jueves, 8 de mayo de 2014

¿Quién me ha robado el mes de abril?

Habré sido yo mismo, y no sé vosotros, pero yo tengo la sensación de que el tiempo ha volado. Aunque en un segundo momento y reflexionando bien, han ocurrido un puñao grande de cosas en este mes:
Llámalo regreso, ocio o como quieras, el caso es que no he dormido en mi casa de Madrid más de 3 días seguidos desde el año 2012.

Lo de 2013 se entiende, estaba en las antípodas, pero regresé hace ya casi dos meses y no he parado quieto: múltiples visitas al pueblo, vacaciones de Semana Santa en Barcelona, Cáceres, Sevilla... Y aún tengo pendiente bajarme a Cádiz y Badajoz, (lo siento muchísimo... para que luego digan que la familia es lo primero). ¡Y eso sin contar las propuestas de irme a Italia, Francia, Bélgica o Inglaterra!
Si me pagasen por viajar ya lo habría dejado, pero como de momento es un hobby (aunque más parece un vicio o una adicción), ahí sigo.
En este mes, robado por el tiempo y la falta de planificación o proyecto, me he encontrado muchas cosas: la moda del selfie, las dietas de gimnasio para ponerse tó mazao (una cosa es descubrirlas y otra seguirlas, y para mí, con descubrirlas tengo bastante), la playa de Fenals, las sinopsis de cine, la profunda conexión piltráfica con Baños de Montemayor, la vuelta de las alergias primaverales (que desaparecieron en Australia), la dolce vita vallecana, la pasión por el fútbol en vez del rugby o el criquet, la siestecita en Linneo, mis escasas dotes de diseñador gráfico, el curioso auge de Tinder, la prosa de Chaves Nogales, los viajes en blablacar, la archiconocida y jamás antes por mí visitada Feria de Sevilla, bebés que nacen en esta década (a los que sacaré ya 30 años). Y, por encima de todo, el reencuentro. Pues sí, se ha pasado volao.
Quizá el descanso ha sido bueno, aunque no haya sido tal y tal vez ahora, cuando ha dejado de importarme que me pregunten a cada minuto "¿Qué planes tienes?" "Y ahora ¿qué?" "¿Has encontrado algo?
Sólo ahora empiezo a ser yo quien se propone estas preguntas. Me toca, poquito a poco, ver si éstas u otras son las adecuadas y tras ello el calmado y tonificante camino hacia la respuesta... o la alternativa, o el rechazo, o la siguiente pregunta, o el comodín del público.

viernes, 21 de marzo de 2014

Back home

Se acabó, regresé, ya estoy aquí.
El regreso no estuvo exento de aventuras, ya que casi pierdo el avión las 3 veces que tenía que subirme en él (Sydney, Bangkog y Dubai), lo cual no sé si sería una señal de que me debería haber quedado, pero sí me evitó gastarme los últimos dólares en los duty free. Por otro lado, la decepción inicial a mi llegada por la facilidad de cruzar la aduana se vio recompensada el último día, cuando tuve la suerte de ser elegido para un control aleatorio de sustancias peligrosas, digno de los mejores momentos del programa de la tele.
En cuanto a la fecha de regreso, ha sido un poco a traición porque es la única forma de sorprender a familia y amigos. La mentirijilla de que me quedaba unos días más surtió efecto y las caras de sorpresa de la gente no tienen precio.
Ahora, la estrategia se volvió contra mi, que me hubiera quedado dos semanas más de mil amores en Sydney, pero supongo que siempre le ocurre a uno que debe marcharse de un sitio cuando mejor se ponen las cosas ¡qué ironía!
El regreso me tiene un poco alelado, con tanto jet lag, y ahora que estoy aquí me da pena no seguir con el blog, que me ha acompañado tanto y tan agradablemente en este viaje. Como una droga, me ha generado cierta adicción y ahora no sé si quiero volver a irme a Australia, o a cualquier otro sitio para seguir escribiendo el blog o si quiero seguir escribiendo como excusa para viajar más.
No quiero acabar sin agradeceros que me hayáis leído y comentado, porque hizo más fácil mi llegada (nadie me preguntó "¿qué tal el año?" sino "¿qué tal el viaje?" o "ponme al día que no te leo desde febrero") y esa sensación que me dijo mi tío el otro día: "parece que no te has ido" que quiere decir que no se pierde del todo el contacto. Muchas gracias.
El blog, de momento, lo cierro por reflexión...
... hasta la próxima patoaventura

