miércoles, 17 de julio de 2013

La crisis de los 30



No he leído mucho acerca del tema y no me voy a poner a buscar bibliografía ahora; me imagino que eso de la crisis de los 30 existe y que es algo parecido a lo que me motivó a irme a Australia, una mezcla entre sentirse joven y verse ya adulto, una especie de última oportunidad antes de decidirse, una nueva etapa de importantes cambios, etc.
En fin, dudo que sea algo de todo lo anterior, lo que sí  puedo decir ya es que los 30 me han llegado y como no podía ser de otra forma, los celebramos a lo grande. Gracias a mi compi de piso que los cumplía al día siguiente, claro.
La tortilla reconstruida
El día prometía ya desde el sábado, cuando fui a la fiesta de la Sydney Trapeze School y tuve la ocasión de experimentar el salto del trapecio (próximamente el vídeo que me pondrá en evidencia como el gran patoso que soy).
A la rica bruschetta
Como me tocaba trabajar el día de mi cumple, la noche anterior no salí y me dediqué a preparar tortillas de patata (mi intento frustrado de publicar una foto de las mismas en twitter se ve hoy recompensado con la instantánea que aquí aparece) para poner mi granito de arena en la fiesta.
Después del trabajo le dije a los compis que se vinieran y empezamos la fiesta. Cristina, la otra festejada, se curró una peaso de cena increíble: bruschetta estilo italiano, ensalada de arroz, verduras a la parrilla, pizzas exquisitas a la par que ultracongeladas y por supuesto mis originales tortillas.
Parte de la tropa
Mi compi de piso, Karl, el sufridor de la Korean cultura del post anterior, nos preparó un guiso típico coreano que estaba rico y picaba un poco (“pero poco”), mi compi francesa Luna se curró unas tartas de cumpleaños deliciosas y muy bonitas, mi compi de curro Jimmy se hizo con los mandos del ordenador para convertirse en el dj de la noche y entre vinos y zumos de manzana (que no todo en esta vida puede ser zumo de piña) nos dieron las 10 y las 11.
La obra de arte de Luna
Entonces, por respeto a los habitantes de la casa, y por si acaso a la policía se le ocurría venir, nos fuimos al bar de abajo, que como buen domingo por la noche estaba vacío. Pero nos dio igual, el festival de bailes no se hizo esperar y nuestra versión coral del Gagnam Style es posiblemente digna de los mejores premios de danza contemporánea.
Entre medias, que si felicitaciones por aquí, que se desnude por allá, en fin, lo de siempre.

Quizá en el momento no, porque con todo el barullo no se da uno cuenta, pero la nostalgia es un sentimiento extraño, que aparece cuando uno menos se lo espera y entonces fue cuando os eché de menos. Pero a la vez sé que estuvisteis todos y todas. Por eso y porque sois lo más grande MUCHAS GRACIAS.




No hay comentarios:

Publicar un comentario