sábado, 26 de junio de 2021

Comentarios - Sapiens: de animales a dioses (II)

 Muy iluminador el libro de Harari, pero también es cierto que una vez que la tesis principal queda clara (y esto ocurre desde el principio, el resto es un relato muy ameno de la Historia con un truco. Se concentra o ejemplifica con hechos que se demuestran interesantes para confirmar su teoría. Y, ¿cuál es? Pues que los humanos (homo sapiens) han pasado de ser animales que cooperan gracias al acuerdo (o fe) en algún dios, a convertirse en dioses que pueden manipular su propia genética para crear otras razas (que llama amortales) que superen la propia imaginación humana.

El tercer capítulo arranca bajo el epígrafe La flecha de la historia, lo que viene a darnos una idea del enfoque teleológico del autor. Así comienza su primer párrafo:

Después de la revolución agrícola, las sociedades humanas crecieron y se hicieron más complejas, mientras que también los constructos imaginados que sostenían el orden social se tornaron más refinados. Los mitos y las ficciones acostumbraron a la gente, casi desde el momento del nacimiento, a pensar de determinada manera... desear ciertas cosas y observar determinadas normas. Por lo tanto, crearon instintos artificiales que permitieron que millones de extraños cooperaran de manera efectiva. Esta red de instintos artificiales se llama "cultura"

Aquí empieza el autor a repartir responsabilidades a diestro y siniestro porque nada de lo que hable va a ser completamente bueno ni completamente malo. Ello le valdrá para la cultura pero sobre todo para los tres ejes de análisis que utiliza: el dinero, la política y la fe (que traduce en: el capitalismo, el imperialismo y la religión) de los cuales dice que conforman la cultura. También en el capítulo cuarto analizará la revolución científica en base a estos mismos ejes, sustituyendo la religión por la ciencia, o mejor dicho, elevando la ciencia a categoría de religión. Me quedo antes con algunos apuntes de su análisis del imperialismo y sus interrelaciones:

Instintivamente los sapiens dividen a la humanidad en dos partes: "nosotros" y "ellos". Nosotros somos personas como tú y yo, que compartimos idiomas, religión y costumbres. Nosotros somos responsables los unos de los otros, pero no responsables de ellos.

(...)

Es difícil gobernar un imperio en el que cada pequeña región tenga su propio conjunto de leyes, su propia forma de escritura, su propio idioma y su propia moneda. La estandarización era una bendición para los emperadores.

Sustitúyase ahora empresarios por emperadores y tendremos el nuevo imperialismo, como el propio Harari confirma un poco más adelante en el libro al hablar del credo capitalista y el culto del libre mercado:

El abrazo del oso entre el capital y la política ha tenido implicaciones de mayor alcance para el mercado del crédito. La cantidad de cre´dito en una economía viene determinada no solo por factores puramente económicos como el descubrimiento de un nuevo yacimiento petrolífero o el invento de una nueva máquina, sino también por acontecimientos políticos tales como cambios de régimen o políticas exteriores más ambiciosas. 

(...)

Los acérrimos capitalistas suelen aducir que el capital debería ser libre para influir sobre la política pero que no se debería dejar que la política influyera sobre el capital.

(...)

Pero en su forma extrema, creer en el libre mercado es tan ingenuo como creer en Papá Noel. Simplemente, no existe un mercado libre de todo prejuicio político. El recurso económico más importante es la confianza en el futuro y dicho recurso se ve amenazado constantemente por ladrones y charlatanes.

Esta teoría se refuerza durante el texto con ejemplos como el tráfico de esclavos (que fue la base de la mayoría de negocios capitalistas y fundamento del estado del bienestar occidental) o la Gran Hambruna de Bengala, para insistir en que el capitalismo se ha desarrollado a costa de las personas, paralelamente a como lo hizo el trigo en la revolución agrícola.

Y para rematar, vincula la ciencia y el desarrollo científico al dominio y transformación de la energía que fue la gran revolución que llega hasta nuestros días, desde la máquina de vapor a la bomba atómica. El punto reflexivo que ofrece siempre es que el desarrollo de homo sapiens ha logrado alcanzar cotas impensables pero también ha pagado un alto precio por ello:

En el fondo la revolución industrial ha sido una revolución en la conversión de la energía. Ha demostrado una y otra vez que no hay límites a la cantidad de energía que tenemos a nuestra disposición. O, más exactamente, que el único límite es el que establece nuestra ignorancia.

(...)

Aprender cómo domeñar y convertir efectivamente la energía resolvió el otro problema que hace que el crecimiento económico sea lento: la escasez de materias primas.

