jueves, 17 de marzo de 2022

Comentarios - La ignorancia

 Me he encontrado por casa con dos libros de Milan Kundera, al que leí de pequeño (bueno, adolescente) con resultado desigual (creo recordar que me gustó el libro hasta la mitad y me costó terminarlo... era La insoportable levedad del ser). Y mi sensación también es desigual. Confío en haber entendido mejor, al menos me he acercado más a su figura de checo emigrado y afincado en París, por lo que he conectado al artista con la obra.

La clave del título, la ignorancia, rezuma por cada situación y personaje del libro. Ya nada más empezar, en el diálogo entre dos amigas, una francesa y otra checa pero residente en París:

-Pero, Sylvie, no se trata solo de las cosas prácticas, de mi empleo y de mi casa. Vivo aquí desde hace veinte años. Es aquí donde tengo mi vida.
-¡En tu país se vive una revolución!
Lo dijo en un tono que no admitía réplica. Después calló. Con su silencio quería decirle a Irena que no se debe desertar ante los grandes acontecimientos.
-Pero, si regreso a mi país, no volveremos a vernos nunca más -dijo Irena para poner a su amiga en un aprieto.
Esa demagogia sentimental hizo mella. La voz de Sylvie se enterneció.

Leyendo esto, me rebelo contra el autor y sus interpretaciones que salpican todo el diálogo. Me da la impresión de que se avergüenza de emplear sentimientos humanos y tiene que teñirlos de comentarios intelectuales para justificar su aparición. Esto supongo que será una cosa mía y que no tendrá nada que ver con Kundera, pero no he podido evitar pensarlo.

Otro muy buen ejemplo de la ignorancia se muestra cuando el marido sueco de la emigrada checa, sin haberla consultado, le cuenta que ha propuesto que su empresa abra sede en Praga para que así ella pueda volver a su país. Vamos, un mansplaining antes de que se generalizara la palabreja.

-Me encanta la idea de conocer a fondo tu ciudad -dijo.
En lugar de alegrarse, ella sintió como una vaga amenaza.
-¿Mi ciudad? Praga ya no es mi ciudad -contestó ella
(...)
-Pero, ¿qué dices? -protestó el-. ¿Cuál es entonces tu ciudad?
-París! Aquí es donde te conocí. Donde vivo contigo.
Como si no la escuchara, le acarició la mano. "Acéptalo como un regalo. Si tú no puedes ir allá, yo te serviré de vínculo con tu país perdido. ¡Me harías feliz!"

Bueno, dejando de lado ese "como si no la escuchara" que insiste en esa masculinidad hegemónica del personaje (es quien decide, quien trabaja, quien sabe lo que su mujer necesita, etc...), el autor quiere también hablar del fenómeno de la emigración y la dificultad de arraigar o de entender el arraigo.

Durante toda la obra aparece La Odisea como el ejemplo canónico del emigrante que regresa y las dificultades que enfrenta en ese camino, diferenciándolo claro de unos personajes que realmente, al contrario que el griego, no parecen tener muchas ganas de regresar a su Ítaca checa.

Por ahí también está la memoria, el salto en el tiempo que supone amputar 20 años de una vida para volver (si es que se puede volver) con la frente marchita a las viejas amistades y a los viejos discursos (dictadura, capitalismo, comunismo, revolución, etc). 

Mucho contenido en un texto breve, fragmentado y saltarín que viaja de un lado para otro sin terminar de poner el rumbo a Ítaca.


viernes, 11 de marzo de 2022

Canon a siete voces

Samuel se sienta frente al teclado e intenta por un instante convertirse en Mykyta, o en Yakiv, o en Orynko. El primero podría ser un padre de familia numerosa, el segundo un joven estudiante, quizás de arquitectura, la tercera una abuela seria y categórica con muchas historias a su espalda.

Orynko podría contar la historia de su hermana Kalyna, deportada a finales de los 70 por exigir a Rusia que respetara la independencia ucraniana. O la de su sobrina Ohla, que participó en la huelga de hambre del Maidán en el año 90. O la historia de su nieto Dmytro, que hace unos días se marchó de Mariupol porque aún no ha cumplido los 18 años.

