viernes, 28 de mayo de 2021

Comentarios - O verán en Lucenza

Otro libro en gallego para apoyar la fase final de preparación del examen CELGA1, en esta ocasión una novela breve sobre la memoria, ambientada en la Galicia rural. Su autor, el pontevedrés Alberto Fortes, ha escrito otras historias, la mayor parte ambientadas en el mar y en el pasado, por lo que esta obra supone un cambio de registro grande para el escritor.

La historia del "hijo de Cortizo" ya nos sitúa en el ambiente rural y la elección de la infancia y adolescencia aporta un tono elegíaco que añora la vida simple y los pequeños detalles del verano campestre, como la pesca de truchas en el rio, las partidas de cartas o los domingos de misa. Ese intimismo rezuma poesía y humor tierno en pasajes como este:

Baixo o brazo levo a boroa de pan millo. Aínda está quente. Acaba de saír do forno da Pura, unha veciña das miñas tías que coce todos os venres pola tarde. A porta do forno ten riscada unha cruz. Tamén levan unha cruz todas as boroas. Todas menos a que eu levo agora baixo o brazo, claro. Doutro xeito, non a collerían. Iso di Pura. Foi ela que me pediu que levase o pan alá arriba.

La estructura del relato está pensada de tal manera que sus capítulos casi podrían ser relatos diferentes de un libro cuyo único punto en común es quizá la voz de su protagonista, que se entrecruza con maravillosos personajes secundarios a los que dedica al menos un capítulo: sus tías abuelas, Nemesio el de la Costa, Nicanor, su hermano, Pura, Horminda... Y por supuesto los animales, que se unen al relato a través de la mirada del joven narrador: los saltamontes, las truchas, las vacas, el perro. En este párrafo compara al perro con uno de los vecinos, siempre con ese toque de humor y cariño.

Igual que o Verdún ventou a nosa saída da casa do Campo, tamén Nemesio debeu de ventar a nosa chegada á súa da Costa, pois estanos agardando na porta da caseta cun solermeiro sorriso de dentamia denegrida nos beizos, co cal sen dúbida tenta de amolecer aínda máis o xa mol corazón das tías. Viste as roupas de sempre: o abrigo de tres cuartos que lle deixou o meu avó e que a el lle chega até os nartellos, as botas de dobre sola, e a boina encasquetada até o sobrecello.

Sin duda el gran tema del relato es la memoria, su construcción, su deconstrucción, su evocación y también su olvido. El autor nos lleva de paseo entre caminos de aldeas que ya no existen o, como el propio narrador señala, tal vez nunca existieron sino en el recuerdo, alimentado de fantasías infantiles. Tal vez ahí se descubra que la voz infantil es supuesta, o más bien que es una voz adulta que pretende recordarse de niño:

Ten que ser coma iso a memoria das troitas, que se esfariña cando afronta as lembranzas, mais que todo o pode cando o que afronta son feitos. Cando saia de aquí estarei baixo a potestade absoluta da memoria e convertireime en alguén feito de farrapos sutís, alguén vencellado ao mundo por apenas un veo de seda: un monifate animado nada máis que polas febles fiañas da memoria.

Una obra difícil para un principiante como yo, pero muy adecuada para ampliar vocabulario.

viernes, 21 de mayo de 2021

Comentarios - La tribuna

 Para conmemorar que el 12 de mayo se cumplieron 100 años de la muerte de Emilia Pardo Bazán, he escogido La tribuna, que es la primera novela naturalista de España. Aunque la más célebre de sus historias sea Los pazos de Ulloa, en ésta se recoge maravillosamente el periodo histórico y político previo a la I República ambientado en una ciudad inventada, Marineda, que es un trasunto literario de La Coruña.

La historia se cuenta a través de una protagonista, Amparo, que es mujer trabajadora en una fábrica de tabaco, aunándose en ella dos importantes reivindicaciones, las del feminismo y las del proletariado. Aquellas tal vez más centradas en la relación personal y estas más relacionadas con el trabajo, aunque el discurso de clases se entremezcle en ambas tramas. 

En Amparo vemos también entremezclado el ardor (y candor) republicano con la altivez de cualquier líder. También el equilibrio entre la honradez y la pasión, pero, sobre todo, a la mujer como heroína, dibujada por otra mujer:

El día en que "unos señores" dijeron a Amparo que era bonita, tuvo la andariega chiquilla conciencia de su sexo: hasta entonces había sido un muchacho con sayas. (...) 

Ahora... ¿quién le dijo a ella que el aseo y compostura que gastaba no eran suficientes? ¡Vaya usted a saber! El espejo no, porque ninguno tenían en su casa. Sería un espejo interior, clarísimo, en que ven las mujeres su imagen propia y que jamás las engaña. 

(...)

