viernes, 2 de abril de 2021

Comentarios - Lo raro es vivir

 En esta aventura, reto, juego, o como quiera llamarse la excusa que he encontrado para escribir seguido, tiene mucho que ver Carmen Martín Gaite. En concreto uno de sus cuentos, leído hará cerca de un año como parte de un curso de escritura creativa en pdf. Desde entonces nada más suyo. Hasta ahora, claro, que me cruzo en el catálogo online de la biblioteca con su novela Lo raro es vivir. Y aún tardo un poquito más en enterarme de su vida, y lo hago brevemente y a través de la wikipedia. Me basta para encontrar una conexión, que su familia materna es de Orense y que veraneaba en Barbadás. Pues eso, que lo raro es vivir.

Es esta novela uno de sus últimos libros y de alguna manera creo que hace las paces con la muerte, tan protagonista como la voz narradora, que es la de una mujer joven en dos momentos muy concretos de su vida, el abandono de la adolescencia y la bienvenida a la vida adulta. Que sabiamente no son el mismo espacio temporal aunque los hilos del recuerdo acerquen sus vivencias remotas hasta casi confundirlas con el presente.

Un viaje que ya en su primer capítulo contiene casi todos los argumentos que desarrolla:

Me subió desde los pies como una ola de fuego que me desentumecía. Hojas secas y papeles de archivo se consumían en aquella hoguera.

  –Llevo mucho tiempo sin jugar a nada. ¿Qué hay que hacer? –pregunté–. Tendrá que ponerme en antecedentes.

  –Por supuesto. Y usted a mí. No nos conocemos apenas. Pero nos convendría, de entrada, fiarnos uno de otro al menos un poco.

Le alargué la mano

  –Puede darlo por hecho en lo que a mí respecta

Un poco de Goethe, otro poco de Dante y mucho del universo mágico de Carmen Martín Gaite pasado por el tamiz de unos años 80 y 90 en los que sexo, drogas y rock'n'roll ayudaban a escapar tramposamente al paso de los años, detenidos, acaso criogenizados y al mismo tiempo acelerando la carrera hacia la muerte.

Me fascina este párrafo en el que refiere su gusto por la literatura juvenil y quién sabe si también por el engaño, para el que utilizará a un curioso personaje del siglo XVIII, del que no se sabe si fue primero loco o mentiroso.

Me senté en la terraza de un bar, pedí una cerveza y saqué del bolso la hoja de bloc. Debajo del itinerario tachado con una equis roja decía: “Pista engañosa. Por ahí te pierdes seguro.” Bueno –suspiré–, me había metido por la pista engañosa, no es una situación desconocida para mí y tiene su aliciente porque invita a reflexionar. En todos los juegos infantiles, en los cuentos de hadas, en las adivinanzas, hay una o varias pistas engañosas. Y más tardes también en las novelas policiacas y en la investigación judicial y en las conjeturas sobre la conducta sospechosa de un amante. Contraponer la verdad al engaño es el juego por excelencia, aunque difícil: o nos engañamos o nos engañan.

Ha sido muy curioso, al googlear el título del libro, encontrar varios blogs que reseñan esta novela de manera parecida a la mía, pero mucho más profesional. Tienen más recorrido también y una selección envidiable, en la que seguramente pescaré algún título futuro.

Si es verdad que tras leer a Pavese la Ginzburg da continuidad a ese hilo literario italiano de mediados del siglo XX, no lo es menos que Martín Gaite, que tradujo y conoció a la italiana, conecta con esa corriente. 

En sus cuentos encuentro ecos de ambos.

Una aliteración que me recuerda también al personaje de Magda, que lee a San Juan de la Cruz y cita precisamente este verso genial: "Un no sé qué que queda balbuciendo"

No hay comentarios:

Publicar un comentario