viernes, 14 de marzo de 2014

Vacaciones en el trópico

Y eso que sería tentador poner vacaciones en el mar, pero creo que ya utilicé la espléndida banda sonora de tan fundamental teleserie en una entrada anterior, así que no conviene repetirse.
No debería contarlo, pero con el tiempo libre que tengo en Cairns estoy escribiendo este post que programaré para que se publique la semana que viene, trucos del bloguero (que yo apenas he usado, ojo).
Resumiendo, Cairns, la segunda ciudad más grande de Queensland es un pueblo pesquero/playero muy tranquilo (menos por las noches, que arman unas fiestas estilo ibiza para mochileros en las que parece que la gente no ha bebido alcohol nunca) que cuenta en sus alrededores con paraísos como Port Dounglas o los bosques tropicales.
Pero resulta que además es el punto de arranque de la mayor concentración de corales que hay en la Barrera coralina, aunque para verlos te recomiendan cruzar a Green Island, que es lo que hice. Tomé un barco con el suelo de cristal y grabé los vídeos que podéis ver aquí.
En la tranquilidad del albergue, donde podemos conectarnos a internet gracias a la recepción me he dedicado a subirlos y ahora toca incluirlos aquí.
Y os voy a dejar, que empieza la peli (en el albergue ponen una diaria, hoy nos toca "Amazing Spiderman"


miércoles, 5 de marzo de 2014

Australia en el corazón

Australia en el corazón tiene un marcapasos que sobresale aproximadamente 350 metros, llamado Uluru por los aborígenes y conocido y popularizado como Ayers Rock por las compañías turísticas que empezaron a explotarlo.
Para llegar hasta allí me subí en un avión directo a Alice Springs. Uno ve el mapa de Australia y piensa que eso queda cerca pero hay unos 600 km, lo que supone, si se contrata un tour organizado,  tres dias y dos noches de viaje en autobus con parada en Kings Cayon, Ayers Rock y Las Olgas.
¡Qué bien! Pese a no tener el carnet voy a poder cruzar el desierto en vehículo (un minibus de 20 plazas). Y así pasa la primera hora, o mejor dicho, el primer cuarto de hora y a la excitante experiencia le sucede la majestuosa monotonía del paisaje.


Me han dicho muchas cosas sobre este viaje,  que si no te lo pierdas, que si total para qué, que si es muy caro, que si te marchas sin verlo te arrepientes, en fin, de todo. Pero yo me quería venir al desierto desde que llegué o incluso desde antes, así que me vine porque sí.
Quizá porque uno es muy viajado, o muy romántico,  tiene una idea del desierto que se parece más al Sáhara o al Wadi Rum, y cuando observa la vegetación que rodea las llanuras australianas se pregunta la razón del término.  Pero está desierto, vacío,  salvaje.  O casi, porque la mano del hombre llega a todos lados y más en este país (aunque sorprende que el parque se lo devolvieran a los aborigenes y se planteen cerrar la escalada de la roca por respeto, pero de eso ya hablaremos en otro momento).


Y después de varias horas, estratégicas paradas para tomar un helado o beber agua, la visita a kings canyon, una noche en swag (saco de dormir con colchoncito interior la mar de cómodo) y quemaduras de decimotercer grado en la piel, el guía nos anuncia que nos acercamos.
Y de repente a uno se le olvidan las horas en estrecho e incómodo minibus, las hordas de moscas que inoportunan al turista (y lo alimentan a la fuerza) o los 400 grados a la sombra de la región y se pega a la ventana del autobusete para registrar el momento.


Pero lo mejor está por venir, cuando cae la noche y el atardecer muestra la mejor cara de Uluru, a lo lejos, porque estamos en el camping, preparados para comer salchichas de camello y carne de canguro fresquísima. O a la mañana siguiente, cuando hacemos bueno el dicho de que al que madruga dios le ayuda y  nos levantamos a las 4.30 para ver el amanecer y los espectaculares cambios de color de la roca.


