viernes, 30 de agosto de 2013

Vacaciones - Segunda parte

Dicen que nunca fueron buenas, por eso empecé mi relato de las vacaciones con todas las desgracias (quien dice desgracias dice desventuras, tampoco seamos ahora negativos). Hoy os hablo del viaje de ida.
En nuestro escasamente planificado viaje (y decir escasamente es decir mucho) nos encontramos con varios problemillas y descubrimos que la improvisación es el mejor aliado del viajero.
Lo más cerca que estuve de bañarme en el Pacífico
Punto número uno, preparando la mochila el último día, por la noche y sin reparar en la climatología prevista se corre el riesgo de llevar demasiada ropa de invierno (os recuerdo que aquí el invierno dura de junio a septiembre) y no contar siquiera con el bañador y la toalla. Pues bien, NUNCA olvides el bañador en Australia, no subestimes jamás el poder del solecito costero. En nuestra primera parada, Port Stephens 25ºC y un sol espléndido, y sólo pude mojarme los pies.
Caminante, no hay camino
Por fortuna, Port Stephens ofrece además las dunas de arena más grandes del Hemisferio Sur (y nos dijo el simpático guía que siguen creciendo y en 20 años alcanzarán los 45km), de la cual (arena, se entiende) se nutren las playas de Hawai y Bali, que la compran al por mayor. Y ¡qué mejor que practicar sandboarding! Una actividad simple que se basa en tirarse por una duna con una especie tabla de surf/snow y acabar lleno de arena hasta donde os podéis imaginar. La idea es genial, no cuesta mucho dinero y las vistas desde lo alto de la duna son una pasada (si tienes suerte hasta puedes ver ballenas migrando hacia el norte) así que nos tiramos por la duna 5 o 6 veces y luego echamos una buena hora y media de fotos y paseo duna arriba, duna abajo. Moraleja: Hannah, que es inglesa, parecía un cangrejo... Estos guiris no saben tomar el sol.
Y después de tanto sandboarding, y tanta duna de arena y tanto sol nos fuimos a un bonito mirador que cae cerca de Nelson Bay, que sería como si dijéramos la cabeza de partido de la región de Port Stephens para contemplar el paisaje e intentar capturar en una instantánea la magia de aquel lugar. Misión imposible, hay que verlo.
Sandboarding o de cómo llenarse el culo de arena en el desierto
Después de un día completito y de una ducha tan necesaria como merecida nos encaminamos a la próxima parada, Port Macquarie, pero antes tocaba hacer noche y para ahorrarnos el camping nos detuvimos en un área de descanso (que tienen baños y a veces grifo para repostar agua) a cenar y pasar la noche. Allí un simpático borrachín del lugar nos ofreció un estofado exquisito que Hannah no sé bien por qué se empeñó en no comer (y casi convence a Silvia con un argumento insostenible, propio de novela de Agatha Christie, algo así como "no acepto nunca comida de extraños, ¿y si está envenenada?"). Pero mejor, porque así tocamos a más.
Podría empezar ahora con Port Macquarie pero entre que es verano y son las fiestas de Baños prefiero redactar una entrada breve y proceder por partes o capítulos.
¡Viva San Ramón!

2 comentarios:

  1. Nonato. Qué bien te lo montas, Zo! Cómo se nota qué estás currando duro y aprendiendo inglés full time :P

    Enjoy it! Un abrazo,

    W.M.

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  2. Se hace lo que se puede...
    Ya te podías venir y nos marcábamos un aussieraíl
    E.M.

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