miércoles, 26 de octubre de 2022

Comentarios - Verdad

 Como socio de El Salto, que por cierto os recomiendo (https://www.elsaltodiario.com/), tengo la opción de participar en los sorteos que hacen regularmente. Lo mismo te puede tocar un curso de escritura creativa que un satisfyer que, como ha sido en mi caso, una novela gráfica: Verdad, de Lorena Canottiere, ilustradora y, me atrevería a decir, poeta, que se llevó el Grand Prix Artemisia 2018 por esta obra.

Pese a no tener mucha experiencia en el terreno, quitando V de Vendetta creo que solo había leído los clásicos tebeos y cómics de la infancia y adolescencia, me provocó una gran alegría salir elegido en el sorteo. Antes de participar, había indagado un poco en la historia, ambientada en los núcleos de resistencia anarquista durante la Guerra Civil Española, uno de los focos de estudio de mi tesina/TFM y estaba deseoso de ver-leer-sentir esta novela, que empieza así:

Por sus casi 160 páginas desfilan personajes inolvidables como Verdad, la protagonista, pero también su compañero Enrique, el fantasma de su madre y en esa misma línea onírica está muy presente la vieja zorra (una leyenda de la época).

Con la guerra como telón de fondo, algunas secuencias son oscuras y de gran tensión, a lo que contribuye el dibujo, de manchas y trazos gruesos, algo expresionistas que apenas dan descanso a la trepidante trama en un par de momentos costumbristas  con una esencia de humor y nostalgia  que parece indisociable de la vida en el monte. Todo o la mayoría, virado en colores rojos, amarillos y morados, reflejando los enfrentamientos fraticidas de entonces.

El tono es íntimo, contemplativo, con pocos diálogos y algunas anotaciones poéticas al final de cada capítulo. En ellas es donde se refleja este universo atroz  y poco acogedor que contrasta con la firmeza utópica de la protagonista y su determinación de seguir adelante, fiel a sus ideas.

La zorra observa. La huella está siempre en otra parte, pero sus ojos están aquí, entre las costillas del pueblo, donde arranca el exangüe corazón de todo lo que es mísero. Lo humano.

El libro comienza con una cita del anarquista Lucio Urtubia Jiménez, que es también la frase que han elegido para la bolsa de tela que se incluía en el sorteo de El Salto. Una frase que tiene la cualidad de encajar siempre que se pronuncie en ese cliché de "hoy más que nunca... (colóquese aquí imprescindible, visionaria, inspiradora, etc)", una frase que quizá nos ayude a creer, en estos tiempos difíciles de posverdad que hay cosas más importantes en la vida. "... porque la utopía es necesaria"

viernes, 21 de octubre de 2022

Comentarios - La transparencia del tiempo

 Hablando de la Grecia Antigua aquí está mi talón de Aquiles: la novela negra. No me ha durado ni una semana completa el último tomo, de momento, de la serie detectivesca de Mario Conde, el ex-policía habanero creado por el escritor cubano Leonardo Padura.

No sabía mucho del autor hasta que mi tía me contó una tarde que se había leído toda la saga y me la recomendaba. Cierto es, me dijo, que se respira anticastrismo en todo lo que escribe. Y eso quizá sea otro de los motivos por los que tanto le gusta. Sea como fuere, Padura es un verdadero maestro de la intriga, con un estilo además muy diferente al que tal vez cabría esperar de un novelista policiaco. Escribe con frases largas y complejas, llenas de imágenes, adjetivos y reflexiones, recordándome un poco el libro de Luis Goytisolo, Los verdes de mayo hasta el mar, que leí hace poco. Así arranca:

La luz rotunda del amanecer tropical, filtrada por la ventana, caía como el haz teatral proyectado sobre la pared de donde pendía el almanaque con sus doce cuadrículas perfectas, distribuidas en cuatro hileras de tres rectángulos cada una. Los espacios del calendario originalmente habían sido cromados con tonos distintivos entre el verde juvenil de la primavera y un vetusto gris invernal, un juego que solo un diseñador muy imaginativo podría asociar con algo tan inexistente en una isla del Caribe como las cuatro estaciones del año.