Para Amparo, hija de las calles de Marineda, ciudadana hasta la médula de los huesos, Chinto era un ilota. Alguna duquesa confinada en oscuro pueblo, después de adornar los saraos de la corte, debe sentir por los señoritos del poblachón lo que la pitillera por Chinto.

(...)

Si el heroísmo es cuestión de temperatura moral, Amparo, que se hallaba a cien grados, tal vez se dejara fusilar por la causa sin decir esta boca es mía; y quien sabe si andando los tiempos no figuraría su retrato al lado del de Mariana Pineda en los cuadros que representan a los mártires de la libertad...

La obra rezuma historia de España, y lo hace, como las mejores novelas, con una perspectiva sociológica, que recoge y yuxtapone a personajes católicos y heréticos, a las de ideales firmes con mezquinos calculadores, mujeres conservadoras con otras más liberales. Todo enmarcado en los años que siguieron a la Gloriosa (Revolución de 1868):

También en la Fábrica observaba Amparo que las paisanas eran las menos federales, las menos calientes, llenas de escepticismo y de picardía, decían, meneando la cabeza, que a ellas la república "no las había de sacar de pobres". Alguna tenía sus puntas y ribetes de reaccionaria; y en conjunto, todas profesaban el pesimismo fatalista del labrador, agobiado siempre por la suerte, persuadido de que si las cosas se mudan, será para empeorarse. (...) Así es que en la Fábrica, gozaban de detestable reputación, y eran tachadas de ávidas, tacañas y apegadas al dinero (...). No obstante, pronunció la revolución tres palabras áureas que a todas sacaron de quicio: "¡No más quintas!" Hasta las mismas aldeanas abrieron ansiosamente el corazón y el alma para beberse la dulce promesa. 

Estas reflexiones hoy podrían muy bien ilustrar eso que aún intentan explicarse en la izquierda cuando hablan del voto obrero a partidos de derechas, sobre todo si consideramos que los eslóganes del corte del "no más quintas" los pronuncian ahora otros...

viernes, 14 de mayo de 2021

Comentarios - Las ninfas

¡Yo he venido aquí a hablar de mi libro!

Esta es la frase-anécdota que más se recuerda sobre Francisco Umbral. Y tienen algo estas nueve palabras, este endecasílabo con licencia poética, que resumen la vida real, si la tuvo, y literaria, si es que tiene sentido diferenciar ambas, del peculiar escritor.

Así por lo menos lo veo en Las ninfas, novela en la que su protagonista, Francisco, narra los episodios que condujeron al final de su adolescencia y que no es sino otra autobiografía más del poeta, en este caso, de la vida baudeleiriana que tanto Umbral como Francisco vivieron real o literariamente con el afán incansable de ser sublimes.

Porque el libro es poesía engastada en prosa desde su primer párrafo:

La habitación era cuadrada, o rectangular, u oblonga, o quizás fuese oblongamente rectangular, oblongamente cuadrada, rectangularmente ovalada, elípticamente cuadrada, no sé, quién sabe. La habitación, quizás, era cada día de una forma. Cada tarde, cada noche, cuando la lluvia azul de sus paredes descendía como un lento desangramiento atardecido, como una humedad del tiempo más que del aire, como un llanto de las cenefas o una respiración de los espejos.

Y como todo universo poético, de difícil acceso al principio, pero muy gratificante una vez allí. Y como es imposible, especialmente en este caso, separar al artista de su obra, también resulta enternecedor a veces y a veces repugnante, y me cuesta leer su obra sin estar en desacuerdo. Esto me ha recordado a similares sensaciones con otros autores contemporáneos como Andrés Trapiello, también, como Paco, escritor de su vida en diarios. Excelentes en su capacidad artística de mantenerse excéntricos dentro del reconocimiento, ambos curiosamente columnistas de El Mundo.

También veo ecos de Umbral en Sabina, y creo que el primero reconoció el mérito del segundo calificándolo con el mejor adjetivo posible "decadente", que es la tónica de Las ninfas. Un viaje decadente por una provincia decadente, con unos círculos literarios decadentes. Todo ello tremendamente inspirador para el protagonista, que decide, claro, ser poeta frente al trabajo burocrático y de oficina:

Era el mundo que se me destinaba, y yo, en aquellos diez o quince minutos del sótano, tenía miedo y deseo de salir a las alturas, a la luz sucia de las claraboyas de las oficinas, tenía terror de ir ascendiendo en aquellas aguas, que sería ir muriendo (como mueren los peces en el mar, cayendo hacia arriba, hacia la superficie), tenía claustrofobia de tiempo más que de espacio, en aquel sótano frío que me deshacía el vientre por dentro. Pero en el sótano me hundía, me defendía, me olvidaba, como el niño que se refugia en lo que le aterroriza, por no verlo, como el toro que huye hacia adelante, y escribía un poema por el revés de un impreso.

