viernes, 21 de marzo de 2014

Back home

Se acabó, regresé, ya estoy aquí.
El regreso no estuvo exento de aventuras, ya que casi pierdo el avión las 3 veces que tenía que subirme en él (Sydney, Bangkog y Dubai), lo cual no sé si sería una señal de que me debería haber quedado, pero sí me evitó gastarme los últimos dólares en los duty free. Por otro lado, la decepción inicial a mi llegada por la facilidad de cruzar la aduana se vio recompensada el último día, cuando tuve la suerte de ser elegido para un control aleatorio de sustancias peligrosas, digno de los mejores momentos del programa de la tele.
En cuanto a la fecha de regreso, ha sido un poco a traición porque es la única forma de sorprender a familia y amigos. La mentirijilla de que me quedaba unos días más surtió efecto y las caras de sorpresa de la gente no tienen precio.
Ahora, la estrategia se volvió contra mi, que me hubiera quedado dos semanas más de mil amores en Sydney, pero supongo que siempre le ocurre a uno que debe marcharse de un sitio cuando mejor se ponen las cosas ¡qué ironía!
El regreso me tiene un poco alelado, con tanto jet lag, y ahora que estoy aquí me da pena no seguir con el blog, que me ha acompañado tanto y tan agradablemente en este viaje. Como una droga, me ha generado cierta adicción y ahora no sé si quiero volver a irme a Australia, o a cualquier otro sitio para seguir escribiendo el blog o si quiero seguir escribiendo como excusa para viajar más.
No quiero acabar sin agradeceros que me hayáis leído y comentado, porque hizo más fácil mi llegada (nadie me preguntó "¿qué tal el año?" sino "¿qué tal el viaje?" o "ponme al día que no te leo desde febrero") y esa sensación que me dijo mi tío el otro día: "parece que no te has ido" que quiere decir que no se pierde del todo el contacto. Muchas gracias.
El blog, de momento, lo cierro por reflexión...
... hasta la próxima patoaventura

viernes, 14 de marzo de 2014

Vacaciones en el trópico

Y eso que sería tentador poner vacaciones en el mar, pero creo que ya utilicé la espléndida banda sonora de tan fundamental teleserie en una entrada anterior, así que no conviene repetirse.
No debería contarlo, pero con el tiempo libre que tengo en Cairns estoy escribiendo este post que programaré para que se publique la semana que viene, trucos del bloguero (que yo apenas he usado, ojo).
Resumiendo, Cairns, la segunda ciudad más grande de Queensland es un pueblo pesquero/playero muy tranquilo (menos por las noches, que arman unas fiestas estilo ibiza para mochileros en las que parece que la gente no ha bebido alcohol nunca) que cuenta en sus alrededores con paraísos como Port Dounglas o los bosques tropicales.
Pero resulta que además es el punto de arranque de la mayor concentración de corales que hay en la Barrera coralina, aunque para verlos te recomiendan cruzar a Green Island, que es lo que hice. Tomé un barco con el suelo de cristal y grabé los vídeos que podéis ver aquí.
En la tranquilidad del albergue, donde podemos conectarnos a internet gracias a la recepción me he dedicado a subirlos y ahora toca incluirlos aquí.
Y os voy a dejar, que empieza la peli (en el albergue ponen una diaria, hoy nos toca "Amazing Spiderman"


miércoles, 5 de marzo de 2014

Australia en el corazón

Australia en el corazón tiene un marcapasos que sobresale aproximadamente 350 metros, llamado Uluru por los aborígenes y conocido y popularizado como Ayers Rock por las compañías turísticas que empezaron a explotarlo.
Para llegar hasta allí me subí en un avión directo a Alice Springs. Uno ve el mapa de Australia y piensa que eso queda cerca pero hay unos 600 km, lo que supone, si se contrata un tour organizado,  tres dias y dos noches de viaje en autobus con parada en Kings Cayon, Ayers Rock y Las Olgas.
¡Qué bien! Pese a no tener el carnet voy a poder cruzar el desierto en vehículo (un minibus de 20 plazas). Y así pasa la primera hora, o mejor dicho, el primer cuarto de hora y a la excitante experiencia le sucede la majestuosa monotonía del paisaje.