Luego llega la graciosa experiencia de comer a las 10 de l a mañana (y la consiguiente cena a las 3 de la tarde) para llegar a Cairns, donde la vida mochilera ofrece pizza gratis a una hora decente, las 9.30 de la noche.
Por el camino, una experiencia única,  compartida con 20 extraños, que son 20 amigos, con historias, viajes y proyectos diversos. Y una común pasión por las fotos de grupo.
The Rock Tour team

sábado, 1 de marzo de 2014

Nos volveremos a ver

El verano acabó, y como en las novelas de aventuras que leía de pequeño, toca despedirse. Aunque me queda todavía un mes aquí, ayer dejé los trabajos en la cafetería y en los cruceros, con las consiguientes despedidas, que tradicionalmente se resumen en salir a tomar unas cervezas o -en mi caso- zumos con los compañeros y compañeras de trabajo.
Con la peña de la cafetería,  como llevo trabajando 8 meses, quería organizar una cena española,  para que se animaran a dar el salto y visitarme.
Como la mayoría es europea no sería difícil organizar un reencuentro cuando todos volviéramos a nuestros respectivos países. Pero la cena queda pendiente y si la hago destaparé el tarro de las esencias y pondré sobre la mesa cuanto hed aprendido aquí,  la paella, la tortilla, la empanada... y lo mismo me atrevo con unas torrijas, ¿por qué no?
Con los compis de los cruceros ha ocurrido lo que siempre le pasa a uno cuando se marcha de un sitio (un querrabiadá, que diría Alfonso Arús) y es que ayer fue la primera vez que salimos a tomar algo despues del trabajo y lo pasamos tan bien que seguro lo repetirán mas veces desde ahora. Y es una pena porque es un grupo de gente buena onda muy variado (australia, brasil, grecia, chile, corea, china... vamos un poquito de todo) y un horario inmejorable para salir de fiesta, porque acabamos los cruceros a la medianoche de viernes y sábado. De hecho aún me pregunto por qué no nos han dado las tantas de la mañana antes de anoche, ¡qué raro!
Será que soy un sentimental, pero me dio pena terminar en ambos sitios, no por el trabajo en si, que tampoco es nada del otro mundo, sino por el compendio de experiencias vividas y sobre todo por la gente con la que se comparten esas vivencias.
También contribuye la proliferación de muestras de cariño y presión en facebook, recordando momentos imborrables y pidiéndome que me quede. Con el entusiasmo del momento se lo plantea uno y llega a pensar en quedarse y no volver, o regresar temporalmente pero en frío y con el peso de la terca razón las pegas o reparos desequilibran la balanza.
Por si estoy siendo muy críptico lo que digo es que no sé si quedarme en sydney o si regresar despues de un tiempo en españa, pero no me lo tengáis en cuenta, que ya tengo el billete para Madrid mirado y casi comprado.
Y todo esto que hoy cuento brevemente, lo hago desde alice springs, primera etapa de mi viaje al corazón del país. No pongo fotos porque con el tablet es complicado y la aplicación no me funciona. Si puedo, os hago la cronica diaria,  pero no sé yo que conexión wifi habrá en el desierto...

domingo, 23 de febrero de 2014

¡Cómo está el servicio!



Me escribió Víctor el otro día preguntándome qué tal los sueldos por aquí. No cae uno en la cantidad de material que recopila viviendo aquí hasta que le regalan una pregunta similar, así que le respondí: Cómicos, les dedicaré el próximo post en el blog.
Los sueldos son cómicos y yo debo ser un poco payaso también, pasemos revista:
El del primer trabajo, de lavaplatos 3 días en un restaurante a 16 dólares la hora (en abril, cuando el dólar australiano aún estaba fuerte), me parece adecuado. No era tan honesta la paga en efectivo y la ausencia de contrato.
El segundo y más duradero, de camarero en una cafetería-restaurante muy turística y de dudosa calidad empezó a 15 dólares la hora en junio, subió a 16 en octubre y a 17 en diciembre. Si consideramos que por lavar platos en el primero me pagaban 16 y no tenía por qué saber inglés, ni afeitarme ni tener aptitudes de venta o de atención al cliente, pues no se puede decir que sea una gran cosa. Si a ello le unimos el hecho de que las propinas las gestionan los dueños y las reparten cuando les apetece (con el requisito de trabajar al menos 3 meses para tener derecho a ellas) la cosa no mejora. Si rematamos con el agravio comparativo que supone observar como en restaurantes y cadenas un camarero cobra de 21 en adelante, paga y media los sábados y doble paga los domingos, pues para qué os voy a contar.
En su descargo diré que no son los únicos que funcionan así, mal de muchos...
Tercer trabajo, recopilar información sobre el college para una aplicación de teléfonos móviles. A través de una empresa, con firma de contrato, sesión informativa y formación pagada, pagos a cuenta corriente, retención de impuestos y depósito de la superannuation (una especie de fondo de pensiones obligatorio), pagado a 20 dólares la hora, a través de un sistema informático que tú mismo manejas y en el que puedes incluso mentir sobre tus horas trabajadas, aunque lo controlen más o menos atentamente. Creo que el sueldo es bastante decente.
Cuarto trabajo, barman en los cruceros por la bahía. Este se merece un post aparte. Para empezar, también griegos. Pagan en negro, lo que les da la gana y cambiando el criterio cada día. Entre 18 y 22 dólares por hora. Para más inri, es trabajo nocturno, que debería estar mejor pagado (aquí de nuevo las comparaciones son odiosas).
Quinto trabajo, azafato/promotor de la asociación de estudiantes en el college, incluyendo repartir folletos preparar packs de bienvenida, montar una barbacoa en el patio o disfrazarse de oso panda. Gestionado a través de una ETT y pagado 21.50 euros por hora. Todo regular, con impuestos y seguridad social: casi perfecto. Un par de pegas, que dura solo tres semanas y que la ETT se queda un porcentaje (no sé aún si eso se traduce en que el sueldo que percibo es menos de 21 o si en realidad a la asociación de estudiantes le está costando más contratarme aunque yo no vea parte de la plata. Pero es quejarse de vicio, y si no, comparad vosotros mismos.
En resumen, Víctor, que los sueldos como en todos lados, los hay mejores y peores, pero que yo haya encontrado 5 trabajos distintos en un año (aunque sean temporales), cuando en España la cifra de parados sigue siendo alta creo que habla claro de cómo están las cosas aquí y allá.
Y para quien esté echando números, aunque se pueda ahorrar, la vida aquí es mucho pero que mucho más cara, ¿qué si os recomiendo venir? Lo único que puedo hacer es compartir mi experiencia.
Y para rematar, unas fotos del viaje a Melbourne.
Flinders Station y el Skydeck al que no subí

