viernes, 24 de mayo de 2013

Todo un acontecimiento

Todo muy cuco, oye

A Sandra, por su cumple y por su empujón

Eso es lo que montamos el martes, un peazo evento que no veas. Con mucho estrés y muchos nervios porque nos jugábamos la nota pero además, porque teníamos que sacarles los cuartos a 60 personas (por una causa justa, eso sí).

Y después del mapa conceptual, la explicación: la principal tarea del curso este semestre era realizar un pequeño evento. Para ello nos dividimos en grupos de 5 o 6 personas y la profesora nos asignó un día y un tipo de evento. 
A mi grupo le tocó el martes 21 de mayo hacer una cena benéfica a favor de la Chris O’Brien Lifehouse, que es un centro integral de tratamiento e investigación sobre el cáncer (en concreto de los tumores cerebrales).
Restaurante - Antes
Restaurante - Después
No ha sido un camino de rosas, pero tampoco fue tan complicado. Tengo la sensación de que tanto papeleo y tanta teoría son útiles para tener una idea de cómo se hace un evento, pero en la práctica lo que hace falta son tablas y experiencia porque siempre hay imprevistos.(Uno muy divertido es el que ilustra la foto, me quedé sin internet justo la noche antes del evento, cuando el intercambio de mails para rematar los últimos requisitos teóricos era más ardiente, así que tuve que sacar el cable de red, que siempre llevo conmigo desde que Charlie me dijo que lo llamaban prehistórico por ir con él a todos lados, y conectarme al módem, que está encima de la nevera. Todo muy underground)

Interneeeeé
Nuestro mayor imprevisto fue que justo antes de empezar nos cambiaron la disposición y el tamaño de las mesas y de repente los arreglos no cuadraban, la asignación de mesas tampoco, el mapa del restaurante y sus espacios eran mucho más reducidos… 
Todo parecía indicar la catástrofe.
Pero entonces pasó lo que ocurre en teatro cuando se lleva una obra con alfileres o tras una situación comprometida, con muchos nervios y la moral baja, la magia. Y hubo magia en el restaurante cuando, apenas ya sentados los invitados, nos acercamos a sus mesas para explicarles las actividades que habíamos preparado. De repente nos sonreían, nos escuchaban y nos compraban los boletos de la rifa. Y todo empezó a subir como la espuma.
El equipo A
Acabé hecho pedazos, claro, porque desde las 8 de la mañana que llegué al college (hay que meter un poco de inglés que si no parece que no estoy aprendiendo nada) me dio tiempo a echar una mano a los compis que estaban organizando el evento de la mañana, hacer el examen de informática y preparar y llevar a cabo el evento con el resto del grupo. Pero valió la pena.
Y aunque haya mentes maliciosas que se piensen otra cosa, la relación con el resto del grupo es estrictamente profesional. Pero vamos, no os penséis que no me han llegado ya comentarios (además de los de facebook) de qué bien vives y demás.
Cambiando de tema, llevamos dos días de lluvia horrorosos y he notado que los australianos parece que se esperan a que haga mal tiempo para demostrar lo machotes que son y salir en pantalón corto y camiseta a la calle (sólo les falta sentarse a tomar una cervecita en una terraza mientras cae el diluvio universal, pero mejor no les doy ideas).
Cosas que solo pasan en Australia, como lo del agua del retrete y la ley de protección del koala.

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