martes, 26 de noviembre de 2013

“No me llames Pancracio, llámame Antonio”

Al grupo de teatro, todo
Lo primero es lo primero, la gente aquí se ha cansado de intentar aprenderse mi nombre y como ninguno es español, parece sencillo encontrarme una semejanza con Antonio Banderas. Como os podréis imaginar, pronunciar “Antouniou” es mucho más sencillo que “sorry, sho… what?” y así treinta veces. Es curioso que me hayan puesto Antonio porque aquel solo “a capela” que causaba furor en el público durante las representaciones de La Cueva de Salamanca ya me bautizaba con este simpático nombre.
Me encantaría compartir esos momentos inolvidables de teatro en los que me ha tocado cantar con mis aptitudes musicales (es la única materia que me quedó para septiembre en el cole, con eso lo digo todo) desde Katiuska (gracias al sentido común del Patata pusimos playback) hasta el foro con el grupo que nunca se llamó Loh Antoniah (que yo salvaba intentando recitar), sin olvidar mi fugaz carrera como estrella de rock interpretando a Robe Iniesta con la complicidad y el talento de Pequeña Piltrafas y su estrella invitada (Carlo, ereh mu grande).
Pero quiero seguir repasando la semana con todas sus novedades: encontré casa y me mudé el miércoles. Para ser el paraíso es un poquito estrecho pero despertarse y ver el mar y las barcas de vela no tiene precio. Y hay un jardín interior con una mesa de esas que se encuentra uno en los merenderos para el desayuno o almuerzo. Ahora solo me queda encontrar el tiempo de sentarme tranquilo a desayunar.
Porque ya tengo otro trabajo (ocasional), en los cruceros por la bahía, sirviendo copas y cervezas a distintos grupos de gente con una plantilla joven de gente majísima (uno de ellos es quien me bautizó Banderas últimamente) y mayoritariamente griegos. Mejor pagado y más divertido de la cafetería, pero de momento mantengo las dos cosas, porque son compatibles.
Y también porque me pusieron una multa el otro día en el autobús. Lejos quedan los días italianos en los que no pagaba el billete (shh, Jordi, no se lo digas a nadie). Lo de la semana pasada fue por no detenerme a leer las reglas. Resulta que los autobuses tienen varias zonas, como en Madrid: A, B1, B2… Y yo estaba viviendo en casa de mi amiga y tomando el autobús con tarifa zona A, porque me parecía a mí que era la correspondiente y porque salía más barato, claro.
No me entretengo en detalles, porque todos sabéis cómo se pone y se recibe una multa. Sólo añadiré que en esta ocasión no me fueron útiles mis estrategias teatrales para escaquearme de la contravención, que están muy severos ahora con el tema (se conoce que la crisis se acerca y aquí también necesitan recaudar). Tan es así que a una compañera de trabajo le cayó otra multa similar antes de ayer.
Mal de muchos…

lunes, 18 de noviembre de 2013

Todo lo bueno se acaba

El curso, los eventos de clase, el festival de Newtown vivir de gorra al lado de la playa...
Pero eso si, los trabajos, los exámenes, el curro, eso parece infinito, y de hecho todavía me queda una semana de fuego.
Yo ganando un premio
De momento, celebrar que los eventos salieron bien, los de toda la clase, que aquí somos un equipo y no estamos para criticar más a los unos porque si tal y a los otros porque si lo siguiente. Fui a la fiesta de disfraces de superhéroes, que estuvo divertida, y gané un cesto de productos Barilla (pasta, diferentes salsas, un mandil y una taza de desayuno, todo muy cuco, así que quedé requetebién con mi madre de acogida (aunque es intolerante al gluten, ahora que lo pienso, igual tendría que hacerle un regalo). La fiesta estuvo muy bien y había un grupo de música en directo. Como os podréis imaginar me marqué unos bailes muy personales para deleite del personal.
Yo pasado por agua
Luego está el festival de Newtown, que estuvo pasado por agua por la mañana y me pilló el temporal rellenando botellas del líquido elemento para repartir entre los voluntarios. Aparte de acabar, como decía el poeta, hecho una sopa, me lo pasé muy bien y yo creo que le saqué partido a un evento que es increíble, el sábado a las 2 de la tarde el parque está vacío, el domingo a las 9 de la mañana hay 300 stands, 3 escenarios de música, un taller de reparación de bicis, exposiciones de artistas locales y 150 voluntarios correteando. Y esta vez no me abrí la cabeza recogiendo, que ya es un progreso.
Yo friendo una tortilla papas
Para terminar, las buenas noticias: ¡encontré casa! (aunque me mudo el próximo martes). El lugar, curioso, muy cerca de la antigua casa, en el mismo barrio rico de Kirribili. En realidad la casa la encontró Fernando, que si no es por él aún estaría viviendo de acople en casa de mi compi de clase (la casa donde hice la empanada que tanto éxito ha recogido en Facebook).
La historia de la casa es la siguiente: se trata del piso de abajo de una casita de tres plantas, completamente independientes entre ellas. En el piso de arriba vive la dueña que es una mujer muy agradable y bien parecida con la que estuvimos hablando un rato el día de la inspección. Dejó caer así a la ligera que su trabajo era escribir, pero no me quedó muy claro. Total que me olvido de ello y ayer me manda Fernando un enlace a su página web, resulta que es conocida, ha sido actriz, modelo, ha escrito para tele y cine, ha vivido en Nueva York, tiene un libro sobre su experiencia en los States y, como diría José Luis Moreno, ha estado en Londres, wuwuwú).
Si todo lo bueno se acaba, habrá que empezar algo nuevo.
Yo he venido aquí a hablar de su libro




