de la
escuela en el que querían incluir algo exótico como la presencia de estudiantes
que verificaran el discurso oficial.
Peliculón: La gran belleza |
Posibilidad de meter baza en la charla: menos del 1%. Cuando
me preguntaron, contesté lo mejor que pude (sin mencionar la odisea inicial de tener
que cambiarme de curso que tan graciosa me parece ahora) y me dediqué a
disfrutar de la comida, que el restaurante de la escuela es muy bueno.
Y para rematar, las prácticas en el Festival de Newtown, que
son todos los miércoles de 9 a 5, el trabajo en el café-restaurante que es
sábados y domingos, el festival de cine italiano (que fui a ver La gran belleza
y me gustó mucho), ayudar al resto de compañeros del curso con sus eventos…
Total, que llegó el día del evento y todo lo tranquilos que estábamos todos se nos pasó de golpe con el frenético sprint final... Pero eso es materia de otra postal.
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