lunes, 19 de diciembre de 2022

Comentarios - Relatos con dos orillas

Con gran alegría recibimos el libro de relatos de nuestro querido amigo Oscar Battistón, compañero de activismo y de ricas conversaciones literarias y filosóficas. Por todo ello, agarré estos relatos con muchas ganas y tremenda curiosidad.

Tengo que reconocer una parte de sorpresa, pues el universo narrativo de estos relatos está tremendamente conectado y, además, por una voz poética muy propia del autor. Ahí menos sorprendido, pues sí es perfectamente reconocible el narrador detrás de las historias.

Ya en su primer relato: Mis orillas, que es una interesante introducción/autoficción, marca el tono introspectivo característico de la novela psicológica que acompaña a los textos, fundiéndose con tintes reivindicativos, costumbristas y líricos:

Pareciera que de un tiempo a esta parte el mundo se hubiese encogido. Que ya no hay "aquí" ni "allí". Que ningún lugar queda demasiado lejos como para que le crezcan confines o especificidades. Que asistimos a una extinción de las diferencias, un genocidio de los matices. Tal vez, callados inventos de la globalización.
(...)
Otras veces, uno mismo es el mundo a su alcance. Pero el tiempo y las circunstancias también existen. Y uno se descubre habitado por varios yoes. Desde el niño que soñaba al hombre que pensaba ser hasta el hombre que extraña al niño que fue. Desde el cobarde abochornado al valiente que al menos lo intenta.

Hay en este libro de relatos, publicado por Ediciones El Drago, un conjunto de historias contadas en primera persona, con un lenguaje directo y combativo, pero también nostálgico y evocador. Son la gran mayoría y es difícil señalar preferencias por la variedad de matices: el humor ácido de Justicia poética, la nostalgia familiar de El último viaje o la arenga de Abrir los ojos. Y luego están los pocos relatos en tercera persona, con narrador omnisciente.

Puede que estos tres relatos, La infancia en la Villa, Las listas del portero o La lentitud de los finales, me hayan llamado la atención en mayor medida. No hay un motivo particular, pues todos ellos se balancean entre esas dos orillas que reclama Oscar desde la emoción íntima al dolor social pasando por una de las constantes de este mundo globalizado, las dificultades de la comunicación interpersonal, las verdades calladas o no intuidas.

Para cerrar, he elegido el primer párrafo de Las listas del portero, quizá el relato menos circunscrito a la geografía, pues sucede en un edificio que bien podría estar en Argentina, tanto como en España:

La bolsa de basura se estampó contra el piso del patio interior, desparramando sus mierdas e impudicias. Como un inmenso estómago enfermo explotado. Como hojas de un libro obsceno descubriendo los secretos del vecindario. Restos malolientes de comida, saquitos de infusiones rotos, algún pañal de bebé y compresas femeninas usadas que, por suerte, no escaparon de la precaria envoltura en que habían sido puestas. Y todo encharcado en un jugo viscoso, fétido, en el que se juntaban todas las esencias de la descomposición. Fue un antes y un después. ¡Hasta aquí podíamos llegar!

Claro que no todo es ligereza y humor. Relatos como La banalidad del mal son una sacudida de realidad, testimonio crudo de un pasado y una memoria que  nos gustaría fijar contra el olvido, pero de la que nadie parece estar a favor.

Una colección de relatos muy recomendable, que se lee tan rápido como despacio se recomienda digerir. Y adecuado para cualquier época del año. ¡Enhorabuena, Oscar!


No hay comentarios:

Publicar un comentario