sábado, 23 de enero de 2021

Comentarios - La Leyenda del Santo Bebedor

Por recomendación de mi tío he acabado leyendo este relato de Joseph Roth. Leer no es el verbo que le haga más justicia, porque lo he devorado, incluso, si no fuera abstemio, diría que me he emborrachado de él. Apenas en una tarde.

Me descolocó el prólogo de Carlos Barral, en el que se me cataloga de poco fiable por no ser bebedor. Junto al descoloque, además, está la curiosa sensación de haber vivido este desprecio o crítica en otras etapas de mi vida y los recuerdos que ese prólogo me trajo, ni dulces ni amargos, solo pasados.

Con todo, comencé la lectura sin mucho prejuicio ni expectativa. Pero antes, comentemos algunas cosas sobre Joseph Roth que nos ofrece gentilmente la wikipedia: Nació en Brody, en la región de Galitzia, por entonces dentro del Imperio Austrohúngaro, cerca de la frontera con la Rusia zarista. Hoy esta región se divide entre Polonia y Ucrania. Su familia era judía. Su madre, Maria Grübel, era hija de un comerciante; su padre, Nachum Roth, abandonó a la familia al año y medio de casarse, antes de nacer Joseph. Roth y su madre vivieron de la ayuda de sus parientes maternos, a cargo, sobre todo, de su tío Siegmund Grübel, que posteriormente sería el modelo para Bloomfield, personaje de su novela Hotel Savoy

Con este interesante arranque se desarrolla la vida trágica de uno de los novelistas judíos más reconocidos de la primera mitad del siglo XX, aunque dejara de ser judío para convertirse al catolicismo en los últimos años de su vida. Exiliado desde que los nazis llegaran al poder en Alemania, acabó instalado en París, donde se agravarían sus problemas de alcoholismo hasta acabar con él en 1939, con 45 años. Curiosamente La leyenda del Santo Bebedor trata de un vagabundo parisino con problemas de alcoholismo y fue escrita poco antes de morir Roth.

Me pareció de hecho muy autobiográfico el tono que utilizaba en párrafos como éste:

"Con la seguridad de la persona que sabe que lleva dinero en el bolsillo, pidió una absenta, y la bebió también con la seguridad de una persona que ya ha bebido muchas en su vida. Tomó un segundo y también un tercer vaso, pero cada vez echaba menos agua. Y cuando pidió el cuarto, ya no supo si había tomado dos, cinco o seis vasos. Y tampoco recordaba por qué había entrado en aquel café."

El estilo me recuerda un poco a las parábolas de la Biblia, un poco a las leyendas árabes en las que el honor o la palabra son protagonistas. No es un argumento extraordinariamente original y sin embargo encierra una gran verdad, la verdad del autor al que la muerte andaba persiguiendo en aquella época.

Tengo otra recomendación suya pendiente, Job, cuyas sensaciones espero también compartir por aquí.

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