jueves, 16 de abril de 2020

Escritos IV

Vivir en sociedad es como hacer un guiso invernal, con frío sienta de maravilla y casi cualquiera te lo comes, pero la receta perfecta no existe. Cada cual tiene su propia receta y nunca nos gusta mucho ninguna excepto la nuestra (o como mucho la de la abuela).

Lo primero en lo que no llegamos a acuerdo son los ingredientes: que si yo le pongo laurel, que si yo hierbabuena, que si codillo mejor que morcillo, berza vs grelos, o tocino en vez de unto. No es dificil ver el símil, teniendo en cuenta las infinitas discusiones y debates, no solo políticos, sobre la inmigración, la delincuencia, la economía o el paro, aquí algunas frases para la reflexión: "los hay que vienen a trabajar, legales, esos bien, los que vienen a robar que se vuelvan a su país", "la pena de muerte no, pero la cadena perpetua, eso sí porque eso de la reinserción es un camelo", "libre mercado vs nacionalización", "un buen pelotazo inmobiliario y verás como hay trabajo de sobra".

Y claro, sobre esta frágil base cuyo único ingrediente común tal vez es el agua, se construyen más y más divergencias, ahora sobre las cantidades porque hay quien lo prefiere más salado o más soso, quien no soporta que se note el apio o quien en lugar de uno echa dos puñados de judías verdes. Siempre sobre los mismos temas anteriores, algunas frases más para la reflexión: "bueno, que vengan, pero algunos, que aquí no cabemos todos", "yo me pongo una alarma que dicen (los anuncios y cuñas publicitarias, se entiende) que roban mucho", "yo no pago impuestos, mi trabajo es para mí, no para sostener a vagos", "no quiero estar de alta, que estoy cobrando la ayuda".

Si os parece poco el (¡qué apropiado!) desaguisado, seguiremos viendo que tampoco en los tiempos y soportes hay acuerdo, porque mientras alguien lo deja dos horas en olla al fuego, otra persona toda la mañana en cazuela de barro, por no hablar de quien lo hace en 10 minutos en la olla exprés o quien en recipiente más pequeño, cuela la mitad y le añade más agua. Aún a riesgo de parecer insistentes, volvemos a la analogía: "Vamos a acoger a los 17.337 refugiados a los que nos hemos comprometido", "ya vale eso de que estén en la cárcel a pensión completa sin hacer nada todo el tiempo", "la crisis hace urgente y necesaria la reforma laboral, inmediatamente", "otra vez se prorrogan los presupuestos generales del estado"

Podríamos  seguir eternamente, que si el orden en el que se añaden los ingredientes, que si los "trucos" de cada quién para potenciar el sabor (del mismo modo que los eslóganes "los españoles primero", "si facilitamos una exención fiscal para los autónomos...") y así sucesivamente, pero la idea ha quedado expuesta, por lo que nos acercamos al cierre.

"Recetas" hay tantas como personas y el "cocido" de la convivencia nunca va a saber como el de nuestras abuelas y por mucho que nos empeñemos el ingrediente fundamental que usaban eran sus años de experiencia. Al mismo tiempo, no creo que convenga cocinar como nos enseñan sin ir un poco más allá y añadir a esa experiencia otros ingredientes (la solidaridad, la diversidad, el amor) en cantidades abundantes y durante el tiempo que haga falta para que puedan descubrirnos sabores nuevos, ¿habéis probado a echarle jengibre a la sopa?

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