jueves, 1 de septiembre de 2022

Comentarios - Los verdes de mayo hasta el mar

 Sumergirse así, sin anestesia, en la segunda novela de Antagonía, la tetralogía de Luis Goytisolo es un ejercicio comparable (o yo me lo comparo) a la lectura de Doctor Pasavento sin acudir previamente a Bartleby y compañía o El mal de Montano. Árido pero estimulante porque hablamos de un gran escritor.

Sin duda la maestría de Luis Goytisolo me ha permitido terminar este libro que hubiera dejado a medias sin duda por su complejo hilo narrativo y su gran dosis de experimentación. Hoy me alegro de haberlo terminado pero no sé si retomaré la saga desde el comienzo (Recuento) o si, ya que estamos, leerla desordenadamente.

En fin, la novela trata (y lo sé gracias a la contraportada, porque a lo largo de todo el libro nada lo indica) sobre las vivencias y primeros escritos de Raúl Ferrer-Gaminde, protagonista creo de toda la saga. Hay en ella un poco de veraneo en Rosas, con reflexiones sobre la turistificación de la Costa Brava; un poco de costumbrismo catalán, con episodios salpicados aquí y allá de noches de fiesta, tardes de alterne o mañanas contemplativas de resaca; un poco de aventuras transgresoras, con la homosexualidad como eje vertebrador de esa transgresión que se arraiga en las profundidades del régimen franquista; y por supuesto una revisión de los grandes mitos de la literatura, el amor, la muerte, la belleza, el tiempo o la humanidad deshumanizada.

También tiene bastante de investigación sobre los límites de la narración y el lenguaje, con un estilo lleno de frases largas y complejas en las que se encabalgan historias y una estructura por capítulos en las que se recuperan esas historias esbozadas para descubrir nuevos matices como en un juego de muñecas rusas. Vamos, que me ha sido difícil leerla y creo que no me he enterado bien de todo. Dejo a continuación y como muestra, el arranque de la novela:

EL VIEJO. Las laderas eran suaves y escaso s los accidentes del terreno. Un panorama cuyo principal relieve lo constituían, de hecho, las ruinas diseminadas por aquel vasto jardín abandonado. Algo similar, pongamos por caso, a la impresión que uno, sin conocer Atenas, puede imaginar que produce la vista del Partenón desde cierta distancia, las piedras antiguas destacando entre los cipreses y los pinos y las pimenteras, los capiteles caídos, las columnas truncadas, las ramas de laurel a las que uno se agarra para ayudarse a vencer la pronunciada pendiente. Sólo que, en la cerrazón del atardecer encapotado, bajo un cielo tan oscuro que hacía preciso encender los candiles como si fuera de noche, más que una sosegante acrópolis aquello parecía una ciudad recién destruida, todavía cargada de humo la atmósfera, de pólvora y ceniza. Tanto más cuanto que otros elementos del paisaje -la geometría de las alambradas, la oquedad de los garitos, la negrura de los barracones- contribuían a reforzar el efecto de catástrofe. Y en mayor grado todavía el aspecto de los hombres que por allí deambulaban, pelambre gris y mirada hostil y unos andrajos que hacían de sus ropas un dato atemporal.

Hay mucha poesía (que eso viene de familia en una estirpe, los Goytisolo, formada por tres escritores (de cinco) de los cuales Luis es el pequeño, precedido por José Agustín y Juan, y el único aún vivo.

1 comentario:

  1. "EL VIEJO. Las laderas eran suaves y escaso s los accidentes del terreno. Un panorama cuyo principal relieve lo constituían, de hecho, las ruinas diseminadas por aquel vasto jardín abandonado. Algo similar, pongamos por caso, a la impresión que uno, sin conocer Atenas, puede imaginar que produce la vista del Partenón desde cierta distancia, las piedras antiguas destacando entre los cipreses y los pinos y las pimenteras, los capiteles caídos, las columnas truncadas, las ramas de laurel a las que uno se agarra para ayudarse a vencer la pronunciada pendiente. Sólo que, en la cerrazón del atardecer encapotado, bajo un cielo tan oscuro que hacía preciso encender los candiles como si fuera de noche, más que una sosegante acrópolis aquello parecía una ciudad recién destruida, todavía cargada de humo la atmósfera, de pólvora y ceniza. Tanto más cuanto que otros elementos del paisaje -la geometría de las alambradas, la oquedad de los garitos, la negrura de los barracones- contribuían a reforzar el efecto de catástrofe. Y en mayor grado todavía el aspecto de los hombres que por allí deambulaban, pelambre gris y mirada hostil y unos andrajos que hacían de sus ropas un dato atemporal."

    👍🏻😎

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