viernes, 4 de octubre de 2013

El tiempo, de su pérdida y de sus caprichosos cambios

Hoy voy a hablar del tiempo
¿Otra vez de vacaciones? ¿Cómo vives? Pues, honestamente, tampoco tan bien, porque llevo dos semanas de sol y calor en las que no he pisado la playa. Y por si fuera poco, el único día que tenía libre lo dediqué a la mudanza.
Me ocurrió como aquella vez que fui a Bondi: había quedado con mi nueva compañera de piso para que me diera las llaves en la puerta de su trabajo, puse la dirección en google maps y me acordé de lo que quise. Estación de St Leonards, sales y giras a la derecha, hasta que llegas al cruce con Oxley St, sencillísimo.
Primer error, como se puede ver en la imagen, no hay que girar a la derecha, a menos que uno salga de la estación de St Leonards antes de llegar a ella. Resumiendo, que me fui hasta más allá del hospital a las 12 de la mañana bajo un sol de justicia hasta que acepté que había caminado por demasiado tiempo.
¿Qué le hace a uno tomar estas decisiones? Posiblemente influya el hecho de que a la salida de la estación había una plaza grande, que eso ya desubica, o que, como en las películas el camino correcto implicaba subir una cuesta, mientras el giro equivocado era un agradable paseo sobre el llano, con parquecito incluido.
O quizás el calor extremo, que me nubló las entendederas.
Pensaréis que aquí acaba todo. Pues no, apenas dos días después nos reuníamos los del grupo del bingo, para organizar el evento en la bolera que hemos alquilado para la ocasión. Premisa: estoy harto de pasar por ahí, porque el bar de Pichuco queda justo enfrente.
Primer error (o segundo) tomar el autobús equivocado. Solucionable si me hubiera bajado a tiempo, pero lo hice una parada después. Y entonces, en lugar de desandar el camino como haría cualquier persona que no sabe dónde está, me dio por aventurarme a "buscar un atajo". No me preguntéis qué camino escogí, si torcí a la derecha o a la izquierda, si norte o si sur, porque cuando me bajé del autobús llovía a mares (segundo o tercer error como imaginaréis es no llevar paraguas ni chubasquero alguno). Consecuencia de este espontáneo temporal fue que ningún osado peatón salió a pasear al perro o comprar la prensa, por lo que mi atajo se convirtió en un interminable infierno...
Hasta que amainó y encontré a dos ciclistas. Con su Iphone me indicaron lo que hacer (para mí que me hicieron dar un rodeo porque tardé en llegar 20 minutos, pero tampoco estaba yo como para desobedecer las órdenes supremas de Google Maps.
Por último la esperada mofa atmosférica, tras más de media hora de intensa tormenta, apenas llego a la bolera para de llover. En Italia me llamarían Fantozzi.

2 comentarios:

  1. Solo por Fantozzi merece leer tu post...

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  2. zosimo, no se que pasa a uno cuando sale fuera del pais que anda mas que willi fog tras una apuesta. Las ciudades de nueva planta son mas largas que un día sin pan.

    Tengo que preguntarte algunas cosas majo a ver si te pillo por facebook

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