jueves, 30 de septiembre de 2021

Antes de que se fuera una vez...

 El gato, con las uñas desgastadas de tanto trepar las cortezas de los árboles, hubiera agradecido un buen par de guantes pero aquella estrafalaria idea no encajaba en los planes del viejo Perrault.

sábado, 11 de septiembre de 2021

Comentarios - Fariña

 Me prestó mi padre el libro del que se habló tanto en su momento (por aquella polémica prohibición que lo convirtió en superventas) y que me he leído después de haber visto la serie, magnífica por cierto.

De Fariña se puede decir que sería muy ameno si no fuera cierto todo lo que cuenta. Es una bofetada en toda regla a un sistema que ignora, permite, negocia e incluso apoya ciertas actividades ilegales. Mejor dicho, a ciertas personas que realizan dichas actividades.

No es nada nuevo, y tampoco causará un terremoto político (aunque un poco lo causó en el momento de su publicación creo que por las menciones directas a Feijóo, actual presidente de la Xunta) porque tenemos la costumbre de olvidar todo lo pasado e incluso lo presente, como reivindica el autor: "No se debe olvidar lo que todavía no ha terminado".

El libro es ambicioso, eso también, porque pretender contar la historia del narcotráfico en Galicia desde los 70 hasta hoy tiene mucho de empresa imposible. Nacho Carretero lo consigue, creo yo, por dos razones, por ser gallego y por desearlo muy fuerte. De tono periodístico y en ocasiones novelesco, teje su historia sobre las diferentes operaciones y juicios, con numerosas entrevistas a personas implicadas directa o indirectamente en la lucha contra las drogas y con citas de las declaraciones de los narcos (los supuestos y los declarados).

Una de las más geniales ideas es el cuento del principio:

Todavía cuentan la historia los viejos de a raia

Un vecino mayor cruzaba a diario la frontera entre Galicia y Portugal en bicicleta, cargando siempre un saco al hombro. Cada vez que atravesaba a raia, la guardia civil le daba el alto y le preguntaba qué llevaba en el saco. El hombre paciente y educado, mostraba siempre el contenido: "es solo carbón", explicaba. Y los agentes mosqueados lo dejaban pasar. (...)

Era un contrabandista de bicicletas.

Con este relato subraya las principales líneas de su tesis: que el contrabando es parte de la historia de Galicia (desde los naufragios de naves romanas a la Guerra Civil Española), que los contrabandistas son "gente común" incluso simpática y que la droga al principio entraba como la bicicleta porque nadie sabía qué era exactamente.

Claro que, según avanza el relato y se observa la toma de conciencia mundial, los problemas son otros: un sector económico muy asentado, y aceptado, en la zona, una estructura muy desarrollada, con varios pasos de ventaja sobre Policía y jueces y por supuesto una serie de conexiones a todos los niveles (infiltrados en la policía, jueces sobornados, políticos conniventes...)

La primera mitad del libro, más o menos hasta la Operación Nécora (que curiosamente es donde termina la serie) se lee con la misma trepidante atención con que se sigue una final de un Mundial o se corea el bis en un concierto. Luego, la intensidad baja un poco porque los grandes protagonistas se diluyen y borbotean muchas pequeñas organizaciones que convierten el libro en un jardín inmenso con todas las flores posibles dentro. Con todo, merece mucho la pena acercarse a los testimonios que recoge Nacho Carretero.

Y cierro con un párrafo de los muchos (aunque no mayoría) que le dedica a la lucha de las Madres contra la Droga:

Después de Galicia empezaron a llamar a algunas puertas en Madrid. En 1989 las madres se reunieron con Felipe González en la Moncloa. Al año siguiente lo harían con el jefe de la oposición José María Aznar: "A Felipe González le dijimos que era imprescindible aumentar la dotación. Se mostró muy sorprendido con la cantidad de información que teníamos". Además de políticos visitaron a jueces y fiscales, entre ellos a Baltasar Garzón y Javier Zaragoza. Avendaño y el resto de madres pusieron el foco donde nunca había estado antes. La agenda política tuvo que hacer hueco a lo que estaba sucediendo en Galicia, y los medios de comunicación empezaron a dedicarles portadas de periódicos y aperturas de telediarios.

