sábado, 23 de febrero de 2013

Mil playas en una, la de Bondi


A mi abuela, por sus excursiones

Aprovechando que hoy llueve a mares, voy a hablaros de la playa:

Con casa, curso y comida resueltos solo me quedaba hacer lo que primero quise y tuve que dejar para el final.
Como le comenté a varias personas, mi primera idea era de una originalidad máxima: pensaba irme a la playa nada más llegar y colgar una foto de mí mismo tomando el solecito en pleno invierno (vamos, lo que haría cualquiera). 
Aunque me encanta que los planes salgan bien, las cosas a veces se tuercen y uno llega el lunes 28 de enero, que resulta ser fiesta nacional porque el 26, que cayó en sábado, era el día de Australia y el lunes debían tener resaca hasta los canguros.
Y habrá quien se diga, “¿qué tendrá que ver que fuera lunes y fiesta nacional para no ir a la playa?” Pues nada, la verdad, era sólo una introducción. Lo malo no es que fuera lunes, ni que fuera fiesta, ni que llegara al albergue antes de la apertura y me tuviera que quedar en la puerta esperando a que alguien abriese.

Lo malo fue el tiempo: Si apenas 5 días antes de irme se quemaban los bosques y Australia hervía, mis 48 primeras horas en el país aussie no pude ver la luz del sol. Y la playa no merece la pena cuando llueve, sobre todo con los precios que tiene el transporte público.

En azul, el camino de google. En rojo el mío
Pero me desquité, y llegué a Bondi Beach, la playa más cercana al centro. Llegué como soy yo, a mi manera; entré en google maps por la mañana y le eché un vistacillo rápido: vale, cojo el tren hasta Bondi Junction, luego me bajo, giro a la derecha, sigo Oxford Street y después de 15 o 20 minutos giro a la derecha, pero vamos, que digo yo que estará indicado…


¿Adivinas, Claudia? Me perdí. Bueno, en realidad llegué a la playa por otro sitio (es decir, dando un rodeo de una hora y pico porque a la imagen hay que añadirle unos cuántos cambios de dirección). Pero como tenía tiempo de sobra y nadie que se quejara porque el muro blanco parecía no tener fin, seguí adelante, sin rectificar ni arrepentirme.
Y la verdad que toda esa zona tiene muy buena pinta; es como uno se imagina un típico barrio residencial como los que salen en las películas (pero con mucho más tráfico, quizá porque era sábado y hacía tiempo de playa).

Y tras este preámbulo infinito (como me pasa en todas las entradas, llego al tema sin ganas de seguir escribiendo, menos mal que eché unas fotillos pa poner relleno), tan infinito como mi propio periplo, llegué a Bondi Beach. Y descubrí que hay 4 playas:

Una para surfear, como no podía ser menos en el país más surfero del mundo. Los entendidos dicen que Bondi en realidad es una mierda de playa para surfear, que las mejores están más alejadas de Sydney y son más salvajes. A mi, que no tengo pensado aprender a surfear por el momento, me parece muy bien. No me voy a enfadar por un quítame allá esa tabla.




 Otra para bañarse y tomar el sol, en fin, los usos comunes que se le dan a la playa: un paseíto por la arena (llena de algas, como veréis en la foto) un tenis con las míticas paletas de madera, una serie infinita de niños haciendo castillos, agujeros inútiles en la arena para llenarlos de agua, familias con la tortilla de patatas y la mesa plegable...
Bueno, yo sólo vi a la gente paseando y tomando el sol, pero eso es porque no saben hacer tortilla de patatas.



Una para no llenarse el culo de arena; que me parece sin duda la mejor invención de la playa de Bondi. Una praderita la mar de agradable a pie de playa donde los más asquerositos encuentran un lugar privilegiado para gozar del sol y la calma de la playa sin la gente que te tira la arena encima cuando camina cerca, el viento que te mueve la toalla cada dos por tres o el olor de la tortilla de tus vecinos que te recuerda que cometiste un error imperdonable al venirte solo con la crema solar y una botella de agua.


Una para los coches y sus inteligentes propietarios, porque hay un horroroso parking, rigurosamente a pie de playa, que afea increíblemente el paisaje y deja una sensación un poco amarga al visitante, un regusto de gasoil y alquitrán, podría decir. Por no hablar del atasco que había montado también cuando me volvía para casa.
Y hasta aquí Bondi Beach.




Bueno, algo más, tuve la suerte de llevar deportivas y pantalones cortos, en vez de chanclas y bañador, porque entre la cámara de fotos y el “camino alternativo” no tenía ningua gana de bañarme y el camino habría sido mil veces más incómodo.

El regreso, claro, fue por la vía rápida, la de google maps, mucho más fea e insípida sin ninguna duda.

2 comentarios:

  1. Hola primo! Pues según lo estabas contando me lo iba imaginando...por qué será? El detalle del mapa y las rutas es muy bueno pero, sobre todo, sirve para ilustrar tu confusión....al salir de la estación, y mirando a la playa, debías girar a la izquierda y no a la derecha! Sí, he intentado buscar explicación a algo que nos ha sido dado por naturaleza :) Como buen geógrafo que habita dentro de ti, aunque sólo sea en una pequeña porción, puedes alegar que no te perdiste, que exploraste nuevos caminos y territorios. Es un placer hacerlo hoy con tanto GoogleMap, GPS y demás pamplina...! La brújula, es lo que nos hace falta! Bueno, te diré, que he tardado en contestarte porque estaba tramando una de las mías, ya te contaré, pero pasará a la historia...
    Sigue disfrutando y, sobre todo, contándonoslo!
    Fdo: otra detractora de la vía rápida

    ResponderEliminar
  2. Exploradores del mundo, unios!
    Espero con impaciencia tu nueva y mitica aventura
    Bisous

    ResponderEliminar