Por supuesto, una gran novela de detectives empieza por su personaje protagonista, el ex-policía Mario Conde, pero también por una serie de secundarios maravillosos: los amigos de siempre (Carlos, el Flaco, Candito, el Conejo), su socio Yoyi, el Palomo y, por supuesto su pareja, con la que no está casado porque quizá tuvo una esposa y la perdió o fue rompiendo corazones hasta que un día sentó la cabeza. Nada fuera del guión clásico (y patriarcal) de la tradición canónica del género. Añádase a esto la pasión por la comida y el vívido retrato social de la ciudad que tan bien han trabajado Vázquez Montalbán (Barcelona) o Camilleri (Porto Empedocle) y ya tenemos el pack redondo.

Conde lanzó por la ventana la colilla de su cigarro. Se impuso no juzgar a Bobby y sus debilidades amorosas, pues él mismo había hecho varios disparates con las suyas. O todos los disparates..., aunque siempre con mujeres, se advirtió -machista- otra vez a sí mismo.

Pero no es lo único. Hace falta un tema para que la novela se escape del simple entretenimiento e invite a la reflexión. Y ese tema, como hemos visto desde el principio, es el tiempo. El detective cumple sesenta años y parece una excusa fantástica para que el autor viaje, acercándose a la tradición del realismo mágico, por todas las eras de la historia escrita de la humanidad (Egipto, los templarios, la Guerra Civil Española...)

La extravagante experiencia de estar replicando un acto personal olvidado, con toda certeza solo soñado, le resultó tan vívida que parecía haberle ocurrido en algún momento de su vida ubicado en un tiempo ajeno a las cronologías, pues lo percibió como si estuviera fijado más allá de los espacios de su memoria. lo más inquietante, en cambio, fue que también tuvo el destello revelador de que repetiría este acto y meditación  un lejano instante futuro, (...) Pensó entonces que estaba viendo el tiempo a través de la transparencia de una gota de lluvia suspendida de una rama. O atravesando los años con la mirada puesta en la lucidez impoluta de la lágrima que un avasallante y alterado estado de ánimo había sacado de sus ojos.

Una reflexión sobre el paso del tiempo, que también recae sobre una Cuba que en 2014 ya está dejando atrás ese periodo oscuro que el protagonista se empeña en rescatar, demostrando que tal vez haya más apertura, pero sólo para quienes tengan el dinero de su lado. Ah, y sí, la novela va de la búsqueda de una imagen de la Virgen que le han robado a un amigo de Conde, quizá para venderla o quizá porque es milagrera.


lunes, 17 de octubre de 2022

Comentarios - Timandra

El griego Kallifatides, autor de Otra vida por vivir, que ya comenté en mi blog el año pasado cambia completamente de registro, abandonando lo autobiográfico, para viajar a Grecia de Pericles. Allí, la protagonista de la novela recorrerá los hábitos y costumbres de la época entretejiéndolos con su historia de amor con Alcibíades, quizá el último gran guerrero de Atenas.

Estaba acostado junto a mí, desnudo. El resplandor de la lumbre en el hogar se reflejaba en su frente y conferia a sus gotas de sudor un brillo de piedras preciosas. En ese preciso momento se oyeron unos pasos. Quedé petrificada. Él respiraba serena, profundamente.
-Alguien viene -dije.
-Que venga quien quiera -me respondió-, hace veinticinco años que los estoy esperando.

Timandra, hija de Teodoti, es una hetera, servidora de Afrodita, en palabras del propio autor, algo así como una especie de geisha, siempre según él, descendiente de una estirpe de mujeres dedicadas al placer. La profesión de Timandra es un tema muy polémico y el autor navega, no siempre con éxito, por las pantanosas aguas de la prostitución, la trata y el abuso de poder.

Hetera, prostituta, meretriz, vendedora de placer, mariposa de la noche o cualquier otro de los eufemismos que suelen utilizarse, no es un oficio especialmente antiguo. Al principio no era ni siquiera un oficio. Mujeres y efebos han sido siempre objetos del placer de los vencedores y continúan siéndolo. Lo profesionalizaron algunas mujeres célebres: Nicó de Samos, Calistrata de Lesbos, Filení de Leucada.