Me han dicho muchas cosas sobre este viaje,  que si no te lo pierdas, que si total para qué, que si es muy caro, que si te marchas sin verlo te arrepientes, en fin, de todo. Pero yo me quería venir al desierto desde que llegué o incluso desde antes, así que me vine porque sí.
Quizá porque uno es muy viajado, o muy romántico,  tiene una idea del desierto que se parece más al Sáhara o al Wadi Rum, y cuando observa la vegetación que rodea las llanuras australianas se pregunta la razón del término.  Pero está desierto, vacío,  salvaje.  O casi, porque la mano del hombre llega a todos lados y más en este país (aunque sorprende que el parque se lo devolvieran a los aborigenes y se planteen cerrar la escalada de la roca por respeto, pero de eso ya hablaremos en otro momento).


Y después de varias horas, estratégicas paradas para tomar un helado o beber agua, la visita a kings canyon, una noche en swag (saco de dormir con colchoncito interior la mar de cómodo) y quemaduras de decimotercer grado en la piel, el guía nos anuncia que nos acercamos.
Y de repente a uno se le olvidan las horas en estrecho e incómodo minibus, las hordas de moscas que inoportunan al turista (y lo alimentan a la fuerza) o los 400 grados a la sombra de la región y se pega a la ventana del autobusete para registrar el momento.


Pero lo mejor está por venir, cuando cae la noche y el atardecer muestra la mejor cara de Uluru, a lo lejos, porque estamos en el camping, preparados para comer salchichas de camello y carne de canguro fresquísima. O a la mañana siguiente, cuando hacemos bueno el dicho de que al que madruga dios le ayuda y  nos levantamos a las 4.30 para ver el amanecer y los espectaculares cambios de color de la roca.


Luego llega la graciosa experiencia de comer a las 10 de l a mañana (y la consiguiente cena a las 3 de la tarde) para llegar a Cairns, donde la vida mochilera ofrece pizza gratis a una hora decente, las 9.30 de la noche.
Por el camino, una experiencia única,  compartida con 20 extraños, que son 20 amigos, con historias, viajes y proyectos diversos. Y una común pasión por las fotos de grupo.
The Rock Tour team

sábado, 1 de marzo de 2014

Nos volveremos a ver

El verano acabó, y como en las novelas de aventuras que leía de pequeño, toca despedirse. Aunque me queda todavía un mes aquí, ayer dejé los trabajos en la cafetería y en los cruceros, con las consiguientes despedidas, que tradicionalmente se resumen en salir a tomar unas cervezas o -en mi caso- zumos con los compañeros y compañeras de trabajo.
Con la peña de la cafetería,  como llevo trabajando 8 meses, quería organizar una cena española,  para que se animaran a dar el salto y visitarme.
Como la mayoría es europea no sería difícil organizar un reencuentro cuando todos volviéramos a nuestros respectivos países. Pero la cena queda pendiente y si la hago destaparé el tarro de las esencias y pondré sobre la mesa cuanto hed aprendido aquí,  la paella, la tortilla, la empanada... y lo mismo me atrevo con unas torrijas, ¿por qué no?
Con los compis de los cruceros ha ocurrido lo que siempre le pasa a uno cuando se marcha de un sitio (un querrabiadá, que diría Alfonso Arús) y es que ayer fue la primera vez que salimos a tomar algo despues del trabajo y lo pasamos tan bien que seguro lo repetirán mas veces desde ahora. Y es una pena porque es un grupo de gente buena onda muy variado (australia, brasil, grecia, chile, corea, china... vamos un poquito de todo) y un horario inmejorable para salir de fiesta, porque acabamos los cruceros a la medianoche de viernes y sábado. De hecho aún me pregunto por qué no nos han dado las tantas de la mañana antes de anoche, ¡qué raro!
Será que soy un sentimental, pero me dio pena terminar en ambos sitios, no por el trabajo en si, que tampoco es nada del otro mundo, sino por el compendio de experiencias vividas y sobre todo por la gente con la que se comparten esas vivencias.
También contribuye la proliferación de muestras de cariño y presión en facebook, recordando momentos imborrables y pidiéndome que me quede. Con el entusiasmo del momento se lo plantea uno y llega a pensar en quedarse y no volver, o regresar temporalmente pero en frío y con el peso de la terca razón las pegas o reparos desequilibran la balanza.
Por si estoy siendo muy críptico lo que digo es que no sé si quedarme en sydney o si regresar despues de un tiempo en españa, pero no me lo tengáis en cuenta, que ya tengo el billete para Madrid mirado y casi comprado.
Y todo esto que hoy cuento brevemente, lo hago desde alice springs, primera etapa de mi viaje al corazón del país. No pongo fotos porque con el tablet es complicado y la aplicación no me funciona. Si puedo, os hago la cronica diaria,  pero no sé yo que conexión wifi habrá en el desierto...