Pero no lo consigue. Aunque quiera, Samuel no puede evitar la distancia que separa su cómoda casa en la montaña, con su cocina de gas, su calefacción de gas, su calentador de gas... La distancia, decía, que lo separa de los fríos campos de Polonia, a menos de 500 km de Auschwitz, donde quizá estuvo su bisabuelo. Ese del que nunca le han hablado.

Y piensa en Orynko y en Dmytro y en las miles de Orynkos y Dmytros sin voz. En sus rostros, que llenan los televisores y las radios y las redes sociales de aquí como si eso pudiera quitarnos las legañas después de un sueño culpable y silencioso. Y se alegra de no haber elegido a Mykyta, reclutado a la fuerza en Dnipro, o a Yakiv voluntario para defender Kiev por unas horas en negras barricadas.

Y casi se avergüenza. 

Él. 

El único personaje de esta historia que puede permitirse la vergüenza.

miércoles, 9 de marzo de 2022

Comentarios - Rosalía feminista

No hay mejor manera de celebrar un 8M en Galicia que leyendo a Rosalía de Castro, y más teniendo la suerte de que me regalaran este libro de poemas: Rosalía feminista.

Bajo este título se recoge la antología que Helena González Fernández hace de la más célebre escritora gallega, Rosalía de Castro. Es una selección muy cuidada que recoge poemas principalmente de sus tres grandes poemarios: Cantares gallegos, Follas novas y En las orillas del Sar, respetando la lengua (o sea, manteniendo en castellano los poemas de En las orillas del Sar y en gallego los demás).

Unos con la calumnia le mancharon,
otros falsos amores le han mentido, 
y aunque dudo si algunos le han querido,
de cierto sé que todos le olvidaron.
Sólo sufrió sin gloria ni esperanza,
cuanto puede sufrir un ser viviente;
¿por qué le preguntáis qué amores siente
y no qué odios alimentan su venganza?
                                        (de En las orillas del Sar)

Ya en la introducción se nos propone un esquema a modo de guía para leer a esta Rosalía feminista. Leer a Rosalía desde un triángulo de furias cuyos ejes son la reivindicación de las mujeres, la reivindicación de Galicia por parte de una joven gallega y la denuncia de la precariedad, de la injusticia con la gente más vulnerable.

Todo ello contextualizando o recontextualizando a la escritora en su época y con un final optimista que quiere ser también un mensaje a las herederas del feminismo: Se podes bailar, é a túa revolución.

Deixade as herbas,
que o que eu quería
era ir cal todas
á romería.
I alí con aire 
dar cada volta!
Os ollos baixos, 
a perna solta.
Pés lixeiriños,
corpo direito;
pero, Santiña...,
non lle dou xeito!
            (de Cantares Gallegos)

También resalta el concepto creado por Rosalía de las viudas de vivo, mujeres que quedaron en Galicia solas, mientras sus maridos emigraban. Mujeres que no los esperarían, que mirarían al desolado futuro de la tierra y construirían, quizá alguno de esos clichés nostálgicos y morriñentos.

Este vaise y aquel vaise
e todos, todos se van.
Galicia sin homes quedas
que te poidan traballar.
Tes en cambio orfos e orfas
en campos de soledad,
e nais que non teñen fillos
e fillos que non ten pais.
E tes corazóns que sufren
longas ausencias mortás,
viúdas de vivos e mortos
que ninguén consolará.
                    (de Follas Novas)
 


viernes, 4 de marzo de 2022

Ayer

 Ayer, mientras caían las bombas sobre la central nuclear de Zaporiyia, a eso de las siete de la tarde, sonó el timbre. Eran de la comisión de fiestas, que venían a recoger la contribución de todo el vecindario. "Después de dos años sin fiestas tenemos que volver por todo lo alto" me dijo la más joven con un gritito agudo. Pensé que era una frivolidad hablar de las fiestas y las invité a tomar café. Para cuando se marcharon hacía un buen rato que sabía que el frívolo era yo.