Por supuesto vincula el crecimiento económico con el estado del bienestar y la mejora estadística de datos como la mortalidad infantil o la esperanza de vida para argumentar que la revolución científica fue positiva. Sin embargo y de manera muy breve pero significativa, dedica un capítulo a la felicidad y se pregunta si todo este consumismo nos ha dado la felicidad. En su respuesta no parece que haya gran afecto por la revolución científica y sí un cuestionamiento desde premisas ecológicas y de sostenibilidad ambiental.

Un final casi de Blade Runner o Matrix abre la puerta a seguir leyendo y por eso supongo que escribiría la segunda parte Homo Deus...

viernes, 18 de junio de 2021

Comentarios - Sapiens: de animales a dioses (I)

 Sin duda el bestseller de la década pasada en ensayo y tal vez en cualquier género literario (más de 10 millones de ejemplares vendidos, traducción a 30 idiomas...) este texto tenía todos los elementos necesarios para que me inundara la pereza cada vez que amagaba con leerlo. Ese prejuicio nacía de dos factores, por una parte su volumen (casi 500 páginas) y por otra su pretencioso subtítulo (una breve historia de la humanidad).

Es un alivio pensar que no le hago mucho caso a mis prejuicios. El relato de Yuval Noah Harari es tremendamente entretenido y no por ello falto de rigor y respaldo académico. Está repleto de comentarios sugerentes y contraposiciones de las principales teorías de la evolución humana que me han acercado de nuevo a los primeros años de mis estudios de Humanidades.

El libro se divide en cuatro capítulos y podría citar casi cada palabra, por eso he pensado en dedicarle dos entradas de la sección de comentarios. En esta primera repasaremos la revolución cognitiva y la revolución agrícola (lo que de toda la vida estudiamos como Paleolítico y Neolítico).

Lo primero que hace Harari es acabar con la linealidad de la historia (nada nuevo, por cierto) constatando que la especie sapiens del género Homo no fue la única de su género durante miles de años y no es la única de su familia (la de los simios) ahora. Y luego abandona la biología para aterrizar en su campo de conocimiento, la historia:

La revolución cognitiva es, en consecuencia, el punto en el que la historia declaró su independencia de la biología. Hasta la revolución cognitiva, los actos de todas las especies humanas pertenecían al ámbito de la biología o, si el lector lo prefiere, de la Prehistoria (...). A partir de la revolución cognitiva, las narraciones históricas sustituyen a las teorías biológicas como nuestros medios primarios a la hora de explicar el desarrollo de Homo sapiens.

Así, puede el autor lanzarse a revisar, relacionar y combinar las diferentes teorías evolutivas de la humanidad que han surgido de los hallazgos arqueológicos y paleontológicos de los últimos 200 años. Desde las teorías que sugieren el cruce de sapiens con neandertales o erectus a las que hablan del genocidio que los sapiens perpetrarían contra el resto de especies del género Homo. Por supuesto no concluye nada, pero si alerta de que la primera opción (que querría una humanidad atravesada por la solidaridad entre especies, el amor y la cooperación) es el fundamento de muchas teorías supremacistas posteriores (que el ADN de caucásicos sea mejor que el del resto, que se mezclaron con neandertales o erectus...). Por otra parte, de ser cierta la segunda, también se perpetúa esa costumbre, creemos hoy que tan humana, de hacer la guerra al diferente.

Y si la revolución cognitiva permitió a la especie humana destrozar su ecosistema aniquilando otras especies animales y quemando bosques indiscriminadamente, la revolución agrícola iba a suponer otra gran transformación en nuestro planeta.

A raíz de la revolución cognitiva, los sapiens adquirieron la tecnología, las habilidades de organización y quizá incluso la visión necesaria para salir de Afroasia y colonizar el mundo exterior. Su primer logro fue la colonización de Australia hace unos 45.000 años.

(...)

Algunos partidarios (de la revolución agrícola) proclaman que puso a la humanidad en el camino de la prosperidad y el progreso. Otros insisten en que la llevó a la perdición. Fue el punto de inflexión, dicen, en el que los sapiens se desprendieron de su simbiosis íntima con la naturaleza y salieron corriendo hacia la codicia y la alienación.

La base sobre la que se asienta el libro de Harari es que la combinación de la revolución cognitiva y la agrícola cambió el rumbo de la humanidad: de pequeñas tribus nómadas de cazadores-recolectores total o casi totalmente independientes a grandes y complejas estructuras interdependientes con más de 150 personas (que es el límite establecido por la biología).

Pues bien, además de cuestionar la cooperación humana para construir las ciudades (por las claras desigualdades y jerarquías que son necesarias, dice, para sostener unidos grupos de más de 150 personas) también se pregunta si podemos decir que es una victoria nuestra omnipresencia en el mundo.