Amanece en Apollo Beach o al que madruga...

Koala salvaje, que no agresivo
 

lunes, 17 de febrero de 2014

Hacer la colada

Me he mudado otra vez, y ya van muchas (como 4 o 5) porque el contrato con la mini casa en la que merecian mas la pena las vistas que todo lo demas vencia el 11 de febrero.
Por fortuna, tengo un buen monton de amistades y no me falta un sofa en el que dormir ni una lavadora en la que hacer la colada. El problema es cuando ambas cosas estan a media hora de distancia en autobus. Entonces a uno, que trabaja todos los dias de la semana, le da por decidir (cuando ya no tiene ni un solo par de calcetines limpios) que se lleva el petate a la cafeteria para luego ir a lavar del tiron. Que bueno tener a Ariel, excompi de piso de la sufridora epoca de los irlandeses, para pasar la tarde lavando, cenando y bromeando!
Pero a un estilo de vida tan precario solo se puede sobrevivir 15 o 20 dias, por ello el primero de marzo, con el inicio del otoño me voy al desierto y a Cairns, a ver la roca y la barrera de coral respectivamente. Despues de Melbourne, he retomado mi pasion viajera y aunque no visitare Perth ni Adelaide, voy a recorrer la mayor parte de las atracciones turisticas australianas (gracias tambien a mis pasadas vacaciones en Tasmania y la costa Este (de Sydney a Brisbane).
Yo es que veo una bici y me subo
Me doy cuenta de que no he colgado muchas fotos al respecto y tambien de que no he narrado con detenimiento mis viajes, pero a uno le absorbe la cotidiana y frenetica vida de Sydney y quiza teme tambien ser el tipico pesado que endosa la presentacion de 5000 fotos de las vacaciones a todo el ques e le pone por delante.
Yo como soy un optimista prefiero hablar del futuro, que se presenta gris hasta que me vaya de viaje (trabajando siempre y caray, no salgo de una para caer en otra, ahora cada dia libre lo dedico a ir al college a colaborar en los eventos que organiza la asociacion de estudiantes) porque ademas llueve a mares, como el año pasado.
Y ahora, unas fotos del ultimo evento en el que participe. Por si no me encontrais, yo soy el que va vestido de blanco y negro, me reconocereis facilmente por mi gran cabeza (marca de la casa).

