martes, 19 de septiembre de 2023

Diarios de un lector a tiempo perdido: 5 en 1

 Ya he perdido la cuenta de los libros que hace que no alimento este blog (que cada vez se parece más al cajón de mi escritorio, un conjunto de papeles impresos sobreescritos, tickets de compra, envoltorios de plástico y bolígrafos a medio acabar sin orden aparente), así que iré a los tres últimos con el sabor agrio de la aceptación.

Entre tanta actividad, fue mi cumpleaños y aproveché la redondez de la fecha para invitar a mi familia al completo, de la que hubo pocas bajas y muy bien justificadas. Ella, mi familia, claro, aprovechó la circunstancia para inundarme de lecturas entre regalos y préstamos. Gracias al verano y (añadiremos también algo propio) a mi pasión lectora me abalancé sobre cinco de ellos (que son los que recuerdo hasta la fecha, qué dulce el sabor del saber recordar a través de la escritura).

Los títulos: El crimen del conde Neville, Travesía del horizonte, La noche siempre llega, Corazón tan blanco y Fortuna. Tres hombres (Hernán Díaz,Willy Vlautin, Javier Marías) y una mujer (Amélie Nothomb) para tres protagonistas femeninas y cinco masculinos. Aquí va una trampa, porque el libro de Hernán Díaz, Fortuna, es una original novela compuesta por otras 4 novelas (en cada una de ellas con protagonista diferente).

Me ha gustado, pero también es la que recién termino y por ello la que más fresca tengo, Fortuna por acercarse al tema de la especulación financiera en estos tiempos de inflación. Aunque con mis limitados conocimientos de economía no era capaz de seguir el hilo al cien por cien, como me ha ocurrido con películas que en tono similar se acercaban a la crisis de 2008 (La gran apuesta, por ejemplo). Si pudiera resumirlo en una frase diría: una novela matrioska sobre el tema más omnipresente de la cultura estadounidense.

Nothomb, que era el relato más breve y más exquisito, me transportó a las lecturas contemporáneas sobre el olvidado tiempo de la aristocracia, un poco al estilo de Amor Towles, pero con su muy personal toque de ironía. Fue un auténtico regalo leerla y descodificar todos los pasos clásicos de la construcción de una historia según el arco narrativo del héroe de Campbell. Un cuento de humor negro con final feliz que además contiene toda una reflexión sobre la psique humana y las relaciones familiares.

De Marías sólo había leído Los enamoramientos y no lo recordaba tan enrevesado en su escritura como lo he visto en estas dos novelas. A la Travesía, que escribió bien joven, le apliqué todos mis recuerdos de heterodoxas lecturas de infancia y juventud, desde La isla del tesoro al Pirata Garrapata y ya no recuerdo muy bien los otros temas que se trataban durante la travesía. También puede que la confunda con El triángulo de la tristeza, una película ambientada en un barco de ricachones que recordaba mucho a la expedición que narra Marías.

La noche siempre llega es una película de acción que podrían rodar Scorsese o Tarantino (cada cual con su peculiar toque) en la que una mujer se enfrenta a todo aquello que la ha ido construyendo/enredando en una vida que no quiere llevar. De alguna lejana manera hilaría con el libro de Musso de la anterior entrada del blog, eso sí, con menos innovación estilística innecesaria pero mucha más tensión narrativa.

Para innovación estilística, la de Hernán Díaz, en su caso no sé si imprescindible, pero desde luego muy acertada.

Corazón tan blanco, un verso de Shakespeare para una novela sobre un traductor/intérprete que vive entre Nueva York, Ginebra, Londres, e incluso Bruselas. Una saga familiar, como lo son prácticamente todas las novelas de este post, con su poquito de misterio, su clásico secreto nunca revelado y un cierre maestro.

De todo esto, digo yo, algo aprenderé y quizá pueda aplicarlo en el concurso literario que me mandó un amigo hace un par de días. Si soy capaz de sacar acaso un par de horas perdidas de tiempo al día durante al menos una semana (Bradbury dixit, más o menos)