jueves, 31 de octubre de 2013

Una en dos: Segunda Parte

 Y llegó el gran día, Bingo Schmingo! Y coincidía con el cumpleaños de mi madre, que por cierto, estuve hablando con ella toda la semana preocupadísimo por si me olvidaba de llamarla con todo el follón. Y ella, como es ella: “no pasa nada, Zó, tu si estás liao a lo tuyo y yo ya me doy por felicitada y hablaremos otro día”. Por supuesto, me acordé, pero vayamos por partes:

La previa
Como en los partidos de fútbol, el día de antes sólo se hablaba de Bingo Schmingo! Llevábamos vendidos a trancas y barrancas unos 80 billetes y cumplíamos justito el mínimo esperado. Además el presentador de la gala nos había dado la semana preguntándonos constantemente detalles sobre su papel e información sobre los juegos y actividades preparadas. Ahí nos pilló el toro, le dimos la información demasiado tarde y poco se pudo hacer para remediarlo.
Como anécdota curiosa, diré que el pollo en cuestión es amigo de una de las integrantes (o miembras) del grupo, que no es la coordinadora pero se ha pasado el semestre intentando serlo, y de ahí que hicieran grupo para criticar el trabajo de la coordinadora (o jefa) y de la responsable de logística.
Como soy muy diplomático, me tocó estar en el medio de la tormenta y si bien logré mantener la amistad con ambas, no tuve tanto éxito a la hora de acercar posturas y enterrar el hacha de guerra. Y como no fumo, ni hablamos ya de la pipa de la paz, claro.
Durante las 48 horas previas al evento, los interesados se multiplicaban y la lista de asistentes no paraba de crecer: el techo era 120 y parecía factible hablar de Sold Out. Y así fue, a las 8 de la tarde, la profesora ordenó cerrar la taquilla. La función podía comenzar.

El gran día
Pero antes, un poco de preparación. Llegamos a las tres de la tarde a colocar la sala, en la bolera que habíamos alquilado, de todo menos facilidades, y la peña pasando de nosotros. El caso es que preparamos una serie de mesas y sillas que acogían a 90 personas y añadimos algo más a los lados, hasta llegar a 100. Obviamente, a las 7 de la tarde, con los asistentes llegando en masa, nos tocó sacar más mesas y más sillas y preparar last minute todo lo necesario.
Saludando al personal
Por fortuna se nos ocurrió poner en las mesas unos cubos de Rubik como parte de la decoración (la idea del bingo era que fuese muy ochentero) y tuvimos a la gente entretenida destrozando los cubos hasta las ocho y media que empezó el show. Con la correspondiente media hora de retraso, como los buenos conciertos de rocanrol.
Y empezó la fiesta, y era estresante porque teníamos que recuperar el tiempo perdido, y el presentador era muy salao, pero un poco lento y aquello tenía pinta de que no se iba a resolver y en el descanso decidimos eliminar un juego y cuando regresamos no nos hizo caso y de mala manera tocó recortar los bingos y en el último tuvimos dos ganadores y luego la rifa, que había 10 premios y aquello parecía interminable.
Y para rematar, a la “coordinadora en la sombra” le dio por sacarnos a todos al escenario a saludar y marcarse un discurso de agradecimiento cuando ya estábamos 15 minutos por encima del final previsto y la mitad de la gente ya se había marchado de sus asientos. Y tras esta lamentable imagen, todo terminó

Pero la profe nos dijo que había estado bien, o sea, que no suspendo!

After party
Caput, capitis, claaaro
Tras el éxito a recoger y, si nos queda fuerza nos vamos de juerga. Venga, hecho, ¡vamos a darle vida! Total que me emociono para retirar mesas y sillas lo más rápido posible y en un clamoroso fallo de cálculo me estampo contra una puerta de cristal. Valiente imbésil.
Eso sí, aquí son de un exagerado que da miedo, llamando a la ambulancia y todo, como si esto fuera yo que sé.
Para vuestra tranquilidad, el golpe, en lugar de dejarme tonto (más de lo que estoy es imposible) me ayudó a recordar el cumpleaños de mi madre, ahí entendí por qué se dice caer en la cuenta y se acompaña con una palmadita en la frente.
Por supuesto, nada de fiesta, a casita a dormir y mañana será otro día.

2 comentarios:

  1. Mira que no salir de juerga por un simple golpe en la cabeza! Se me está haciendo mayor, Don Zósimo!

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