El peligro de dibujar a los narcos como héroes (o al menos protagonistas) de la historia se contrarresta con la frialdad de los datos, los testimonios de las madres de la generación perdida, los violentos relatos de los ajustes de cuentas...

En un mundo de plataformas donde la realidad acapara la ficción se esconde el peligro de leer la realidad como imaginaciones, cuentos, novelas... Pero también la otra opción, la de leer en la ficción las claves de nuestra realidad, como hizo en los 30-40 George Orwell. Sea con la fantasía o con la realidad, lo importante es que reflexionemos, para no perdernos en una sucesión vacía de imágenes o palabras.

viernes, 3 de septiembre de 2021

Comentarios - Los santos inocentes

 Septiembre es menos septiembre si tenemos a Delibes como compañía. Este quizá sea uno de sus libros más famosos (a lo que tal vez contribuyó la película de Mario Camus) y peculiares en su formato. Dividido en seis libros (capítulos), cada uno de ellos está narrado sin más punto que el final. No es solo el uso de la coma en su lugar o la ausencia de guiones en los diálogos, sino el modo en que integra estas particularidades técnicas a lo largo de la novela lo que la hace interesante. Y además no se hace pesado, a mí personalmente me pasó desapercibido hasta más allá de la mitad del libro.

He leído que Mario Camus no pudo soltarlo hasta el final y espero que copiando aquí el principio se anime más gente a leer esta narración, repleta de realismo, miseria y crítica social:

A su hermana, la Régula, le contrariaba la actitud del Azarías, y le regañaba y él, entonces, regresaba a la Jara donde el señorito, que a su hermana la Régula le contrariaba la actitud del Azarías porque ella aspiraba a que los muchachos se ilustrasen, cosa que a su hermano se le antojaba un error, que,

  luego no te sirven ni para finos ni para bastos,

pontificaba con su tono de voz brumoso, levemente nasal,

y, por contra, en la Jara, donde el señorito, nadie se preocupaba de si éste o el otro sabían leer o escribir, de si eran letrados o iletrados, o de si el Azarías vagaba de un lado a otro, los remendados pantalones de pana por las corvas, la bragueta sin botones, rutando y con los pies descalzos...

El relato está ambientado en la España rural de los años 60, en un cortijo extremeño, aunque las referencias no sean topográficas (salvo la Raya de lo de Abendújar) sino referentes a la fauna y la flora (grajillas, perdices, palomos, jaras, encinas, alcornoques...). Por cierto que el libro está dedicado a Félix Rodríguez de la Fuente, que murió unos pocos meses antes de que se publicara. Un homenaje que se concreta en las descripciones minuciosas del territorio que son a cada paso de la historia una compañía de realismo y claroscuro:

y a la mañana siguiente, conforme amaneció Dios, Paco, el Bajo, ensilló la yegua y a galope tendido, franqueó la vaguada, el monte de chaparros y el jaral y se presentó, escoltado por los aullidos de los mastines, en el cortijo del señorito del Azarías (...)

me voy por abono para las flores,

y, franqueaba el portón, y se perdía en la loma, entre las jaras y las encinas, buscando a Antonio Abad, el Pastor, que por la hora no podía andar lejos, así que se le topaba, se ponía a caminar parsimoniosamente tras el rebaño, agachándose y recogiendo cagarrutas recientes, hasta que colmaba las herraduras (...)

  esta dirección llevaba, luego estará en aquel chaparro y, si no, amonada en el mato, orilla del alcornoque, no puede haber ido más lejos,

y allá se iba el grupo tras Paco y, si el pájaro no andaba en el chaparro, amonado estaba en el mato, orilla del alcornoque, no fallaba, y el Subsecretario, o el Embajador, o el Minstro, el que fuera, decía asombrado,

  y ¿por qué regla de tres no podía estar en otro sitio, Paco, me lo quieres explicar? ...

La historia bosqueja la realidad rural de los años 60 y es muy crítica con el abandono del Estado, sugiriendo una sociedad feudal y muy jerárquica, con sus caciques y señoritos en sus respectivos cortijos. También está muy presente la caza, creo que como metáfora de una sociedad violenta y claramente dividida en ricos y pobres, cazadores y presas.

A este respecto es muy interesante la figura intermedia de don Pedro el Périto y doña Purita pero ni lo nombro porque creo que es una lectura muy personal.