jueves, 25 de agosto de 2022

Comentarios - Liade y el viejo Torib

Por fin llegó a mis manos el tan esperado libro de mi amigo y compañero de aventuras teatrales Carlos Escaño Marín. Aunque en honor a la verdad, ya había leído el primer borrador allá por 2018, así que jugaba "con ventaja".

La novela, su primera novela, explora varios géneros, desde la ciencia ficción a las novelas de aventuras con influencias muy claras de Orwell pero también aunque sean menos evidentes, de Tolkien o Asimov entre otros.

Desde el primer párrafo te atrapa con un ritmo trepidante, de frases cortas y directas a la acción, pero sobre todo con un verbo que será leitmotiv de toda la obra: marcharse.

Liade llegó al parque y vio que volvía a estar más vacío que el día anterior. Muchos de los que aquí solían venir habían dejado de hacerlo, ya fuera por miedo o porque ya se marcharon.

Un camino, el del éxodo, que se ofrece a la protagonista y a sus acompañantes como posible salida a una realidad política y social que ignora a la ciudadanía, encarnada por instituciones como la Confederación Neocapital, encastilladas en altos edificios que representan física y geográficamente su distanciamiento:

La mole exterior, de forma rectangular, contaba con la sede principal de un ministerio por cada lado, tratándose así del Ministerio de Economía de la Empresa, el Ministerio de los Asuntos Transnacionales,  el Ministerio de Adoctrinamiento al Consumo y el de Defensa de los Intereses Privados.

Con semejante panorama en la ciudad en que viven, los héroes, (o mejor dicho heroína y compañeros) se implican en diversos espacios de resistencia política que dan pie a que el autor introduzca monólogos desde varios puntos de vista a manera de mosaico social, en el que destaca a algunas figuras como el viejo Torib, desencadenante de la trama con su aparición en los medios a sus 90 años.

Más allá de la historia, que es desde luego adictiva tanto en el plano narrativo como en el de juego orwelliano de identificar las instituciones y sucesos con los hechos reales, el estilo es duro, directo, cercano, por momentos, a la arenga política. Cada personaje (y también el propio autor) se enfrentan a los hechos que viven tomando parte y formando parte de su historia e invitando a quien lee a hacer lo mismo.

Por mi amistad y el pasado que nos une, puedo afirmar que hay mucho de Carlos en la novela, mucho de sí mismo en cada personaje (sus convicciones, claro, pero también sus dudas, sus reflexiones...) y al mismo tiempo, cada personaje es mucha gente y posiblemente el resultado de encontrar a mucha gente.

Encendió un mechero y entró por lo que ahora parecía la entrada a una cochera estrecha y llena de cacharros de todo tipo. Al fondo había una puerta que Nuelma golpeó. Se escucharon unos pasos y a continuación un hombre enorme apareció tras ella. Era de color negro profundo, confundiéndose con la oscuridad del garaje.

No quiero decir que Liade y el viejo Torib sea una novela difícil, porque se lee de un tirón, pero sí compleja porque tiene varios niveles de comprensión, el último de los cuales quizá solo se alcance de la mano del propio autor, creador de ese universo tan personal.

Para concluir, recomendando por supuesto su lectura (que ya uno lo hace en general con todos los libros, con los de amigos, más aún), me gustaría también resaltar que hay algo del teatro de lxs oprimidxs también en el libro: una invitación a preguntarnos, si nos mueve la transformación social, ¿qué queremos transformar? Y es una pregunta crítica, que encierra un peligro y una oportunidad.