Y claro, no hay novela adolescente que se diga baudelairiana sin bohemios decadentes, sin erotismo, sin la primera vez como rito de paso a la edad adulta, sin excesos que sacudal la moral, sin bajos fondos y prostitución como perpetuación de un orden patriarcal y voyeurista:

Diótima no conocía mujer y sus camaradas decidieron que era llegado el momento, de modo que aquella noche, tras la ronda por aquellas tabernas, ..., se acordó en cónclave ir en busca de la doña Nati, como mujer de mayores veteranías y mejores oficios en el menester requerido. (...)

Mire usted, doña Nati, se trata de este muchacho, le tenemos bajo nuestra protección, aún no conoce mujer, hemos pensado que usted, con su clase, y volvió a besarle la mano, ahora sin motivo, aunque la primera vez tampoco lo hubo. Bien, ya sabéis el precio. Claro, claro, pero lo que quisiéramos, siguió Teseo, es que nos dejase estar presentes (y nos abarcó con un ademán de su mano morada), va a ser una especie de ceremonia, ya comprende, algo inolvidable, somos artistas y... O sea, que va a ser divertido, dijo ella, y rió mostrando unos dientes blancos y muy pequeños, impropios de aquella mujer tan grande.

Desde Las flores del mal (1857) hasta esta novela (1975) van más de cien años y desde esta última a la actualidad casi cincuenta. Uno quiere creer que se puede ser sublime y baudelairiano y lo que se quiera de otra manera, con otras ceremonias, con otros ritos que no impliquen una congregación de hombres o que sea una congregación diferente, pero con estos modelos y la falta de imaginación crítica que tenemos los hombres sobre nuestra construcción como tales, es difícil que vayamos más allá del rebelde poeta.



viernes, 7 de mayo de 2021

Comentarios - As sete mortes de Leopoldo Pardo: Do caso que lle aconteceu

 Otra novela escrita en gallego, esta vez del orensano Jorge Emilio Bóveda. Se trata de un relato más o menos breve, ambientado en la ciudad de Auria, que recuerda a Orense como Vetusta a Oviedo en el caso de Clarín. Parece que Auria es el universo creado por el autor para dar vida a personajes recurrentes como este Leopoldo Pardo, agente de seguros, al que simpáticamente llama Leopardo, con el consiguiente conflicto con el jefe:

 -Se te puxeses en forma, igual che cambiaba a produtividade, Leopardo -cuspiu con descaro.

-Leopoldo, chámeme Leopoldo. Ou Leo se o prefire -retrucou lembrando que aquel era o alcume dos moi coñecidos, ou dos inimigos para facer mofa del.

-Pois iso, Leopoldo -remexendo a apócema cunha culleriña-. O día que sexas tan produtivo como Mariluz comezarei a chamarte Leo.

Para un lector como yo, con escasos recursos aún en este idioma, la obra se comprende perfectamente. El lenguaje es sencillo sin ser burdo y tanto la trama como la narración son lineales y claras. Además le incorpora enormes dosis de humor absurdo y sarcasmo, (la famosa retranca gallega) que lo hacen ameno. Y sin perder calidad literaria ni capacidad crítica. Algo que sólo le había visto hacer a mi querido Jorge Jimeno.

Leopardo, agente de seguros 007, acaba enredado en un proyecto maligno de un ricachón excéntrico, apodado Señor No, para conseguir 140 mil euros en una semana. Entre ambos personajes obtenemos una radiografía de la bajeza humana y sus miserias sin perder la sonrisa:

Os dous homes sentaron. Sieiro tirou unha botella de Escaleras de Empedrado, da bodega chilena Torres, e unha copa, e dispúxose a verter unha porción sen moita cerimonia nin coidado, comezando a falar.

-Nesta casa os negocios comezan cunha boa copa de viño -situando o recipiente fronte ao suposto convidado. A mesa, a diferenza da mesa de Reipérez, si estaba limpa e ordenada.

-Vostede non bebe, señor...? -mordeu a lingua porque case lle chama señor Non, e ergueu a copa ávido de mollar os beizos no caldo.

-Eu nunca bebo viño -sentenciou.

(...)

Leopardo pensou que sería aconsellable polo ben da operación económica non dicir nada sobre o viño, xa que lle sabía dun xeito neutro, non coma os viños de cartón do súper, que para el tiñan moita química, senón coma calquera viño do Ribeiro, ou do Barco de Valdeorras ou, facendo un esforzo, da Ribeira Sacra.

No puedo añadir mucho más, sino que leeré otros libros del autor (que también ha publicado ensayos y novelas escritas en castellano), para seguir conociendo las aventuras de este Leopardo, que pese a no ser 100% novela negra, tiene buenas dosis de misterio.