martes, 19 de mayo de 2020

Coronar el puerto


Mientras pedaleaba incansable por aquella colina que parecía un muro apenas podía pensar en la belleza, no solo en la belleza verde y marrón que la mojada primavera le regalaba, sino en ninguna. Subir, solo subir, y tal vez llegar a la cima era lo único que asomaba por su cabeza al ritmo acelerado de su corazón.
Poco después, cuando bajó de la bicicleta sin la respiración que le hubiera permitido celebrar su hazaña, pensó que tal vez hubiera alguna belleza en el sufrimiento, pero aún no la había encontrado.

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