Os doy una pista, no soy la heladera con gorrito

Haciendo deporte, que el bambu engorda.

domingo, 9 de febrero de 2014

Tres en uno


Eso es lo que le va a hacer falta a mi cuerpo como siga a este ritmo: trabajar, salir de fiesta, despedir a los amigos que se marchan, acoger a los que llegan, conquistar el karaoke, mudarme de casa (¿otra vez?), bailar salsa (¡¡Qué!!), comer por ahí, preparar la cena para 8 o 10, asistir a todos los eventos en el college, buscar trabajo, pedir referencias, ir a Melbourne y la Great Ocean Road, perseguir al tipo ese que me tongó con el piso compartido, organizar una escapada en furgoneta, echarnos un ping-pong en casa de Stephane, preparar el viaje a Nueva Zelanda, o Cairns, o Adelaide o el desierto o donde quiera que sea, ir a los cruceros de camarero (cada vez menos), trabajar en la cafetería (cada vez menos), hacer de voluntario (cada vez menos), conocer los alrededores (cada vez más), Newcastle, las playas del Norte y las del Sur (Palm Beach, Jervis Bay…), escribir el blog…
Con todo esto, ¿quién puede reflexionar sobre el futuro?¿ Y más aún, quien se quiere volver a España cuando se le acabe el visado? Lo mismo un mesecito más, de turista, me quedo, ya veremos cómo.
Escribiendo este post me siento muy musical, así que os dejo unas canciones que me gustan:
Sabina, porque este post se parece un poco a la canción...
Esta porque nunca seré un cantante, ni aprenderé a tocar la guitarra (pero eso es de familia)
Y esta por hacer el post un poco más internacional, y porque no siempre se crece como a uno le gustaría.

sábado, 1 de febrero de 2014

Sydney Festival


El equilibrio y la confianza, segun Ockham's razor

Cada año, del 7 al 26 de enero la ciudad se transforma. El festival de Sydney es una concentración de eventos (teatro, música, arte, cine) que desborda a los habitantes de una ciudad demasiado ocupada en ganar y gastar dinero.
Se crea una burbuja en la que por un momento uno se cree en la capital de las nuevas tendencias, y entonces disfruta de la Royal Shakespeare Company de Chicago y su versión Rap de Otelo (brutal), de la poética del equilibrio del espectáculo circense de Ockham's Razor (¡qué nombre más acertado!), de la energía musical del sexteto japonés “Soil and pimp sessions” (con un jazz que fusiona todos los géneros musicales), de la versión australiana del hijo que nunca tuvieron Gainsbourg y Lou Reed (un tal Mick Harvey con la misma pose, y puede que la misma edad, que Javier Krahe), de un concierto de música clásica al aire libre que termina con fuegos artificiales en el marco incomparable del parque del Domain, y mil otras cosas más.
MC Otelo, partiendo la pana
Todo esto lo disfruta uno porque hace de voluntario (él o su compañero de piso) y como en los mejores momentos del festival de cine de Sydney le regalan entradas gratis para todo, o casi: Porque no tienen otra forma de agradecerle a los voluntarios su esfuerzo o porque los espectáculos pese a ser de gran calidad no se llenan debido a que los cuatro gatos que tienen dinero y están interesados en el arte son, como he dicho antes, cuatro. Es fuerte, pero si lo piensas bien es bonito.
Yo, como me han dicho desde que aterricé aquí que Melbourne es diferente, europea, creativa, activa y agitada artísticamente, me voy para allá el lunes. Ya os traeré algunas fotos de sus cientos de cafés y restaurantes, o de la Great Ocean Road, la carretera que va a Adelaide y que parece ser un éxtasis visual.
Ahora que ya por fin parece que me marcho de aquí me entran las prisas por viajar, como si no fuera a volver, pero en el fondo, al mismo tiempo, esta bahía, con su puente y con su ópera y sus atardeceres rojos, me avisa de que no va a ser fácil marcharse.
Lo que no echaré de menos es trabajar todos los fines de semana y una media de 12-13 horas.