¿Cómo se hace para que la gente crea en un orden imaginado como el cristianismo, la democracia o el capitalismo? En primer lugar, no admitiendo nunca que el orden es imaginado. Siempre se insiste en que el orden que sostiene a la sociedad es una realidad objetiva creada por los grandes dioses o por las leyes de la naturaleza (...) Los mercados libres son el mejor sistema económico no porque lo dijera Adam Smith sino porque estas son las inmutables leyes de la naturaleza.

(...)

El dólar, los derechos humanos y los Estados Unidos de América existen en la imaginación compartida de miles de millones de personas, y no hay un sólo individuo que pueda amenazar su existencia. (...) Estos órdenes imaginarios son intersubjetivos, de manera que para cambiarlos tendríamos que cambiar simultáneamente la onciencia de miles de millones de personas.

Podría seguir con su explicación de cómo fue el trigo quien domesticó al género humano y no al revés, pero ya hace un rato que se me va de longitud el comentario. Y la Historia no ha hecho más que comenzar...

martes, 15 de junio de 2021

En la gloria

Ni las zapatillas olvidadas por sus pies descalzos, ni el tablero azul desde el que comenzó esa sensación de caída libre, ni tan siquiera su abuela muerta acariciándole el rostro mientras prepara el desayuno en la casa del pueblo. Nada. Ninguno de los sueños que ha tenido Gloria esta noche la acompañan ya. 

El alba entre los barrotes deja entrar una luz violácea en la celda. Hora de levantarse. Mientras se acomoda la toca sobre el cabello suenan a maitines. Sor Gloria suspira y se santigua. "Si aquel ventanuco fuera azul", sueña...

viernes, 11 de junio de 2021

Comentarios - Sábado, domingo

Después de varios meses intercalando libros que tenía en casa con préstamos virtuales (o sea, lecturas en pdf) volví a la biblioteca y me llevé tres novelas de golpe. Ésta es la tercera de ellas y la que más me ha soprendido. No conocía a Ray Loriga más que de oídas y no precisamente por sus novelas, sino por el cine así que no albergaba grandes expectativas. Supongo que eso también influye.

El caso es que la novela que presenta el autor es un relato en primera persona narrado en dos momentos vitales diferentes, los 18 y los 43 años más o menos. Y lo maneja de maravilla, jugando con la evolución del personaje tanto en el propio lenguaje del protagonista como su personalidad e interacción con el resto de secundarios de la trama. Así, en la primera parte del libro, el sábado, dice:

"A lo que íbamos: eso de suspender matemáticas le puede pasar a cualquiera, y tampoco es cuestión de darse gran importancia. Hay quien suspende tres asignaturas y se cree el Che Guevara. No es mi caso.

Chino suspendía mucho más, y le daba aún menos importancia. Chino suspendía seis o siete todos los años y se quedaba tan ancho; había ido ya a cinco colegios y le amenazaban constantemente con mandarle a uno de esos internados que son como correccionales para niños ricos, pero todo eso le traía al pairo."

En el segundo capítulo, el domingo, aterrizamos en el año 2013 (el anterior era el verano del 88) y el protagonista, del que sabremos el nombre casi al final de la novela, nos resume los cambios en su vida, pasando de la escuela al ámbito laboral:

"Conseguí otro trabajo, un poco más serio que lo de los vinos o los ambientadores, pero mucho más aburrido, como representante de una firma de software para edición. La maquetación estaba cambiando, el mundo estaba cambiando, yo estaba cambiando, aunque no sé si a mejor. Me costó una barbaridad hacerme con las nuevas tecnologías del viejo oficio, pero lo medio domé. La paga era sensata y al menos pasaba más tiempo en casa, mirando cómo crecía la niña impaciente. Temiendo lo que pensaría ella de mí cuando me conociera de verdad."

La ambientación de la novela recoge el Madrid de la alta burguesía, un entorno en el que nuestro personaje parece un niño rico sin más recurso de socialización que el dinero, con una honda vida interior y la característica introversión de los artistas. Por ese ambiente continúa en la segunda parte, tras 25 años, eso sí, con la bofetada de la vida a alguien mediocre en sus ambiciones pero que sigue queriendo pertenecer a ese mundo.

Además del protagonista y de su amigo Chino hay otros dos personajes importantes, dos mujeres, Gini y Fernanda, que también aparecen en ambos momentos de la novela. Ellas son modelos de éxito y progreso, al menos económico, que el protagonista a medias admira y a medias envidia, en la línea de los "problemas del primer mundo" que suelen encerrar profundas huellas vitales en quienes los tenemos.

La poesía que ofrece el relato es directa, casi callejera, con la dureza del mundo urbano e insensible chocándose constantemente con la vida interior y el lirismo de quien quiere trascenderlo. Al principio del domingo he encontrado, creo, uno de los mejores ejemplos.