Pero no solo de ello va la novela, la figura de Timandra es una ventana para acercarnos a la filosofía de Sócrates y los sofistas, a las guerras del Peloponeso, a los juegos olímpicos, a los fraticidas conflictos entre atenienses y espartanos...

Una ocasión para mostrar la decadencia en todo su esplendor de la Grecia antigua. Y dudo que la casualidad haya escogido la voz de una hetera para hacerlo. Es una elección muy consciente que además permitirá bosquejar las costumbres afectivo-sexuales de la Atenas de entonces.

¿Se conquista el amor? Y si se conquista ¿cómo se retiene para siempre?
(...)
Recuerdo en especial un banquete al que no había sido invitada pero al que Alcibíades me llevó casi a la fuerza, únicamente para exasperar a los demás, la mayoría de los cuales lo amaban aún o lo habían amado.
El primero y el mejor, Aristófanes, de morros, como siempre y haciendo comentarios viperinos, que daban en el blanco como un arquero persa. 
(...)
También el adinerado Pausanias que por lo general no hablaba mucho, excepto cuando se trataba de convencer a algún joven para que compartiera su cama.

En cuanto al estilo, como ya habréis notado en las citas del libro, es muy evocador del lenguaje de la época pero la voz narrativa de Timandra también es interesante por cuanto utiliza el formato de diario, que se corresponde algo más con los recursos modernos. He creído ver en la novela algo que me recuerda a de Cinco horas con Mario, aunque probablemente tenga mucho más de la Odisea.

Comencé hablando sobre heteras maduras y he terminado en Alcibíades. Me pasa esto cada vez que me pongo a pensar. Empiezo por un tema y termino en otro diferente. Nunca he aprendido a reflexionar. Una vez, en broma, pregunté al geómetra Teodoro qué hacía cuando reflexionaba. Me miró fijamente un buen rato.
-Depende. Cuando quiero solucionar un problema, me duermo. Cuando quiero encontrar un problema, me despierto.

Con este fragmento que reúne el humor filosófico que permea toda la obra y el estilo breve y conciso, casi de aforismos con que están escritos los párrafos, podemos dar este comentario por terminado. Hasta el próximo, que será de Padura

martes, 4 de octubre de 2022

Comentarios - Sentados en el fuego

Ya está. Me he leído el libro de Mindell. No me ha pillado de nuevas porque me he formado con gente que lo había leído (o se había formado en Trabajo de Procesos). Aún así, me ha parecido, como ya me avisaron, un libro interesantísimo y lleno de frases inspiradoras.

El Dr. Mindell (y la Dra. Mindell, que habrá escrito menos, pero ha co-fundado la metodología del Trabajo Global/trabajo de procesos) es, por lo poco que dice el libro, un judío emigrado a los Estados Unidos que integra en su teoría desde la psicología de Jung  hasta el chamanismo nativo americano. Todo por el bien común, o la paz, o como se le quiera llamar. Él lo denomina conciencia de los procesos. Voy a copiar algunas definiciones que hace en el libro:

Consenso: Acuerdo para afrontar un tema determinado o seguir una dirección durante un tiempo limitado
Campo: la atmósfera o clima de toda comunidad, incluyendo su entorno físico, ambiental o emocional
Punto álgido: dentro del proceso de un grupo es un momento de ataque y defensa, lucha y huida, éxtasis, apatía o depresión
Rango: una habilidad o poder, consciente o inconsciente, social o personal, que procede de la cultura, del apoyo de la comunidad, de la psicología personal y/o del poder espiritual. Tanto si tu rango es aprendido como heredado, este organiza en gran parte tu comportamiento comunicacional, especialmente en los límites y puntos álgidos

Y ahora que ya está todo claro, vamos al lío. Sin afán de exhaustividad, voy a trazar aquí las ideas que, al menos para mí, recorren la obra de Mindell. El título ya es evocador. Y va acompañado de un subtítulo que reza: ¿Cómo transformar grandes grupos mediante el conflicto y la diversidad?

