miércoles, 4 de agosto de 2021

Comentarios - La familia Karnowsky

 Otro libro de judíos de los que me presta mi tía. Reconozco que es un mundo interesantísimo y claro, saben narrar los años 30 y 40 del siglo XX con una cantidad de detalles asombrosa. También los años previos, que son muy iluminadores sobre los orígenes de la Segunda Guerra Mundial.

En este caso se trata de un escritor judío polaco, Israel Yehoshua Singer, emigrado en los años 30, que murió en Nueva York en 1944. Además de novelista, Singer fue también corresponsal, lo que se aprecia en su estilo culto y directo, muy ameno y de lectura ágil. Características que me han permitido leer este libro en poco tiempo pese a sus 500 páginas y otros tantos personajes.

La trama consiste en seguir la vida de la familia Karnowsky, en concreto de tres varones: David, Georg y Yegor (Joachim Georg), aunque en realidad la obra trata sobre Georg, su padre David y su hijo Yegor. Cada uno de los tres Karnowsky comparte algo con sus predecesores (tanto físicamente como en carácter) que lo hace incompatible con la autoridad paterna. Es muy simpático ver cómo funciona el mismo recurso a lo largo de toda la novela sin hacerse pesado o reiterativo. De hecho el libro comienza así:

Los Karnowsky de la Gran Polonia eran conocidos como hombres obstinados y polemistas, aunque también estudiosos y cultivados, sin duda unas mentes de hierro.

En su despejada frente de estudiosos y en sus ojos negros como el carbón, hundidos e inquietos, llevaban inscrito su genio. La obstinación y el espíritu polemista se reflejaban en sus apéndices nasales: unas narices poderosas, de gran tamaño, que sobresalían como un asomo de burla e insolencia de su enjuto y huesudo semblante...

Ya desde el principio vemos que el autor no le va a dedicar mucho protagonismo a las mujeres, aunque aparezcan muchas a lo largo de toda la novela. Y evidentemente, el lugar será el clásico de la Biblia (o la Torá, supongo) donde la mujer o bien es una madre abnegada, fiel y cumplidora o bien una mujer fatal que solo trae consigo perdición al hombre. Mención aparte merece Elsa Landau, una mujer poderosa que hace carrera política (socialista) e intenta enfrentar al nazismo en el propio Parlamento alemán. Pero incluso Elsa en un momento de debilidad se plantea si no hubiera sido más feliz casándose y de este modo entra de nuevo en la categoría de abnegada:

Pero no era feliz. Durante el día se sumergía en su trabajo y se animaba Pero en las largas noches de soledad le sobrevenían todas sus debilidades de mujer. Echaba de menos un hogar, las comodidades, el sosiego y el amor. No podía olvidar a Georg. El tenía esposa, un hijo y un hogar. Llevaba años sin verle pero estaba al tanto de su carrera. Había llegado a ser un médico distinguido. ¡Qué feliz habría sido viviendo con él, siendo su esposa, escuchando su voz, obedeciéndole, sí, incluso obedeciéndole con tal de no verse sola, con tal de no vivir en esa soledad lacerante!

Y en toda la novela se repiten estas escenas de hombres hablando de cosas de hombres y mujeres de cosas de mujeres que contrasta con las ideas progresistas, incluso socialistas que promueven los judíos (aquí me acuerdo del ensayo Sapiens: de animales a hombres, donde su autor, también judío dejaba caer que tenía que existir alguna justificación para que el patriarcado haya pervivido).

En fin, la novela recorre la Alemania (más bien prusiana) de la Primera Guerra Mundial y el periodo de entreguerras con la masiva llegada de inmigrantes judíos hasta la primera victoria de Hitler y su partido (que llama "de las botas altas") y la consiguiente persecución y huida de los judíos a Nueva York. Es curioso ver descrita en Nueva York la misma desconfianza hacia los inmigrantes incluso entre los propios judíos.

Sólo después de años de esfuerzos y duro trabajo, de integración y de logros, habían conseguido escalar las elevadas orillas del Hudson. Además, ellos se habían mostrado agradecidos a los vecinos judíos que los recibieron entonces con cariño y los guiaron en los senderos del nuevo país. Por consiguiente, sintieron rencor hacia esos nuevos inmigrantes, tanto por su elegante vestimenta y sus valiosas posesiones, y por su desembarco directo en la mejor zona de la ciudad, como por su dominio del inglés, por su rechazo a condenar a los perseguidores que los habían expulsado, y sobre todo por ese silencio y distanciamiento que manifestaban hacia ellos y hacia su yiddish.

Los personajes están muy bien construidos y su evolución, desde la fiel observancia de los preceptos judíos del abuelo David hasta el violento rechazo hacia su "raza" del joven Yegor, nacido de un matrimonio "mixto" entre un judío y una alemana. Toda la familia es tratada con cariño y la mayoría de secundarios judíos también. Sin embargo el autor no puede tratar del mismo modo a los alemanes, que acaban siendo caricaturas del mal, la ignorancia y la perversión, pero si uno recuerda que el libro se escribió en 1943, en plena Guerra, se comprende la influencia de la propaganda.