jueves, 25 de abril de 2013

The visitor


A Pepe, porque ha venido aquí a hablar de mi blog

Y vino Pepe, el día 18, y se marchó esta tarde (una semanita ha estado el pollo, menudo palizón). Ha sido su visita como uno de esos personajes que aparecen en las novelas aproximadamente en la página 100 para que el lector no se aburra.
No me voy a poner sentimental, baste decir que tenía vacaciones y por lo tanto, el momento idóneo para una visita. El plan, como siempre, era tan perfecto como improvisado:
-          Vamos a Tasmania, que tengo un asunto pendiente con el diablo, me dijo por facebook
-          Pues vamos, le contesté.
Y en dos días nos hemos gastado como 400 euros por barba, durmiendo en el hostal más cutre (pero no el más barato) y combinando ofertas de supermercado con cafés y restaurantes de lo más barato para las comidas.
Eso sí, subimos a Mount Wellington, que está cerca de Hobart (la capital de Tasmania). Un pico a 1200 m en el que había nieve y unas vistas sobre la isla que tenían una pinta excelente, aunque no las hemos probado.
También visitamos la histórica localidad de Richmond, “un parque temático” como la definió Pepe o un hermoso entorno que corre el riesgo de convertirse en caricatura de sí mismo, como dice la guía de Australia (¿por qué no le hicimos caso?).
Los artistas, después del baile
Pero no solo de Tasmania vive el hombre, y Pepe es un hombre, como demuestra su foto del Muro de Facebook que no publicaré aquí para no pedirle los derechos de autor o que me lleve a juicio. Y también fuimos en las Blue Mountains. Si veis las fotos que hay en google seguro que os gustan. Las nuestras no tanto, porque llovía a mares y había niebla (si, amigos, hemos tenido una climatología envidiable en todas nuestras salidas. Un clásico.
Eso sí, nunca olvidaremos el espectáculo que nos ofreció un grupo de aborígenes bailando la danza del canguro y la del emú. Y de esto no hay fotos que para eso nos gastamos 60 dólares en las Blue Mountains, quien quiera verlos (y bailarlos) que venga y se lo pague, ea!
Por supuesto, también le enseñé Sydney: la ópera, el puente sobre la bahía, el paseo playero de Bondi a Cogee, los acantilados de Watson Bay, los eventos a los que me apunto y que tanto disfruta criticando…
Y él me descubrió los McDonalds, KFC, Hungry Jack’s (el primo australiano del Burger King); en fin, los secretos de supervivencia de un viajero en la 3ª ciudad más cara del mundo. Y me diréis, con razón: “podíais comer en casa, que es más sano y más barato”. Pues sí, pero creo que una palabra lo resume todo: Mandango. Ya lo explicaré mejor en otro post.
Debajo del puente
Su personal odisea, si la mía fue con el curso y la inscripción, fue con los Bancos, que no le dejaban sacar dinero con ninguna de las miles de tarjetas que se había traído. Tras intentarlo en 5 cajeros distintos nos decidimos a entrar en un banco a pedir explicaciones. No fueron muy satisfactorias aunque quizá tenga algo que ver el hecho de que entrara en la sucursal comiendo galletas de las más baratas y bebiendo un sucedáneo de batido de vainilla que acabó tirando a la basura.
Para acabar, y resumiendo todo lo que se puede, os diré que Pepe no es el que era. Solo salimos un día, el segundo (el primero hubiera sido muy duro por el jet lag).
Los que le conocen no darán crédito. ¿Cómo es posible que solo hayamos salido una noche? Quizá no exista un único motivo así que voy a intentar enumerar las posibles causas:
Mount Wellington, o cualquier otro sitio del mundo
-          En los primeros días, y debido a su inexplicable interés por hacer turismo (muy distinta de aquella vez en Bonn, cuando tuve que arrastrarlo a la casa de Beethoven para ver algo de la ciudad) le hice pegarse unos madrugones históricos que entre el jet lag y salir por la noche provocaron la derrota total en Hobart. El domingo nos acostamos a las 9 de la noche (también porque no había un solo bar abierto).
-          En 6 horas bailando como descosidos: bajo la lluvia, sobre el escenario, en la pista de baile, al lado de la barra, camino del baño… consiguió espantar a un número récord de gente (me refiero a grupos de chicas en su mayoría asiáticas) con sus provocativos movimientos de tiburón nocturno.
-          En 6 horas bebiendo cerveza descubrió que el Ivy funciona como Wall Street porque le cobraban siempre un precio distinto aunque persistiera en pedir “the cheapest beer”
-          Y la madre de todas las razones, si estuvo bebiendo cerveza 6 horas y consiguieron cobrarle hasta 4 precios distintos, no queremos ni saber cuánto se gastó. Pero una cosa es segura, esa parte de la experiencia no le gustó un pelo.
 Y no me enrollo más, aunque sí me gustaría recordar nuestras aventuras escondiéndonos del casero, alias chino culeiro (al que se supone que tengo que pagar 50 dólares por noche si alguien se queda a dormir) que fracasaban siempre. El tipo llegó a pillarnos 3 veces y la evolución de su mosqueo era para haberle hecho una foto. Lástima que hoy no haya venido a despedirse.
Ah, vimos al demonio de Tasmania, pero la foto me ha salido movida porque no paraba quieto el bicho, así que os dejo con otro Koala (os recuerdo que es una especie protegida, no se puede abrazar).
Pepe a lo Michael Jackson

No hay comentarios:

Publicar un comentario