sábado, 9 de noviembre de 2013

El discurso

El discurso
A mi hermano, que me enseñó a usar “vaya chapa”. Happy Birthday!
Mi madre de aquí
¿Cómo voy a encontrar casa si no tengo tiempo ni para buscarla?
El lunes me convertí oficialmente en homeless y puede que sea una de las mejores cosas que me han pasado en Sydney. Una compañera de clase me ofreció su casa la semana pasada con la vehemente aseveración de que su madre me había preparado el cuarto y todo. Como no me gusta abusar, intenté encontrar una solución antes pero no había casas disponibles y entre presentar los trabajos que tenía (y aún tengo) que entregar y preparar los exámenes, que empezaron esta semana, el tiempo no me ha sobrado.
Por si alguien se preocupó, así me entretuve tras el golpe
Como guinda del pastel está el Festival de Newtown, que será este domingo y ahora que llegó el apretón final (el rush, como dicen aquí) nos tiene muy atareados (esta semana son 3 días los que voy a ir allí). El trabajo pagado, el de camarero, lo sigo reduciendo al mínimo para vivir, porque la semana no tiene tantas horas.
Pero lo más interesante de esta semana es que teníamos la fiesta de despedida para estudiantes internacionales en TAFE. Me llamaron la semana pasada para confirmar mi presencia porque me habían nominado para un premio y les dije que claro que iba y que muchas gracias (que soy yo muy cumplido). Pero el lunes me llamaron de nuevo:
-          Hola, Zósimo, soy Helen, de la Sección de Estudiantes Internacionales. Quería preguntarte si podrías hacer el discurso de agradecimiento del miércoles en representación de los estudiantes internacionales.
-          Ah, pues estupendo, ¿qué tengo que hacer? ¿me preparo un discurso o me lo dáis vosotros y lo leo?
-          Bueno, te comento, lo suyo sería que hablaras durante, digamos 1 minuto, sobre tu experiencia aquí, lo que te ha gustado de tu curso, el voluntariado o experiencia laboral en tu sector y todo eso. Y por supuesto, el Vote of Thanks a la institución, a los coordinadores de estudiantes internacionales, a todos los profesores y, si quieres, a los tuyos en particular.
-          ¡Un  minuto! Helen, hija mia, que yo tengo mucha labia y en un minuto no me da tiempo a nada.
-          Bueno, si quieres, puedes hablar un poquito más, pero el discurso es el cierre de la ceremonia y va justo antes de los canapés y las cervezas…
-          Mensaje recibido, o sea, que me toca la chapa final que nadie escucha. No problems.
¡Qué nos gusta un festorro!
De prepararlo ni hablamos, 10 minutos antes de que empiece la ceremonia y en la parte de atrás del cuestionario de evaluación, mientras mis ex compañeros de piso comentan la jugada en voz alta, al oído y en una desconcentrante mezcla de inglés, español e italiano.
La ceremonia, como siempre, un plomo, los nominados, en realidad, somos ganadores y el director del College nos da un certificado de excelencia en un excelente marco made in Todoaunleuro y una sudadera con capucha muy molona y corporativa.
Otra foto de la noche del bingo
Y llega el momento, me acuerdo de todos los años de teatro y agradezco mentalmente a todas las personas que me han apoyado, visto, dirigido o involucrado en proyectos teatrales su ayuda, porque no estoy nada nervioso.
Creo que no tardo mucho más de dos minutos, con la espontaneidad que me caracteriza, cierro la charla con un “vaya chapa que os estoy soltando, mejor me callo” seguido de un Thank you, como podría haber sido seguido de un Excuse me, y me bajo a comer.
A la gente le ha gustado, en el aperitivo de después unas estudiantes japonesas se me acercan a felicitarme y todo (¡qué bien me vienen las enseñanzas de Kentaro!). Las profes también me felicitan y hasta mi madre aussie a la que por supuesto invité a la ceremonia, dice que ha sido muy bonito y muy sincero.
Yo me alegro, claro, y como sigan así se me va a subir a la cabeza. Francamente, no me acuerdo de nada de lo que he dicho y tengo la vaga impresión de que ha sido un enmarañado conjunto de frases inconexas.
Pero tengo un jersey nuevo.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Y ahora, ¿qué?