Toda una declaración de intenciones es comenzar con una pregunta, ya que la tónica general de la obra está estructurada en base a numerosas preguntas que el autor nos invita a hacernos y hacer a los grupos para ser capaces de facilitar procesos (quien desea facilitar) y entender nuestros propios procesos. Un amigo me dijo hace unos días que el problema de facilitar como Mindell es que sólo se puede hacer entre gente que se ha leído a Mindell. No sé si es exagerado o no, pero lo cierto es que el autor desarrolla un paradigma propio y si no se está de acuerdo con las bases es difícil seguir adelante.

Como he dicho antes, la venganza no sería necesaria si todos nosotros fuéramos conscientes de nuestro rango e hiciéramos un uso más sabio del poder social. La venganza es en sí misma un extraño poder contra el que no se pueden defender los privilegiados.
Sucede una y otra vez -entre jefes y empleados, padres e hijos, autoridades y marginados, países ricos y países pobres. Cuando nos olvidamos de nuestros privilegios sobre otros, alguien con menos rango nos sacará bruscamente de nuestros sueños.
(...) 
Nuestro sistema de "justicia" es simplemente otra forma de inconsciencia. La práctica habitual en criminología y psicopatología asume que los actos de venganza se deben a la historia personal del "criminal". Sugiero que se cambie esta práctica y se considere que el comportamiento antisocial es una consecuencia del contexto social en el que tiene lugar. Podríamos disminuir el comportamiento "criminal" gastando parte del dinero que se dedica a construir cárceles en una mayor educación sobre rango.

Para mí una de las bases es que el conflicto es necesario y sin él no puede existir la paz. Otra es que el rango, queramos o no, regula nuestras vidas, así que mejor conocerlo y trabajarlo. Otra es que el proceso está por encima, o al menos es previo a los objetivos (y sobre todo el proceso emocional). Otra que el modelo de liderazgo está obsoleto y debe ser sustituido por el "elderazgo" (que sería el rol de facilitador de grupos). Otra que solo asumiendo quién eres (incluido lo que no te gusta de ti) puedes facilitar desde un lugar de elder. Y otras más, pero con estas ya va bien. Ahora un poco de Mindell:

Mi definición de terrorismo incluye también los actos de venganza que se dan en procesos de grupo que causan dolor o daño psicológico a algunas personas. El simple hecho de la amenaza se incluye en esta categoría, como también lo es echar la culpa al grupo de todo lo que ocurre. (...)
El terrorismo no es por tanto un incidente aislado en la esfera internacional, como puede ser el secuestro de un avión. El terrorismo es tan común como que la gente se junte. Desde el momento en que en un grupo alguien dice: "o hacéis lo que yo digo o me largo", todo el grupo está "amenazado de muerte" por la presión del "terrorista". (...)
El terrorismo polariza los grupos. La intención del terrorista es hacer evidentes las diferencias que el grupo no sabe reconocer. En mi trabajo de facilitación, el terrorista me ha ayudado a recordar esta idea tan simple. Los terroristas quieren que la mayoría asuma la responsabilidad que les toca en el cambio social. (...)
El éxito de cualquier grupo, pero también del mundo entero, depende de la actitud que adoptemos en relación con el terrorismo que existe en nosotros y en los demás. En tu trabajo de facilitación tienes una oportunidad de modelar esta actitud enfrentándote con la tensión y la violencia. Para los demás eres una autoridad, pero también eres vulnerable a los ataques. ¿Puedes abrazar al terrorista? No es fácil, pero si recuerdas tu propia lucha por la libertad, tampoco es tan duro.

En fin, que "terrorista" puede ser cualquiera en cualquier momento y, lo más importante, también somos mayoría reacia a tomar conciencia del cambio social necesario para equilibrarnos como sociedad (asumir el rango y utilizarlo para construir comunidad).

Evidentemente hay un trasfondo de bien y mal en el análisis que Mindell hace de la realidad (que tiene sentido, ya que las religiones han sido esa vía para construir comunidad y lo han hecho desde ese dualismo) y su intento es darle la vuelta al mal y considerarlo una información del campo. De esa manera se consigue (o al menos se pretende) romper con el ciclo de la violencia y abrazar al terrorista en lugar de lanzarle bombas.

Habría mucho más que contar, porque cada capítulo da para mucha reflexión. Sin peros, por mucho que ahora tocara algún pero. Por algún sitio habrá que empezar el cambio.