lunes, 20 de abril de 2020

Aforismos

Los libros apilados que no respiran se mantienen firmes como soldados que obedecen al orden.

Respiramos al día tantas motas de polvo que mezcladas con el agua nos hacen ser de barro.

Internet es el nuevo dios de la ubicuidad, vigilante de nuestros trabajos sisíficos por intentar burlar a la muerte.

Con las plantas guardamos en común la irrefrenable necesidad de mantenernos erguidas. Con los árboles, además de esa, la de dar fruto.

El cuco no es tan pájaro como para saber cuándo callar.

Si el espacio se midiera en horas, minutos y segundos, ninguna ciudad ocuparía más de dos días.

La casa escucha por las ventanas, toca por las paredes, observa por las puertas, bebe por los grifos y huele por la chimenea y así los pisos no huelen.

Celebrar el cumpleaños es un castigo digno del Tanatos más revanchista.

El Sol que se cuela en la casa iluminándola es la mejor prueba de  que los fantasmas existen.

Sí hay más ciego que el que no quiere ver, quien cree que lo ha visto todo.

Los bigotes de un gato son el pentagrama de las composiciones musicales.

Cada vez que veo una mosca caminando sobre la mesa me invaden pensamientos de altos vuelos.

La burocracia es, lingüísticamente, el afrancesamiento de la antigua Grecia.

La humedad es una novedad fumante.

¿No os ocurre que cuando se menciona la palabra diálogo se termina la conversación?

Las costuras son apretados lazos de unión que se rasgan con el uso y revelan la tela que había debajo.

El metro es la confirmación práctica de nuestro enterramiento en vida.

De la atracción hacia lo oscuro hasta ver la luz al final del túnel hay, como mucho, un par de sueños.

El granizo en abril son las migas que se sacuden del trapo después de limpiar la mesa del comedor.

Si el caracol corriera como un galgo, hablaríamos de la perseverancia con un tono frenético.

No hay comentarios:

Publicar un comentario