Buena pregunta.
Y así podría acabar mi entrada de hoy, porque de respuestas, como siempre, ando algo escaso.
Por suerte me hago buenas preguntas, muchas y variadas, así que material para colgar el tercer post de la semana me sobra. Empecemos, como en la pirámide de Maslow, por el escalón más básico:
Los arbolitos primaverales cerca de casa
Desde hace ya tiempo, mis necesidades básicas aquí están cubiertas. Tan es así que me decidí hace algo más de tres semanas a mudarme al barrio rico. Para el que no dé crédito, aquí tengo unas cuantas fotos de muestra.
No contaba yo, sin embargo con un pequeño detalle: en el mundo hay mucha gente y algunos son propietarios de las casas en que vivimos de alquiler, y algunas veces a los propietarios les da por tener hijos que se van a vivir a Canberra y deciden volver. Y esos propietarios tienen buen corazón y no van a dejar a sus hijos sin un techo así que deciden que los inquilinos “esos que tan bien me venían cuando mi churumbel estaba en la capital” ahora sobran.
La cocina, superdotada
Resumiendo, que nos han largao del piso. Y ahora, ¿qué? A empezar de nuevo, que si búsqueda, que si mudanza, que si centro, que si periferia, que si apartamento caro con sauna, spa, gimnasio y piscina o casita en las afueras con parquecito y aire puro, que si 150 o 200 (o 250), etc. Y yo que soy un emprendedor nato y decidido, pues no sé qué hacer ni dónde mudarme.
A todo esto, el aviso me lo dan con 2 semanas de antelación y el evento de por medio, seguido de trabajos y exámenes toda esta semana; resultado: cero en búsqueda detenida de apartamento ideal. Solución, o escoger lo primero que se me ofrezca (incluyendo el apartamento del que huí en verano) o buscarme un hotel/hostal/casa de amigo mientras me dura la caza del alojamiento perfecto.
La bahía enfrente del parque al lado de casa
Una vez encuentre casa (la segunda necesidad según Maslow) podré pasar a la tercera, la afiliación, que tiene su miga. Dice wikipedia: amistad, afecto, intimidad sexual. No haré más comentarios, que ya os encargáis en facebook o en privado de afilar el cuchillo al respecto (en que hora se me ocurrió contar la anécdota de la brasileña)
El cuarto peldaño, el del reconocimiento y el éxito, ya lo tengo ganado: las notas son buenas, los profes me piropean y me han elegido de los mejores estudiantes internacionales del cole, aunque tampoco es que tenga mucho mérito, desde que he llegado aquí he asistido a más ceremonias y entregas de premios que la estatuilla de los Oscars. A cualquiera le dan un premio (y a cualquier cosa le llaman premio, ya os contaré si cae algo).
El comedor al lado de la cocina
Y el último, el de la autorrealización, dice Maslow (siempre según wikipedia) que se alcanza cuando se encuentra una justificación o un sentido válido a la vida mediante el desarrollo potencial de una actividad, o sea el clásico ¿qué quieres ser de mayor? Bien, si alguien sabe lo que significa ser mayor y sobre todo sabe lo que quiere, mi más-lowiana enhorabuena.

Yo, por mi parte, os dejo con Búnbury.