viernes, 18 de junio de 2021

Comentarios - Sapiens: de animales a dioses (I)

 Sin duda el bestseller de la década pasada en ensayo y tal vez en cualquier género literario (más de 10 millones de ejemplares vendidos, traducción a 30 idiomas...) este texto tenía todos los elementos necesarios para que me inundara la pereza cada vez que amagaba con leerlo. Ese prejuicio nacía de dos factores, por una parte su volumen (casi 500 páginas) y por otra su pretencioso subtítulo (una breve historia de la humanidad).

Es un alivio pensar que no le hago mucho caso a mis prejuicios. El relato de Yuval Noah Harari es tremendamente entretenido y no por ello falto de rigor y respaldo académico. Está repleto de comentarios sugerentes y contraposiciones de las principales teorías de la evolución humana que me han acercado de nuevo a los primeros años de mis estudios de Humanidades.

El libro se divide en cuatro capítulos y podría citar casi cada palabra, por eso he pensado en dedicarle dos entradas de la sección de comentarios. En esta primera repasaremos la revolución cognitiva y la revolución agrícola (lo que de toda la vida estudiamos como Paleolítico y Neolítico).

Lo primero que hace Harari es acabar con la linealidad de la historia (nada nuevo, por cierto) constatando que la especie sapiens del género Homo no fue la única de su género durante miles de años y no es la única de su familia (la de los simios) ahora. Y luego abandona la biología para aterrizar en su campo de conocimiento, la historia:

La revolución cognitiva es, en consecuencia, el punto en el que la historia declaró su independencia de la biología. Hasta la revolución cognitiva, los actos de todas las especies humanas pertenecían al ámbito de la biología o, si el lector lo prefiere, de la Prehistoria (...). A partir de la revolución cognitiva, las narraciones históricas sustituyen a las teorías biológicas como nuestros medios primarios a la hora de explicar el desarrollo de Homo sapiens.

Así, puede el autor lanzarse a revisar, relacionar y combinar las diferentes teorías evolutivas de la humanidad que han surgido de los hallazgos arqueológicos y paleontológicos de los últimos 200 años. Desde las teorías que sugieren el cruce de sapiens con neandertales o erectus a las que hablan del genocidio que los sapiens perpetrarían contra el resto de especies del género Homo. Por supuesto no concluye nada, pero si alerta de que la primera opción (que querría una humanidad atravesada por la solidaridad entre especies, el amor y la cooperación) es el fundamento de muchas teorías supremacistas posteriores (que el ADN de caucásicos sea mejor que el del resto, que se mezclaron con neandertales o erectus...). Por otra parte, de ser cierta la segunda, también se perpetúa esa costumbre, creemos hoy que tan humana, de hacer la guerra al diferente.

Y si la revolución cognitiva permitió a la especie humana destrozar su ecosistema aniquilando otras especies animales y quemando bosques indiscriminadamente, la revolución agrícola iba a suponer otra gran transformación en nuestro planeta.

A raíz de la revolución cognitiva, los sapiens adquirieron la tecnología, las habilidades de organización y quizá incluso la visión necesaria para salir de Afroasia y colonizar el mundo exterior. Su primer logro fue la colonización de Australia hace unos 45.000 años.

(...)

Algunos partidarios (de la revolución agrícola) proclaman que puso a la humanidad en el camino de la prosperidad y el progreso. Otros insisten en que la llevó a la perdición. Fue el punto de inflexión, dicen, en el que los sapiens se desprendieron de su simbiosis íntima con la naturaleza y salieron corriendo hacia la codicia y la alienación.

La base sobre la que se asienta el libro de Harari es que la combinación de la revolución cognitiva y la agrícola cambió el rumbo de la humanidad: de pequeñas tribus nómadas de cazadores-recolectores total o casi totalmente independientes a grandes y complejas estructuras interdependientes con más de 150 personas (que es el límite establecido por la biología).

Pues bien, además de cuestionar la cooperación humana para construir las ciudades (por las claras desigualdades y jerarquías que son necesarias, dice, para sostener unidos grupos de más de 150 personas) también se pregunta si podemos decir que es una victoria nuestra omnipresencia en el mundo.

¿Cómo se hace para que la gente crea en un orden imaginado como el cristianismo, la democracia o el capitalismo? En primer lugar, no admitiendo nunca que el orden es imaginado. Siempre se insiste en que el orden que sostiene a la sociedad es una realidad objetiva creada por los grandes dioses o por las leyes de la naturaleza (...) Los mercados libres son el mejor sistema económico no porque lo dijera Adam Smith sino porque estas son las inmutables leyes de la naturaleza.

(...)

El dólar, los derechos humanos y los Estados Unidos de América existen en la imaginación compartida de miles de millones de personas, y no hay un sólo individuo que pueda amenazar su existencia. (...) Estos órdenes imaginarios son intersubjetivos, de manera que para cambiarlos tendríamos que cambiar simultáneamente la onciencia de miles de millones de personas.

Podría seguir con su explicación de cómo fue el trigo quien domesticó al género humano y no al revés, pero ya hace un rato que se me va de longitud el comentario. Y la Historia no ha hecho más que comenzar...

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