Vaya sexteto de japos locos

martes, 28 de enero de 2014

Números



Hoy hace un año que llegué a Sydney. Extraña coincidencia, esta es mi quincuagésimo segunda entrada en el blog. Una por semana. Anda que no ha llovido (en sentido figurado y literalmente) y a la vez, como a menudo ocurre parece que fue ayer.
En este tiempo he acumulado experiencias y vivencias como para escribir un libro (o un blog), encontrado y conocido amigos que volveré o no volveré a ver, adquirido nuevas habilidades y estrategias (aquí lo llaman skills y en el curriculum queda muy bien) pero sobre todo he aprendido inglés, ¡por fin!
No se da uno cuenta de cómo domina un idioma hasta que otra persona se lo dice. Persona que puede uno conocer o no: el último que me dijo que mi inglés era muy bueno fue un australiano borracho la otra mañana en la cafetería (y ya se sabe que los borrachos nunca mienten).
De Supermario en 3 minutos
En lo que respecta a escribir un libro, podría ser una colección de chistes y anécdotas, la última de las cuales es muy graciosa (de nuevo en la cafetería): esto es un chino que llega al restaurante y pide una tortilla de champiñones, el camarero le lleva un bocadillo de lomo por error y cuando regresa para pedir disculpas la situación es la siguiente:
Camarero (con una tortilla en la mano): Disculpe, ha habido un error, usted había pedido una tortilla de champiñones, ¿verdad?
Chino (con medio bocata ya en el estómago): No, si yo ya tengo mi tortilla aquí, no quiero nada más.
Por supuesto a Stephane (el actor en el papel de camarero) le faltó tiempo para venir a contármelo y aguántate la risa delante de los clientes…
De amigos ni empiezo ni acabo porque muchos más vendrán (y ya saben ellos quienes son) y en lo que respecta a los skills el mejor de todos es la capacidad de hacer de voluntario, que tengo más diplomas y camisetas de eventos que apuntes del curso (y eso que lo aprobé con sobresaliente, por si no lo había dicho antes).

Ahora que parece que mi visado se acaba igual me voy a Nueva Zelanda de turismo (que tengo visa para 3 meses) y alargo mi estancia en la otra punta del mundo un poco, pero tiene más pinta de que me volveré, como tarde a mediados de abril, aunque después de un año de reflexión siga sin haber pensado en nada concreto.
Supongo que, paradójicamente, me hacía tanta falta venirme aquí hace un año como falta me hace ahora largarme. 
Al final voy a ser uno de esos, como dice Sabina "porque no quiso ser estatua de sal le llamaban todos culo inquieto"
¡Quién me lo iba a decir!

jueves, 16 de enero de 2014

Otra de las mías



¿Os acordáis del famoso Carlo Rossi?
Para algunos no hará falta más, a los demás os diré brevemente que era un tipo que me pidió 20 euros en Turín para ir a su casa a coger las llaves del gimnasio con la excusa de que era el famoso boxeador Carlo Rossi.
La sala de no-estar





¡Qué ingenuidad! ¡Qué candor! Y ya tenía 20 años, pero el tipo me tongó igual (aunque eso sí, me dejó su reloj, que parecía muy valioso pero era un Carretier fabricado en China o en casa de Rossi.
Después de esta y otras cuantas aventuras similares, cualquiera podría pensar que he aprendido y ya no me timan, pero no es así, sigo creyendo que la gente es buena y me llevo chascos, ¡qué le vamos a hacer!
La última a propósito del piso. Éramos dos a compartir, vino mi ex compañera de piso a pasar unos días, encontró trabajo en la panadería de al lado y decidió quedarse un mes y medio. Intentamos hablar con la casera para que nos dejara ser tres pero el primer acercamiento de posturas salió rana, así que me busqué rápidamente una habitación para pasar un mes.
El agradable jardín, trasero
No os cuento lo difícil que es encontrar algo barato y por breve tiempo, pero os lo imaginaréis. Después de unas cuantas llamadas y mensajes que acabaron en nada y ya con el agua al cuello, me responde un tipo (Helman) que resulta ser español (Germán, supongo), me lleva a ver la casa y me enseña solo el cuarto.
El cuarto no estaba mal del todo, y medio limpio. Pero cuando vi el resto de la casa (obviamente después de haber pagado la fianza) casi me desmayo. De hecho si no lo hice fue por miedo a coger una infección en esa pocilga que el tipo con mucha gracia decía en el anuncio que era “un piso totalmente renovado, y pintado, como nuevo”
Además, el cuarto daba a la vía del tren, por lo que desde las 5 de la mañana había un ensordecedor ruido de trenes pasando por la ventana. Conclusión: que le dije al baranda que yo pasaba del tema y que me iba de allí (y que de paso me devolviera la fianza).
Me dijo que sin problema, y nunca más se supo. Como yo soy un tipo listo, con recursos, le dije a mis amigos que llamaran como interesados en el piso y así me presentaba yo para hablar de lo mío. Resultado: se inventó que había estado de vacaciones y me dio un número al que llamarle para quedar. Entre que no responde y que yo no insisto, seguimos como estábamos.
La cocina. Cucarachas en la nevera que os ahorro
Y ahora, estilo Víctor, os dejo unas fotos de la maravillosa casa, cortesía de Dinah.
El cuarto de baño, totalmente renovado
La repisa para poner el cepillo de dientes, limpísima