"La semana pasada murió mi hermano. Mi madre esparció sus cenizas en el Mar Mediterráneo, en un recodo de una playa de Málaga; era de noche y nadie nos vio (...). No funcionaron ni los exorcismos, ni los electroshocks, ni las psicoterapias, ni el millón de pastillas que lenta, y no dulcemente, llevaron a mi pobre -que no inocente- hermano a un estado semivegetal, lo inflaron como un globo y al final lo hicieron reventar de un infarto de miocardio, como una piñata de locura.(...) Mi madre esparció sus cenizas..., lloró con desconsuelo, metida en el agua fría hasta la cintura, y maldijo a no sé cuántos dioses distintos mientras yo me congelaba dos pasos por detrás, con el suave oleaje salpicando mi traje negro y mi corbata de entierro."

viernes, 4 de junio de 2021

Comentarios - Al volver la esquina

 Otra novela, como la del viernes pasado, que tomé prestada en la biblioteca de Ourense. La particularidad de ésta es que fue la última que se publicó de Carmen Laforet y se hizo póstumamente aunque según nos cuenta su hijo en el prólogo, el manuscrito existía desde los 70.

Es interesantísima la vida de esta escritora que ganó con Nada el premio Nadal en 1944 y desapareció, un poco como el protagonista de esta novela Martín Soto, lo hace en la primera página de la misma:

"Mis sobrinas se asomaron a la ventana que da, como el portal de su casa, a la calleja que desemboca en Embajadores. Le vieron cruzar la calzada sorteando los charcos de lluvia recientes y en la esquina se detuvo, se volvió hacia la ventana de ellas y las saludó. Después de volver esa esquina, nadie hasta hoy ha vuelto a verle ni vivo ni muerto".

Con este misterio arranca la novela, pero no con la intención de hacer pesquisas hasta resolverlo, ya que rápidamente la voz narradora pasa a ser la del propio desaparecido (el párrafo de aquí arriba se corresponde con el diario policiaco de Luis López) que hace memoria de lo acontecido a raíz de esa fecha en que desapareció al volver la esquina.

Y la novela transcurre por el caudaloso río de los recuerdos de Martín Soto, que recompone secuencias descartadas de su memoria sobre aquel periodo. Y aquí está una de las grandes maravillas de la historia, hilo conductor de la misma como se ejemplifica en estos tres momentos diferentes de la novela:

"El sueño se me está escapando como el humo de una hoguera. (Humo de hogueras. San Juan, las vacaciones de la infancia. Saltos sobre el fuego.) En el sueño estoy en mi casa: puertas blancas, cortinas blancas del techo al suelo, pasillos empapelados con papeles de rosas rojas o rosas azules sobre fondo gris."

"Todo es confuso en este punto de la noche toledana, menos la figura de Anita. Sé que Anita cambió su expresión al verme y que se fijó en la niña, pero no sé en qué momento le hice comprender que nos conocíamos desde hacía años y vi aquella alegría en su expresión."

"Pero apartando a un lado justificaciones y reproches a aquel muchacho, a aquel hombre de veinticuatro años que fui yo, lo que ponen de relieve los recuerdos desechados no es esta interesante explicación. No hay explicación. Y antes del verano, en la primavera, yo me sentía perfectamente bien y con la cabeza más lúcida que nunca"

Y las menciones a una película hecha con descartes, a la celulosa de los recuerdos, a las imágenes rescatadas de repente de un olvido pasajero, se suceden a lo largo de toda la novela otorgando al libro esa dimensión cinematográfica que a mí personalmente me conecta con el cine italiano (con Cinema Paradiso en la técnica y con La notte en la temática).

Y esto no es casualidad, porque según prologa su hijo, Carmen Laforet pasó una larga temporada en Roma, desde dónde escribió a Ramón J. Sender una carta en la que confesaba (1973) que había reescrito y cambiado el enfoque de las novelas que seguían a La insolación (1963) y que conforman la trilogía nunca enteramente publicada Tres pasos fuera del tiempo. Una trilogía de la que Al volver la esquina es segundo tomo, pero una trilogía que era el resultado de descubrir con el último, Jaque mate, que había material para dos libros previos. La única que permanece inédita aunque se la supone escrita.

Es un poco desconcertante comenzar una trilogía inacabada y hacerlo además por la segunda parte, pero la novela se disfruta de maravilla y me deja con las ganas de leer La insolación para descubrir si ahí se sabe algo más del diario de Luis López, o de Soli, o si eso quedaría para la última novela. Ya veremos.

"- Este sitio es muy raro, Soli. ¿No te parece?

 - No sé... ¿Es que tampoco parece Toledo este sitio? Yo creo que todo esto es la noche toledana, Martín. Mi papá dijo que íbamos a pasar la noche toledana... ¡Mi papá sabe mucho!"